
La pareja de Bill y Melinda Gates, que durante décadas administró una de las mayores fortunas y organizaciones filantrópicas, anunció que se está separando después de 27 años de matrimonio. La noticia tiene impacto en sectores diversos: la industria de la tecnología, negocios y propiedades inmobiliarias y en los ámbitos de la salud global, la política de cambio climático y problemáticas sociales como la igualdad para las mujeres.
La pareja, que cuenta con un estimado de USD 146.000 millones, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg, no dio a conocer públicamente sus planes financieros para el futuro, aunque enfatizaron que cooperarán para continuar con su obra de filantropía. La cifra representa 3,65 veces más que las actuales reservas del Banco Central argentino.
Según Forbes, Gates es la cuarta persona más rica del mundo (la revista hace una estimación más baja, de USD 130.000 millones), sólo superado por Jeff Bezos (Amazon), Bernard Arnault y familia (LVMH) y Elon Musk (Tesla).
“Después de pensarlo mucho y trabajar mucho en nuestra relación, hemos tomado la decisión de poner fin a nuestro matrimonio”, dijo la ex pareja en un breve comunicado publicado en Twitter. “Hemos criado a tres hijos increíbles y construido una base que funciona en todo el mundo para permitir que todas las personas lleven una vida saludable y productiva”.
Gates, cofundador de Microsoft, tiene 65 años y es la cuarta persona más rica del mundo. Melinda Gates, de 56 años, es una ex gerente de Microsoft que se destacó como codirectora de la Fundación Bill y Melinda Gates, que realizó donaciones por más de USD 50.000 millones.

Seguirán siendo copresidentes de la fundación, señaló un vocero de la organización en un comunicado enviado por correo electrónico. “No se planean cambios en sus roles ni en la organización. Continuarán trabajando juntos para dar forma y aprobar las estrategias, defender los temas y establecer la dirección general de la organización”, aseguró el comunicado.
La pareja solicitó el divorcio en el condado de King el lunes, según una búsqueda online de expedientes judiciales. Tienen un acuerdo de separación, según una copia de una petición de divorcio publicada por el sitio web TMZ, que no detalla los términos pero donde se describe a su matrimonio como “irremediablemente roto”.
Este es el segundo divorcio “explosivo” entre las personas más ricas del mundo en los últimos años, luego del anuncio de separación de Jeff Bezos y MacKenzie Scott en 2019. Esa ruptura, que dividió la participación de la pareja en Amazon.com, convirtió a MacKenzie en una de las personas más ricas del mundo. En los meses siguientes, se convirtió en una de las filántropas más influyentes y entregó miles de millones de dólares a diferentes causas.
Pero para Bill y Melinda Gates, separar los activos representa un desafío mucho mayor que dividir la fortuna de Bezos, que se concentraba principalmente en las acciones de Amazon. El patrimonio de Gates se originó en Microsoft, pero las acciones del gigante del software representan ahora menos del 20% de sus activos. Gran parte de su participación fue traspasada a la Fundación, a lo largo de los años, y no se conoce el dato de su participación exacta desde que dejó la junta de Microsoft el año pasado.

El mayor activo de Gates es Cascade Investment, una sociedad que creó con las ganancias de las ventas de acciones de Microsoft y los dividendos que administra Michael Larson. A través de Cascade, Gates tiene participaciones en bienes raíces, energía y hotelería, así como en docenas de empresas públicas, incluidas Canadian National Railway y Deere & Co.
Una de las dudas es qué pasará con la mega mansión “Xanadu 2.0″ de 150 millones de dólares, que la pareja tiene en Medina, Washington. La “casa” tiene 6.200 metros cuadrados, 6 cocinas, una piscina de 18 metros con un edificio que sirve al mismo tiempo de vestuario y gimnasio y sala de descanso de unos 360 metros cuadrados, 24 baños, una biblioteca de 200 metros cuadrados, un cine privado para 20 personas y cocheras para 23 automóviles, entre otras comodidades.
Mónica Mazzei, abogada de divorcios y socia de Sideman & Bancroft LLP en San Francisco, dijo a la agencia Bloomberg que la gran pregunta sobre la fundación y los negocios familiares es hasta qué punto planean trabajar juntos en el futuro. “Incluso en los divorcios más amistosos que he visto, la preferencia ha sido dividir la base en dos para que haya más autonomía y menos cosas entremezcladas”, dijo.
La ley de Washington puede ofrecer algunas pistas sobre cómo dividen sus activos. Como propiedad comunitaria, todo lo adquirido durante un matrimonio se considera igualmente propiedad de ambos socios, pero eso no significa necesariamente que la fortuna se dividirá por la mitad. “No es un 50-50 obligatorio”, explicó Janet George, abogada de la firma McKinley Irvin. Es posible que nunca trascienda cómo se reparten la fortuna, porque puede ocultarse detrás de contratos privados, agregó.
Bajo la normativa de Washington existe un período de reflexión de 90 días a partir del día en que una pareja solicita el divorcio, antes de que un juez pueda finalizar el proceso. La solicitud de divorcio de la pareja, que incluye a Melinda como peticionaria y a Bill como miembro, firmada por ambos, solicita al tribunal que disuelva su matrimonio en una fecha indicada en su acuerdo de separación.

“Ha sido un período de tiempo desafiante para toda nuestra familia”, escribió su hija mayor, Jennifer, en Instagram. Su hijo menor tiene 18 años.
La pareja se conoció en Nueva York en la década de 1980, cuando Melinda comenzó a trabajar en Microsoft. Para decidir si debía casarse o no, Bill hizo una lista de pros y contras en una pizarra: Melinda relató cómo entró en su habitación y lo encontró anotando varios factores en la serie documental de Netflix “Inside Bill’s Brain”.
En un viaje a África, durante su compromiso, la pareja decidió que se convertirían en filántropos. “Nos enamoramos de todo lo que vimos, pero en realidad no es nada trillado decir que realmente nos enamoramos de la gente”, señaló Melinda en un evento de Salesforce en 2016. Entonces decidieron que “la gran mayoría de los recursos de Microsoft volverían a la sociedad”.
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