
El término fue acuñado por Peter Atwater, un profesor de Economía de la Universidad William & Mary, en Virginia, EEUU, pero se popularizó y sumó rápidamente a la sopa de letras con la que los analistas tratan de discernir la salida de la recesión global inducida por la pandemia de coronavirus. Tanto, que apareció en una pregunta que el periodista Chris Wallace les planteó a Joseph Biden y Donald Trump en uno de los debates de la campaña presidencial norteamericana: ¿la economía atraviesa una recuperación en forma de V o de K?
La “V”, más conocida, es la forma de una recuperación rápida luego de la caída, diferente de la “U”, que procede más suavemente, y de la “W”, que describe una recaída con posterior re-recuperación, y a su vez distinta de la “L”, dibujo de una caída con posterior estancamiento. La “I” grafica un colapso sin piso a la vista.
La “K”, que en versión mayúscula no puede escribirse de un solo trazo y no es por lo tanto apta para describir una trayectoria, refiere en realidad un fenómeno preexistente, pero acentuado con la pandemia: la muy diversa capacidad de personas, actividades, empresas, industrias, países, para adaptarse y responder tanto a los desafíos de la pandemia como a los que plantean las constantes mutaciones de la economía global. De un lado están los que lo hacen exitosamente, y trepan por la línea oblicua ascendente, y del otro los que no, y descienden por el tobogán.
En España, por ejemplo, un artículo de “El Economista”, en base al análisis de las 80 mayores firmas españolas por valor de mercado, señala que energías renovables, empresas farmacéuticas y sectores industriales muy específicos serán los ganadores del parteaguas económico de COVID-19, y bancos y Socimis (acronismo de “Sociedades Anónimas Cotizadas de Inversión en el Mercado Inmobiliario”) serán los grandes perdedores, la parte baja de la “K”.
En EEUU la diversidad de fortunas es aún más marcada entre personas de diferentes etnias o niveles educativos, entre empresas más o menos rígidas o más o menos innovadoras y entre sectores para los cuales el distanciamiento es una valla insuperable o una ventaja competitiva. Divergencias que se dan incluso en un mismo sector, como el inmobiliario, dice un artículo de la publicación especializada Vox, según qué tipo de viviendas, construcciones o ámbitos urbanos y rurales se trate.
El caso argentino
¿Y por casa? En una reciente presentación en Agroactiva, el director ejecutivo de Bolsas y Mercados Argentina (BYMA), Claudio Zuchovicki, señaló que en el país la recuperación se dará en precisamente en forma de “K”, y no por cuestiones políticas. La economía argentina tiene ahora a favor cierto viento de cola internacional, a partir de la mejora del precio de la soja, el trigo, el maíz, el euro, el oro, la plata, las criptomonedas y las acciones, contracara de la baja del dólar en los mercados internacionales, que es algo bueno para el país.
A eso hay agregar las bajísimas tasas de interés. “Casi 90% de los bonos internacionales está ofreciendo rendimientos por debajo del 2% anual”, dijo Zuchovicki, algo muy a favor de la producción y la inversión en general. Un combo que no es sencillo, pero tampoco tan complicado de aprovechar si se hacen las cosas bien. Es lo que está detrás del fenómeno de que el PBI de China, el primer golpeado por la pandemia, termine creciendo cerca de 3% este año, y que EEUU ya haya recuperado cerca de tres cuartos de los más de 21 millones de puestos de trabajo que se perdieron en el peor momento de la crisis económica derivada de la pandemia.

Por cierto, esos países tenían moneda con la que sostener el consumo, pero igualmente la Argentina, dijo Zuchovicki, puede recuperarse en forma de K, con alimentos, construcción, salud y tecnología trepándose en la parte alta de la letra y entretenimiento, hotelería y turismo internacional deslizándose por la parte baja, al menos por ahora. "El viento sopla a favor, pero, así como para el mundo toda crisis es una oportunidad, en Argentina, cada oportunidad la convertimos en crisis”, advirtió el analista, pero en cualquier caso el arreglo de la deuda, que despejó el calendario de vencimientos, brinda un contexto para lograr un rebote relativamente rápido, a condición de encarar reformas que promuevan la inversión. En un año o año y medio la economía argentina va a estar mejor, concluyó el especialista de la Bolsa porteña, pero sin reformas la salida sería más lenta, en forma de U, y con mucha más gente excluida.
La evolución del valor de los ADR –certificados de depósitos– de las empresas argentinas que cotizan en Wall Street muestra claramente dos “liebres” subiendo por la parte alta de la “K”. La primera es Mercado Libre, cuyo valor de mercado aumentó 179% desde mediados de marzo, cuando la pandemia llegó a la Argentina y se inició la larga serie de cuarentenas. La segunda es Globant, cuya cotización aumentó 103% desde marzo y 76,8% desde enero. Ambas empresas venían de crecer hace rato: si la referencia inicial es 2018, el crecimiento a noviembre 2020 fue de 304% en el caso de Mercado Libre y de 316% en el de Globant.
“Son empresas orientadas al mercado global”, explicó Gustavo Neffa, director de Research for Traders, quien precisó que sólo 30% de la facturación de la empresa fundada por Marcos Galperin depende del mercado argentino.
Un caso particular es el de Ternium, cuya acción aumentó 115% desde el piso de marzo, pero mucho menos, 8,9%, desde principios de año, brecha que muestra el tremendo impacto que tuvo para esta empresa del grupo Techint el colapso inicial de la economía china, y la tracción que significa ahora la recuperación. De todos modos, su actual cotización en la bolsa neoyorquina es 27% inferior a lo que era en 2018.

Corporación América Airports y Despegar son también historias diferentes al resto del listado. En un contexto que afectó a la industria de la aeronavegación en todo el mundo, la empresa aeroportuaria tuvo restricciones locales para el transporte aéreo de pasajeros y operaciones algo mejores en el exterior, pero constreñidas por la caída del tráfico aéreo global. Parecido es el caso del ex unicornio Despegar, cuyo valor aumentó 36% desde el piso de marzo, pero sigue casi un tercio por debajo del que tenía al despuntar 2020. Hoy, tiene un valor de mercado de USD 640 millones, lejos de los USD 2.000 millones que valía hace sólo algunos años.
El resto del panel son empresas “estrictamente domésticas”, señaló Neffa, que las dividió en tres grupos: Bancos, Petróleo & Gas y Servicios Públicos. Todas afectadas, de un modo u otro, por el “riesgo argentino” y la sombra del Estado.
En el primer grupo revistan el Macro, con una caída del 12% desde marzo y del 57,9% desde enero, el Galicia, cuyos retrocesos fueron más leves, de 2 y 49,1% respectivamente, y el Francés, que ganó 19% desde marzo, pero está todavía 43% rezagada respecto de enero y 88% si la referencia es el año 2018. “Los bancos están afectados por sus tenencias de Leliqs y activos teñidos de riesgo argentino”, dijo Neffa.

Las empresas de energía y de servicios públicos muestran alzas de dos dígitos desde el piso de marzo, pero que son entre la mitad y un tercio de lo que retrocedieron desde principios de año, afectadas todas por un altísimo componente regulatorio y un largo semi o total congelamiento de tarifas. Y un caso particular es el de Telecom, de un sector supuestamente aventajado para los tiempos del coronavirus, pero también afectada por un decreto que la convirtió, de un día para otro, en un “servicio público”, cuyos precios ya no son precios, sino tarifas sujetas al visto gubernamental.
Por ahora, lo que se ve, dijo por su parte el economista Ricardo Delgado, son algunos sectores, como materiales de construcción, recuperándose en forma de V. Algunos sectores industriales también crecieron rápido, pero con una V cortita de poco recorrido, al igual que los sectores de servicio, que dependen crucialmente de los niveles salariales. Analytica, la consultora de Delgado y Rodrigo Álvarez, describió una secuencia de recuperación con tres puntos: A, B y C.
Con suerte, dijo Delgado, para enero se podría llegar al punto C, recuperando los niveles de prepandemia para volver a crecer. Pero tampoco puede descartarse un rebrote, como está ocurriendo en Europa y EEUU. En cuyo caso habrá que recurrir a otra letra para describir la suerte de la economía.
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