
Hace más de cuatro décadas que los argentinos necesitan dólares para comprar una propiedad: los precios se publican y se “miden” en la moneda estadounidense —con algunas pocas excepciones en algunas provincias— y las operaciones también se cierran en esa moneda.
La semana pasada, la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, cuestionó esta práctica y consideró que no había motivos para la dolarización del mercado. “No hay razón para negociar las viviendas en dólares. Debemos empezar a pensar el metro cuadrado en pesos y no en dólares ya que la obra pública está pesificada y el 100% de los materiales son locales”, señaló desde la localidad bonaerense de San Antonio de Areco, en donde participó junto al presidente Alberto Fernández de un acto de entregas de viviendas del plan Procrear.
La dolarización del mercado comenzó a mediados de la década del ’70 como consecuencia del “Rodrigazo”, la crisis económica durante el Gobierno de Isabel Perón que provocó una fuerte devaluación y una inflación de más del 700% anual. Y luego se consolidó en los primeros años de la dictadura, con medidas financieras que facilitaron que el dólar se convirtiera en un “refugio de valor” para familias de clase media.
“Es lo deseable. Todos quisiéramos que la moneda argentina, el peso, sirviera como unidad de medida, medio de pago y reserva de valor. Pero entre lo deseado y la realidad hay una gran diferencia. La moneda en pesos no es aceptada como medio de pago para comprar un inmueble y eso no es un capricho ni es algo cultural, si no que es una reacción racional ante algo en lo cual sí se debería trabajar, que es la inflación”, destacó José Rozados, especialista de la consultora Reporte Inmobiliario.

“Esto pasa con los inmuebles desde desde mediados de los ’70, después del Rodrigazo. En ese momento, entre un mes y otro, la diferencia en pesos había que actualizarla constantemente y el como el dólar tenía una cierta estabilidad se tomó como referencia. Eso, lamentablemente, quedó porque nunca se resolvió el tema de la alta inflación en la Argentina, salvo un período muy corto. Desde el Gobierno no se trata de hablar de deseos, si no de crear las condiciones para que eso realmente se pueda dar", agregó Rozados.
Durante el Gobierno de Mauricio Macri se intentó implementar a las UVAs como unidades de referencia para los préstamos y la compra de propiedades. Esas unidades se ajustaban por inflación, lo que a partir de 2018 con el salto inflacionario provocó en el caso de los deudores hipotecarios un aumento significativo en las cuotas de los créditos —hoy congeladas para algunos casos— y en el capital adeudado.
“Se puede comprar en pesos si se baja la inflación, se eliminan impuestos, se achica el gasto público y la emisión monetaria. No están dadas hoy esas condiciones”, señaló Armando Pepe, presidente del Colegio de corredores inmobiliario de la ciudad de Buenos Aires (Cucicba).
Aunque aclaró que las compras de propiedades en construcción —"desde el pozo"— se realizan en pesos y los pagos se van actualizando de acuerdo al índice que elabora la Cámara Argentina de la Construcción. Luego, esas propiedades, puede ser comercializadas en moneda estadounidense y los dueños dolarizan su inversión.

Además, hay un mercado inmobiliario que se maneja en pesos en varias provincias del interior del país, donde parte de las transacciones se cierran en moneda local. “Se puede trabajar camino a un ideal de poder vender, cobrar y ahorrar en pesos. Para eso se debe trabajar en la confianza y buscar un parámetro que actualice en valor”, señaló Alejandro Bennazar, presidente de la Cámara Inmobiliaria Argentina (CIA).
“Si tomamos en cuenta que en el 52% de los distritos que integran la Federación Inmobiliaria de la Republica Argentina se realizan operaciones en pesos y que la compra desde el pozo es también en pesos, no es algo tan alejado de la realidad. Pero falta una unidad de valor. Hoy es el dólar, pero ¿a qué valor se toma? La propiedad se toma en dólar billete, no podemos seguir el valor del dólar blue”, señaló Bennazar.
En la ciudad de Buenos Aires, se cerraron en agosto 1.600 operaciones inmobiliarias, la cifra está un 45,9% por debajo del mismo mes del año pasado, que fue el más bajo en la registro histórico. Sin embargo, a pesar de las escasas operaciones concretadas, fue el mes de más actividad en el mercado inmobiliario durante 2020.
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