
El éxito del deportista en una disciplina individual como el tenis es, generalmente, producto del lógico talento y del esfuerzo. Aunque también son clave algunos factores exógenos que hacen al todo, como el acompañamiento de un agente externo, habitualmente bajo la figura de entrenador. El domingo pasado, en el Sport Social Club, mientras los flashes de las cámaras apuntaban al campeón de singles del AAT Challenger Santander Edición Villa María, Emilio Nava, Infobae indagó sobre quién se halla detrás del ganador del quinto -y último- ATP Challenger que realizó la Asociación Argentina de Tenis (AAT) en 2025 y reciente integrante del Top #100: el argentino Diego Cristín.
Cristín nació el 5 de abril de 1981 en Núñez, Ciudad de Buenos Aires. El día de su cumpleaños número dieciséis, en 1997, realizó su estreno a nivel profesional como tenista durante el Masters 1 de Córdoba, de categoría Satélite. Asimismo, en octubre de 2003, el argentino venció a un joven Juan Martín del Potro quien, curiosamente, hacía su debut en el circuito en un Future en Mendoza. Si bien registró su mejor ubicación en el puesto 318 de singles y 199 en dobles, disputó trece temporadas en las que conquistó 32 títulos: 22 en la modalidad duplas -10 fueron en 2009- y seis en individuales.

“Cuando me retiré no pensé en ‘che, voy a ser entrenador de jugadores de élite’. Empecé a tratar de hacer algo relacionado al tenis y dije: ‘Tengo que poner toda mi experiencia en ayudar a chicos que estuvieron en mí misma situación’. Ahí me picó el bicho de no sólo entrenar, sino ayudar para que puedan tener una visión y un camino más claro”, le explicó Cristín a Infobae durante un mano a mano en el comedor del Sport Social Club de Villa María.
En cuanto al balance que arrojó su carrera de tenista, sostuvo: “Creo que me dejó un saldo positivo, porque todas las experiencias que viví se las puedo transmitir a mi jugador. Ese proceso de estar solo, de no tener a alguien que te ayude o que te diga las palabras correctas”.
La primera incursión de Diego como coach fue junto a dos jóvenes argentinos de 13 años, Marcos Saffratti y Nicolás Zaidmán. Luego entrenó a Tomás Etcheverry, a quien guió desde el Top 500, al lote de los cien mejores del mundo. “Fue raro el camino, porque pasé de ese proyecto al gran circuito. Me costó al principio, sentí ese cambio. Tomás tendría 19 o 20 años pero, más allá de su juventud, veía el tenis distinto y me tuve que adaptar: le pedía que haga algo y lo hacía, entonces te sorprende. Estaba acostumbrado a estar un poco más encima y, después, tenés que aprender que ayudar desde otro lado, como la utilización de las palabras justas”, explicó.
En 2023, junto a Cristín, Genaro Olivieri superó la clasificación de Roland Garros y alcanzó, por primera vez en su carrera, la tercera ronda de un Grand Slam. El oriundo de Bragado, quien arribó a la cita parisina en el puesto 218, trepó 49 escalones en el ranking ATP y, además, disfrutó de enfrentar al danés Holger Rune en la Philippe-Chatrier. “El día a día nos iba sorprendiendo. Fue soñado. Más allá del logro deportivo, le agradezco a Dios haber tenido a ese chico en mi vida. Me ha cambiado mucho la manera de ver la vida. Especialmente por su simpleza”, describió.
Sobre el inicio de su vínculo con Emilio Nava, el campeón de este domingo en Córdoba, contó: “Llegó en un momento ideal para mí vida. Fue después de haber cortado con Gena y de haber viajado varias semanas de vuelta con Tomás. Me llegó un llamado y no lo dudé. Ya lo conocía del circuito. De hecho, durante ese Roland Garros, Emi se cambió al lado nuestro y yo le decía a Gena: ‘Este flaco juega un huevo’. Llegó en el momento de mi maduración como entrenador y le agradezco que me escuche, porque para un tipo que juega así, a ese nivel, es importante. No le tenés que enseñar todo, es acomodar un par de cositas”.

Durante el AAT Challenger Santander Edición Villa María, Nava se mostró expresivo dentro de la pista: complicidad, diversión y una fuerte conexión con su equipo. “Hay que entender que es un juego. Si estamos pasando por una mala situación, no hay que darle tanta importancia. La risa, distendernos y la figura de Fede (Diorio) -el kinesiólogo- nos ayuda mucho. Es un sostén importante para Emi. No todo lo puedo decir yo y él, en esos momentos del partido, aparece. Es entender que no es vida o muerte estar ahí adentro. Hay que tratar de hacer lo mejor que tenemos: si sale, mejor y, si no sale, a seguir el proceso”, detalló.
En relación al reciente ingreso del tenista estadounidense de 23 años al Top 100, Cristín sostuvo: “El objetivo llega después de mucho sacrificio, de mucho trabajo. La gente ve siempre lo lindo, pero detrás hay un esfuerzo de multitudes, de su familia, del equipo, de él. Nuestra idea es llegar lo más cerca de una siembra en los ATP de principio de año”.
“Él decidirá cuál es su techo. Hasta dónde él quiera llegar, va a llegar. Cómo le digo siempre al equipo, no me importa contra quién juegue, si Emi está en su zona, puede ganarle a cualquiera”, agregó confiado.
En cuanto al estilo de su pupilo, el entrenador argentino de 44 años puntualizó: “Es un jugador agresivo, de ataque, bien de la nueva generación. A la vez, le trato de inculcar ese estilo sudamericano. Podés atacar, pero también trabajar tu defensa. Además tiene todo: se siente más cómodo en el polvo de ladrillo, pero puede jugar en cemento y césped. Él es un jugador que está entendiendo un poco más de táctica y hoy puede descansar ahí. El saque es importantísimo. Más que nunca diría. Es su primera arma. Sí el saque funciona, todo es más fácil. Si de uno a diez funciona siete, vamos a estar bien”.

Esa influencia del tenis de nuestra región en Emilio inicia por estas semanas un tramo clave de la temporada. Aunque las grandes citas del deporte ya sean cada vez menos en lo que resta del calendario, los jugadores fuera del Top 50 intentan sumar puntos que les allanen el camino hacia los Grand Slams y Masters 1000 de 2026. Con el Challenger de Villa María comenzó una serie de torneos que se enmarcan dentro de la Gira Sudamericana que concluirá el 30 de noviembre con la final del Challenger de Temuco (Chile).
En ese sentido, Cristín analizó lo que se le viene al joven de ascendencia latina y que eligió Argentina como base. “La gira sudamericana es durísima. Hay jugadores que, para mí, tienen más nivel del que aparentan. Pero creo que el tenis, en general, está así, entre el 90 y 220 del mundo no hay diferencia, salvo detalles. Él lo sabía y así planteamos el torneo. De hecho en la primera ronda casi perdemos”, reconoció.
Por último, el coach se refirió cuáles deben ser las habilidades con las que deben contar él y sus colegas para trabajar con los representantes de la nueva generación de tenistas, protagonistas del circuito profesional. “Creo que tiene que saber mucho de psicología. Estar instruido en cómo llevar seres humanos jóvenes, en un mundo donde todo pasa muy rápido, donde con la tecnología prevalece el ‘ya’, donde la paciencia no existe, donde no hay compromiso por el proceso. Actualmente me estoy preparando. Leo mucho sobre eso, veo mucha neurociencia, hablo con psicólogos”, concluyó.
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