En la historia del sóftbol femenino, hay miles de juegos, millones de lanzamientos y una secuencia que parece no tener precedentes. La noche del viernes 31 de mayo, en el Devon Park de Oklahoma City, una escena tan improbable como efectiva ocurrió durante el duelo entre Oregon y Ole Miss por la Serie Mundial Universitaria (WCWS). Lyndsey Grein, lanzadora de Oregon, ejecutó un pitcheo que terminó en strike, pero no sin antes golpear —en pleno vuelo— un trozo de tierra que se había desprendido de sus propios tacos. La pelota desintegró el terrón en el aire, y uno de los fragmentos impactó en el ojo de la receptora Emma Cox.
El episodio se dio en la parte alta de la novena entrada, con el marcador empatado y dos outs. Cox atrapó el lanzamiento en cuenta de 3-0 e, inmediatamente, se encorvó con gestos de dolor. La repetición reveló una secuencia inverosímil: el terrón de tierra, levantado desde el círculo de lanzamiento durante la mecánica de Grein, fue alcanzado por la pelota en su recorrido hacia el home. El impacto dispersó el material en múltiples direcciones, y uno de esos fragmentos fue a dar, con puntería involuntaria, en el rostro de la propia compañera de equipo.
“Es una de las cosas más extrañas que he visto”, comentó Theo DeRosa, periodista de MLB.com, que dio cuenta del suceso con imágenes que rápidamente se viralizaron en redes sociales. El video del momento, publicado en X (antes Twitter) por el usuario @cjzero, muestra con nitidez la improbable colisión entre la pelota y la tierra.
A pesar del golpe, Cox permaneció en juego. No solo eso: abrió la décima entrada con un sencillo dentro del cuadro, que más tarde se transformaría en la carrera de la victoria para las Ducks por 6-5, lo que permitió a Oregon evitar la eliminación y seguir con vida en el torneo.

Más allá del desenlace deportivo, lo sucedido planteó una pregunta de los aficionados que escapó a lo técnico y se adentró en el terreno de lo estadístico: ¿cuáles son las probabilidades de que algo así ocurra? De acuerdo con estimaciones informales obtenidas por los usuarios, las chances de que un lanzamiento golpee un trozo de tierra que se desprendió justo en la trayectoria de la pelota, y que luego un fragmento termine en el ojo del receptor, son extremadamente bajas: del orden de 1 en millones o incluso miles de millones de lanzamientos.
No existen antecedentes documentados de una jugada con estas características en la historia del sóftbol femenino. Y aunque los partidos menos visibles podrían albergar incidentes similares no registrados, todo sugiere que el evento vivido en Oklahoma City es, al menos por ahora, único en su tipo.
La combinación de precisión, azar y condiciones del campo produjo una escena que quedará como una rareza. Para Emma Cox, además, será una anécdota tan dolorosa como inolvidable: la vez que atrapó un strike... y la tierra también la golpeó.
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