
Sofía González dejó el anonimato desde que se convirtió en una de las referentes del seleccionado argentino de rugby femenino. La capitana de Las Yaguaretés es considerada la mejor en su disciplina, lo que le permite aspirar a sentarse en la mesa de las grandes junto a otras deportistas que escribieron numerosas páginas de la historia dorada albiceleste, como los casos de Gabriela Sabatini, Luciana Aymar, Paula Pareto, la Tigresa Acuña o Cecilia Carranza, por citar algunos casos.
A pesar de su gran presente, ella mantiene la misma postura humilde que la caracterizó desde su juventud, cuando no podía jugar porque no contaba con la mayoría de edad para afrontar una actividad que carecía de divisiones inferiores. “Trato de no generarme presión con los comentarios o halagos que recibo. Es lindo que a una le reconozcan su juego, pero trato de ser siempre la misma dentro de la cancha. Me puedo equivocar como cualquiera, pero siempre trato de dar lo mejor de mí”, remarcó en diálogo con Infobae.
Su historia es particular, dado que a los 13 años tuvo sus primeros contactos con la ovalada, pero recién pudo desarrollar su talento cuando cumplió los 18. Estuvo media década atravesando sensaciones de angustia con mucho sacrificio hasta que por fin llegó el día. “Me cuesta tomar conciencia de todo lo que pasó a lo largo de estos últimos 12 años (en 2013 tuvo su primera convocatoria en la Selección); se podría decir que pasé por todas las situaciones y todos los procesos", analizó con una cuota de nostalgia.
Ella se siente orgullosa por la carrera que construyó; y su felicidad tiene relación directa a las barreras que tuvo que romper para esquivar los tackles de las imposiciones sociales que amenazaban con destruir su sueño. “Hubo mucho trabajo y mucho llanto, porque también hubo una Sofi con 13 años que no podía participar de los torneos y había que esperar hasta ser mayor de edad para estar en una liga. No tenía otras compañeras con quien compartir esa tristeza, porque ninguna chica de mi entorno jugaba al rugby”.
La mirada retrospectiva le generó ciertas interrogantes que no se había planteado hasta el momento. A pesar del reconocimiento constante con premios individuales y los consejos que recibió de las jugadoras más experimentadas, finalmente advirtió que hubo una persona que fue clave para pelear por una pasión que descubrió durante su adolescencia. “Lo viví con una compañera, porque arranqué a jugar por una vecina que jugaba con su mamá. Me acuerdo que una vez me invitaron al club para probar en un entrenamiento y ahí empezó todo. Toda esa etapa la atravesé con ella", describió.
A pesar del desconocimiento de las reglas, el roce físico constante y el cansancio que provoca un partido en busca del try, Sofi González quedó encantada con su primera experiencia. “No entendía por qué la pelota se pasaba para atrás y había que correr hacia adelante”, ejemplificó entre risas. Y de inmediato sentenció: “a pesar de su complejidad, estaba decidida a jugar al rugby”.
Se trató de un trabajo teórico y práctico. Había que estudiar las reglas y no perderse ningún entrenamiento. Y a medida de que pasaba el tiempo, sus compañeras más grandes la seguían incentivando para que no abandone. “No veía la hora de cumplir 18 años para poder jugar”, sintetizó.

Con la mayoría de edad festejó su debut en SITAS y su primera convocatoria al representativo nacional. “Llegó rápido”, aseguró. Es que en esa época el encargado de conformar el seleccionado femenino era Santiago Gómez Cora, quien le venía siguiendo los pasos por los amistosos que protagonizaba cuando acompañaba al conjunto de Palomar a disputar sus compromisos oficiales. Para esas alturas, también tuvo que tomar una decisión difícil: agarrar las valijas y mudarse de la casa de su madre en Ituzaingó para instalarse en el Cenard.
“Era raro, pero sentía que estaba viviendo un sueño. Tuve la oportunidad de conectar con atletas de otras disciplinas y empaparme de conocimientos con personas de otros deportes”, recordó con orgullo. Naturalmente, aquello le facilitó su proyección, ya que los 19 años tenía que participar de los entrenamientos que diseñaba el combinado argentino en el SIC (San Isidro Club); pero su apuesta deportiva también la llevó a descuidar sus obligaciones en el colegio. Durante su último ciclo en la secundaria, los viajes en transporte público desde el Oeste hasta la Zona Norte del conurbano bonaerense le demandaban mucho tiempo y esfuerzo. “He perdido materias porque tenía viajes de tres o cuatro horas entre el colectivo y el tren. Un día le dije a mi mamá que iba a dejar la escuela para apostar por el rugby; y ella me apoyó, pero me hizo prometer que tenía que recibirme en algún momento”, confesó.
En el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo gestó una amistad con Mariela Delgado, la ciclista misionera con la que compartió habitación durante su estadía, y Yami Otero, su compañera en Las Yaguaretés. “En esa época, los únicos medios para acercarme a mi familia eran con combinaciones de tren y colectivo. Los veía solamente los fines de semana que no tenía partidos”, recordó.

Por su pasado, recientemente se entusiasmó con la creación del Centro Nacional de Rugby, una obra ambiciosa que promete fomentar al deporte argentino. Para Sofi se trata de una obra especial, que le facilitará la formación a los jóvenes que sueñan con representar al país, más allá de las adversidades que se les presenten en la vida. “Una se pone muy contenta con este tipo de noticia. Hace unos añitos atrás nos habían contado de qué se trataba y cómo lo iban a encaminar. Por suerte ya empezaron con las obras. Creo que es un gran avance para el rugby argentino, tanto para los seleccionados como para los clubes”, subrayó.
El 2025 tendrá un calendario de mucha actividad para el representativo nacional femenino. “Ahora nos estamos preparando para la instancia definitoria del circuito mundial. Esperemos hacer un buen papel en el torneo de Cracovia”, sostuvo. Pero más allá de lo que suceda en la cita internacional, en su cabeza también se presenta ocasionalmente lo que hará en el futuro. “Todavía me cuesta pensar en el retiro, porque tengo objetivos muy lindos con la selección. Seguramente siga involucrada en el rugby femenino, participando desde otro lugar; pero por ahora quiero disfrutar del presente”, completó.
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