* El grito de Zaracho, una obra de arte
Matías Zaracho ingresó en el entretiempo en el duelo de vuelta de la Recopa Sudamericana en Río de Janeiro. Botafogo había apretado, sobre todo en el epílogo de la primera etapa, en pos de descontar el 0-2 que había sufrido en Avellaneda. Pero al volante surgido de la cantera de Racing, de 26 años, le alcanzaron apenas cuatro minutos para dejar su huella en el partido. Y qué huella...
Adrián Martínez peleó una pelota con el cuerpo y desparramó a su rival casi como wing izquierdo. Desde allí, sacó un centro atrás que se le fue algo largo, pero surgió Martirena, quien enganchó hacia el medio y sacó un remate que rebotó en un rival. La pelota le quedó al ex Atlético Mineiro, con la marca encima, pero poco le importó. Acomodó el balón para su derecha y sacó un disparo bombeado, potente y cruzado, que se coló en un ángulo de la valla defendida por el arquero John. Así, desató el festejo alocado de todo el plantel y del entrenador Gustavo Costas, quien terminó gritándole la conquista a la cámara, como Maradona en el Mundial de Estados Unidos 94 ante Grecia.
“Quedó demostrado que somos un gran grupo. Estoy muy emocionado, porque el año pasado me tocó quedar afuera de la final de la Libertdores y hoy tengo revancha con la camiseta que más quiero. Le quiero dar las gracias a mi mujer, que siempre estuvo ahí, se lo dedico a ella y a mis hijos. Que esto sea un gran comienzo de muchas cosas buenas”, comentó Zaracho.
La acción ofició como anticipo de lo que sucedería después. Porque otro hijo de la casa, que surgió con ímpetu de las Inferiores, se marchó a Europa, pasó por River y volvió por gloria, asestaría el golpe de nocaut. Se trata de Bruno Zuculini, quien para no ser menos, también firmó un golazo.
* El tanto de Zuculini, con vocación de delantero
El volante tapón, de 31 años, suele aparecer por sorpresa en la zona de fuego. Y los futbolistas del Fogao no lo vieron venir. Martirena sorprendió con un pase volado al corazón del área y Zucu paró el esférico de pecho, en un control orientado para acomodarlo para su derecha, y sacó una volea furiosa, que infló al máximo la red: otra joya, 2-0 y título para la Academia.
“Si hay algo que tenemos es solidaridad, somos humildes, trabajamos mucho. Estos chicos se tiran de cabeza por el club, y eso lo valoro mucho. Y vamos a trabajar para que el club esté donde tiene que estar, sentimos que estamos para mucho más. Que la gente siga confiando”, arengó el volante tra la gesta.
Es verdad, quedaban 21 minutos para el final del pleito, pero desde allí la visita dominó anímicamente el partido. Si hasta unos instantes antes del epílogo el banco de suplentes bañó al entrenador Costas en el inicio de las celebraciones, aunque la pelota todavía estaba rodando.
Así, Racing logró su segundo título en la era Costas: luego de la Copa Sudamericana, la Recopa. Y redujo al mínimo al campeón de la Libertadores y el Brasileirao, que besó el césped tras un 0-4 en el global. A puro golazo.
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