
El ráquetbol ha sido una de las disciplinas que más alegrías le ha dado a la Argentina en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. María José Vargas fue una de las protagonistas que más veces se ha subido al podio con tres medalla de plata y una de bronce, mientras que su compañera Natalia Méndez cosechó dos preseas plateadas durante su incursión del otro lado de la Cordillera andina.
En la última presentación, las argentinas cayeron en la final por equipos ante México y debieron conformarse con el segundo puesto. En primer turno, Vargas le ganó a Montserrat Mejía 3-0 (11-5, 11-9 y 11-9), en el segundo partido Méndez perdió frente a Paola Longoria 3-0 (11-6, 11-7 y 11-9). Y en el dobles las aztecas se impusieron 3-0 (14-12, 11-7 y 11-5) para quedarse con el oro.
Ellas son oriundas de Santa Cruz, Bolivia, pero están orgullosas de defender la bandera albiceleste. “La Selección me adoptó hace 7 años y estoy feliz de lograr las medallas para un país que quiero mucho”, deslizó Natalia, en diálogo con Infobae.
La joven siente que el mundo es su casa por los viajes que le demanda el Tour Internacional que cuenta 10 destinos diferentes. Y su sonrisa permanente refleja la felicidad que le genera jugar para la Argentina. Desde que se radicó en tierras criollas, se hizo fanática de River y todavía se burla de sus compañeros “bosteros” por la final de la Copa Libertadores en Madrid, aunque en el último tiempo también recibe chicanas de los Xeneize que sueñan con ganar la Séptima en Río de Janeiro.
“Yo de chiquita era hincha de Las Leonas”, interrumpió María José, quien también manifestó su amor por la bandera albiceleste. “Cuando tenía que jugar para Bolivia, quería salir a la cancha con la camiseta de ellas, pero no me dejaban porque no era el uniforme oficial. Me rajaron al toque”, recordó entre risas.
La falta de apoyo del Estado boliviano contribuyó para que las chicas se nacionalizaran argentinas. La anécdota que demostró su sacrificio fue una pintura de las locuras que hizo María José por seguir su sueño. “Hubo un torneo en Corea en el que no tenía el dinero para viajar, entonces un amigo de mi papá me regaló tres vacas para que las rematara y pudiera financiar el viaje”, rememoró manteniendo la carcajada. También se amotinó en el hotel Casa Blanca de Santa Cruz, a la espera del arribo del presidente Evo Morales para explicarle su situación. “A pura bolas lo esperaba para que le pudiera dar una carta que había escrito. Me terminó atendiendo y me dio una beca en la universidad”, detalló.
Ellas fueron las grandes protagonistas en Chile. Con sus raquetas llevaron al ráquetbol al medallero para que la delegación argentina siguiera sumando y escalando. Tienen el corazón pintado celeste y blanco por adopción. Además de conseguir medallas de plata y bronce, las figuras nacionales cuentan con otros títulos, dado que la ingeniera Vargas y la abogada Méndez consiguieron la gloria con un talento que quiebra las fronteras.
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