
El flechazo entre Carlos Bianchi y Juan Román Riquelme fue instantáneo cuando el Virrey todavía no era considerado tal en Boca y recién había arribado al club. Fueron dos de los principales protagonistas de la era dorada xeneize, aunque tuvieron un extenso bache antes de verse las caras para trabajar de nuevo. El entrenador se marchó tras la caída por la Intercontinental con el Bayern Munich y el 10 se despidió seis meses después. Cuando el DT retornó en 2003, Román ya estaba desandando su camino por Europa.
Volvieron a unirse sus caminos una vez que Bianchi despertó de su siesta y aceptó tomar las riendas del Boca que venía de ser subcampeón de América con Julio César Falcioni como entrenador y se había quedado sin su pieza fundamental, Riquelme, por falta de energías tras la derrota con Corinthians en Brasil. De hecho, el mítico técnico fue seguramente motivo fundamental para que la barra energética del enganche se recargara hasta el tope.
Uno de los integrantes de aquel plantel, Cristian Chávez, reveló en Radio Rivadavia cuál era la idea de Bianchi ante la inminente vuelta de Riquelme: “Yo hice toda la pretemporada con Carlos y él fue muy sincero, vino de frente, eso lo valoro. Por eso es un grande. Me habló y fue claro: ‘Mirá, Cristian, me parece que va a venir Román otra vez. Y si viene, yo le doy la pelota y él me maneja todo’. Hasta ahí se decía que podía volver o dejar el fútbol”.
Al Pochi se le iban a reducir mucho las posibilidades de jugar y empezó a analizar opciones para salir a préstamo del club. Rosario Central y otros equipos picaron en punta (finalmente desembarcó en Lanús). La recomendación de Bianchi fue contundente: “Si tenés la posibilidad de irte a jugar, hacelo porque es lo más lindo para un jugador, andá y aprovechá. No te quedes acá atrás de él, porque para mí Román es todo”.

La relación entre Chávez y Riquelme no venía de la mejor forma. El hoy futbolista de Jorge Wilstermann reveló que de un día para el otro el ídolo dejó de invitarlo a comer, llevarlo a la casa y hablarle, situación a la que hasta ahora no le halló explicaciones (descree que sea por su afinidad con Martín Palermo). Ahí sus caminos se separaron.
Y aunque ponderó el gesto que Bianchi tuvo con él, no lo incluyó en la lista de entrenadores predilectos porque no llegó a dirigirlo. En la nómina sí mencionó a Miguel Ángel Russo, Carlos Ischia y Julio César Falcioni: “Fueron los mejores que tuve, todos me querían mucho. A Miguel le agradezco mucho porque me hizo jugar muchos partidos en Boca siendo chico”.
Hubo un apartado honorífico para Alejandro Sabella, quien lo convocó a la Selección: “Fui a jugar un amistoso contra Portugal. Fue algo increíble entrenar con Messi y Tevez. Disfrutaba verlos jugar y viví el momento”.
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