Físico formado en el prestigioso Instituto Balseiro, especializado en matemáticas financieras en Chicago y doctorado en Economía en Harvard, Demian Reidel es un funcionario difícil de encasillar en el staff del gobierno nacional. Está acostumbrado a ser “el diferente”: él mismo se define como la “oveja blanca” de su familia, en la que todos son abogados.
Reidel se integró al gobierno de Javier Milei como jefe de Asesores del presidente, un puesto clave desde donde elabora políticas públicas e influye en la dirección económica del país. Desde fines del año pasado, tiene a cargo el Plan Nuclear Argentino, un ambicioso proyecto que, según sostiene, puede convertirse en una plataforma de despegue sin precedentes para el país.
Con la verborragia de los científicos convencidos de su hipótesis, transmite las ideas con pasión y asegura que el presidente Milei “la ve”. En una larga entrevista con DEF en el salón de la Ciencia de la Casa Rosada, Demian Reidel detalló cómo es el masterplan para que Argentina se convierta en una potencia nuclear.
-¿Por qué solés decir que estamos en un “verano nuclear”?
-Desde hace décadas, el mundo vivía un declive en la utilización de la energía nuclear, una situación que era absolutamente ridícula y que se daba por los motivos equivocados. Por ejemplo, Alemania pasó de tener una gran cantidad de energía nuclear a utilizar una energía más cara y más sucia. Lo que está sucediendo ahora es que la inteligencia artificial y los centros de datos están generando una demanda exponencial de energía, y recién estamos al principio de este proceso. Entonces, no solamente vamos a tener mucha mayor demanda energética en el mundo, sino que además las empresas que construyen estos centros de datos requieren, en general, que la energía tenga tres características: que sea limpia, estable y escalable; tres aspectos que solo conjuga la energía nuclear.

-¿Las renovables no los tienen?
-El problema de las energías renovables es que son cíclicas, por ejemplo, solar o eólica. Naturalmente, hay un ciclo en su generación que hace que no se pueda contar con una de las tres características que te dije: la estabilidad. Pero, si lo que se busca es energía limpia, hay que decir que la energía nuclear es la más limpia que tenemos hoy. No genera ningún tipo de polución, emisión de carbono, efecto invernadero, etc.

-¿Esta demanda se puede alimentar con la energía nuclear tradicional?
-No, ahí está el punto. Hay una carrera tecnológica para desarrollar la nueva generación de reactores nucleares, los SMR (Small Modular Reactors o Reactores Modulares Pequeños, en español). Son reactores mucho más chiquitos, pero no solamente eso, sino que son modulares, quiere decir que se pueden poner varios como si fueran pilas y completar de acuerdo a las necesidades. Si el diseño es bueno, se pueden ubicar casi en cualquier terreno, de manera que se puede llevar energía a lugares a los que era muy difícil llevar la red eléctrica o, por ejemplo, para alimentar estos grandes centros de datos de los que hablaba antes. Hay como 80 compañías en el mundo que están tratando de hacer esto. Es una verdadera carrera por quien llega a ofrecer el primer SMR comercializable en escala.

-¿Y cómo se inserta Argentina en esa carrera?
-Nosotros tenemos el ACR-300, un reactor modular de 300 megavatios, desarrollado por ingenieros de INVAP, pero de capitales privados. Es un diseño avanzado, con muchas características interesantes, y que nos pone en la situación de ser de los primeros países en el mundo, si no el primero, en poder desarrollar esta tecnología y vender comercialmente estos reactores. O sea, Rusia ya los tiene, por ejemplo, pero no está en una situación clara para venderlos. De manera básica y sin entrar en demasiados detalles puntuales, puedo decir que Argentina hoy tiene una ventaja competitiva muy grande en esto. Por eso, la fase 1 de nuestro Plan Nuclear es el desarrollo de estos reactores. La idea es construir una nueva planta nuclear con cuatro de estos módulos en lo que iba a ser Atucha 3.

-¿En qué consiste el Plan Nuclear Argentino?
-El país tiene un montón de jugadores de mucho nivel en el área nuclear: INVAP, Nucleoeléctrica SA, CONEA, CONUAR, etc., pero, como no ha habido coordinación, son empresas que trabajan individualmente. Como te decía, la carrera tecnológica nuclear actual es importantísima y el presidente entendió esto. Entonces, anunció el Plan y me puso arriba de todo como para poder coordinar. Es muy diferente si todos tiran para el mismo lado y saben que hay intereses que van más allá de cada una de estas entidades. La primera etapa es fundamental y es ahora. No podemos dejar pasar la oportunidad.
-¿Es posible incorporar el capital privado a esas empresas?
-Bueno, hay planes para privatizar, pero te diría que son dos avenidas separadas. No es que la inserción del capital privado cambie mucho, nosotros necesitamos eficientizar todo el sector. Argentina tiene muy buen capital humano, los ingenieros son top, entonces, tenemos que utilizar estos recursos que no están siendo utilizados.

-Después de esa primera etapa, ¿qué viene?
-La fase 2, que es la que cambia violentamente la ecuación para todo. Yo lo llamo el “modelo Gillette” de la energía nuclear, porque, de la misma forma en que te venden la maquinita de afeitar y los repuestos, podemos aprovechar la comercialización de estos reactores modulares para venderlos con un compromiso de compra de uranio argentino, mineral del que tenemos cuantiosas reservas, pero que está totalmente desaprovechado. Al punto de que importamos uranio para nuestros reactores. ¡De locos!
Por eso, estoy desesperado por que esto pase ya, porque, si nosotros desarrollamos este reactor a tiempo y tenemos poder monopólico u oligopólico en su comercialización, podemos aprovechar la enorme demanda que va a haber sobre esto para imponer ciertas condiciones de venta. Si nos dormimos, no existe esta coordinación de la que te hablo y los reactores los producimos recién en 10 años, ya está, no le vas a poder pedir nada a nadie, porque va a haber otros 15 otros proveedores.
-¿Se van a poder desarrollar las minas de uranio para ese entonces?
-Quizás sí, pero no necesito saber todo al detalle ahora. Lo que no podemos hacer es esperar a tener todo solucionado para avanzar, porque corremos el riesgo de quedarnos sin nada. Yo tengo que apretar las clavijas para que lleguemos. Subir el volumen a 11, como en la película Spinal Tap.

-¿Hay una fase 3?
-Sí, es la más visionaria para el futuro. Es mi sueño, la llamo “Nuclear City”. Consiste en lograr que las empresas miren a Argentina como un lugar seguro para venir y enchufar su data center o lo que sea en esta especie de ciudad del futuro, sin combustibles fósiles, con aire limpio, los mejores restaurantes, teatros, etc. Si logramos las fases 1 y 2, no va a ser ciencia ficción.
-¿La presencia de Rafael Grossi, titular del Organismo Internacional de Energía Atómica, en la presentación del Plan Nuclear fue un aval internacional para este plan?
-Es el personaje número uno de la agencia número uno de energía atómica… ¡¿Qué te parece?! Sí, es más, tengo una relación muy buena y muy fluida con él. Hablo muy seguido porque, de verdad, nos ayudó a pensar. Tuve una gran ayuda de parte de Rafael. La importancia de eso te diría que es muy difícil de sobreestimar, y que viniera hasta acá a presentar el plan nuclear en el Salón Blanco es muestra de que esto es importante. Es una de esas cosas que son clave para el país.

-¿Cómo te ves a vos mismo en el conglomerado de funcionarios del gobierno? Porque convengamos que tenés un perfil diferente…
-Y… ¡todavía me toleran! No sé, por ahí no... Fuera de broma, nunca en mi vida sentí un privilegio tan grande como el poder hacer algo como esto para mi país. O sea, creo que el Plan Nuclear puede cambiar el país para siempre. No me quiero poner sentimental, pero mi padre murió hace pocos años y a mí me pega mucho esto… Es un orgullo enorme, si esto funciona, no necesito más. Imaginate que la Argentina se convierta en potencia nuclear y poder decir “yo diseñé el Plan Nuclear”. Le llevé la idea a Milei, y el presidente –que la ve– se dio cuenta instantáneamente y me dio el apoyo político para realizarlo. ¿Cómo no se dio cuenta antes ningún otro? No sé, pero tenemos este presidente que, para mí, es un milagro. Así que te contesto de vuelta, ¿cómo no voy a venir a trabajar acá?
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