Son el ejército de mercenarios más famoso de todo el mundo. Su líder, primero, formó parte de las filas de la Armada de Estados Unidos y, luego, se convirtió en el principal contratista del Departamento de Defensa de ese país.
Sin embargo, y a pesar de su accionar sigiloso, en 2007 una masacre a más de una decena de civiles en Irak los sacó de las sombras y los puso en el centro de la escena. En un nuevo informe, DEF recorre el oscuro universo de Blackwater, los soldados de fortuna más infames del siglo XXI.
Fundado en 1997, en Estados Unidos, este ejército privado tuvo como primera misión entrenar a marinos y soldados de ese país. Aquel primer contrato del gobierno con la empresa tuvo lugar después de que el destructor USS Cole fuera bombardeado el 12 de octubre de 2000 por dos pilotos suicidas miembros de la célula terrorista Al Qaeda en las costas de Yemen.
Sin embargo, luego de los atentados del 11 de septiembre, Blackwater se convertiría en la principal subsidiaria de los Estados Unidos en su afamada guerra total contra el terrorismo. Primero Afganistán y luego Irak; esos fueron los destinos de más de un centenar de mercenarios que funcionaron como soporte de las Fuerzas Armadas estadounidenses en Medio Oriente.

El padre de la bestia
Erik Dean Prince fue el hombre que le dio vida y forma a la empresa. A pesar de ser hijo de una de las familias republicanas más adineradas del estado de Michigan, su sueño siempre fue desempeñarse en los campos de batalla. Nada pudo detener su destino, ni siquiera el hecho de tener una oportunidad como becario en la Casa Blanca en tiempos de la presidencia de George Bush padre.
En 1992, se alistó como oficial en la Armada de los Estados Unidos y, luego, se incorporó como miembro del comando SEAL. Pero, en esos tiempos de relativa paz internacional, no tuvo oportunidad de participar en ninguna guerra ni de probar sus “capacidades”.
Tres años más tarde, y luego de la muerte de su padre, Prince abandonó su lugar en las filas de las Fuerzas Especiales y, en 1997, fundaría su propio emporio bélico: Blackwater.
Primero, brindó capacitaciones militares y, tiempo después, compraría un gran centro de entrenamiento para poder llevar la empresa a otro nivel. Finalmente, fundó Blackwater Security Company, una de las subcompañías del conglomerado y, como primera misión, durante la presidencia de George Bush hijo, se aventuró a la caza de uno de los hombres más buscados del mundo: Osama Bin Laden.
Fue con George W. Bush que la empresa firmó contratos millonarios, gracias a su participación activa en las guerras de Medio Oriente que Estados Unidos inició a principios de este siglo.

La caída del ejército negro
Los contratos millonarios firmados con el Pentágono y el Departamento de Estado colocaron a Blackwater en una posición consolidada dentro de los aparatos de inteligencia y de Defensa estadounidenses.
Su participación activa en el campo de batalla quedó en evidencia cuando, en 2003, cuatro de sus hombres fueron capturados y asesinados por rebeldes iraquíes. En aquella oportunidad, luego de una emboscada, los insurgentes los capturaron, los mataron y prendieron fuego sus cuerpos.
Sin embargo, el hecho que sellaría su destino tuvo lugar en 2007, cuando, con armas pesadas, ametralladoras y lanzagranadas, mataron a al menos 14 civiles iraquíes e hirieron a más de una decena de personas, entre los que se encontraban mujeres y niños, en la Plaza Nisour, en Bagdad.
Tras ese hecho, la empresa quedó en el centro de la escena y varias investigaciones sacaron a la luz los contratos millonarios con el estado, con lo que quedó al descubierto su participación con la CIA en un programa secreto que tenía como objetivo asesinar a los líderes de Al Qaeda.
El 23 de octubre de 2014 cuatro contratistas de Blackwater fueron condenados por la justicia federal de Estados Unidos por su accionar en Irak. Pero, a finales de 2020, el entonces presidente Donald Trump los indultó y dejó sin efecto las condenas sobre estos mercenarios, con lo que provocó un fuerte debate en el seno de Naciones Unidas.
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