
Conocer una ciudad no implica solo recorrerla en el espacio, sino también en el tiempo. ¿Cómo un edificio llegó a ser el que es? ¿Qué tramas y subtramas dieron por resultado determinada plaza, determinada esquina? Si hablamos de Buenos Aires, la pregunta deja de ser abstracta y se vuelve concreta. “Aquí el incierto ayer y el hoy distinto / me han deparado los comunes casos / de toda suerte humana”, escribió Jorge Luis Borges.
En el casco céntrico de la ciudad y en Recoleta, frente a plazas y edificios emblemáticos, el flanêur atento va a encontrar unas placas metálicas con un código QR. Si el caminante, además de atento, es curioso, va a escanear la imagen y se va a encontrar con fotos e información de cómo era ese espacio a comienzos del siglo pasado, en su mayoría entre 1910 y 1940. El proyecto responde a una iniciativa llamada “BAenFoco”, y fue ideada por Francisca Ulloa y Carolina Repetto, dos historiadoras de 26 años que buscaban una manera de sacar la historia del aula y llevarla a las calles.
Con el apoyo de mecenazgo de la ciudad, BAenFoco –definido por las creadoras como “una herramienta que te ayuda a dialogar con el pasado de la ciudad”– propone dos recorridos: uno en el casco céntrico de la ciudad, que incluye la Casa Rosada, el Congreso, Tribunales y el Obelisco, y otro en el barrio de Recoleta. “Elegimos esos recorridos porque son lugares que tenían un bagaje fotográfico mucho más grande que otros, también, tiene que ser algo que en el pasado haya tenido algún atractivo para ser fotografiado”, explicaron a DEF.

La idea se gestó en 2019, pero la pandemia atrasó los tiempos, y las placas se instalaron en abril de este año. “El archivo General de la Nación abrió en septiembre de 2021, es decir, estuvo casi dos años cerrado. Ahí, estuvimos desarrollando la página, escribiendo los textos, pero no contábamos con todas las fotos”, explicó a DEF Carolina Repetto. Si bien los recorridos se pueden hacer de manera virtual, el plan original apuesta a hacerlo de forma física.
Ambas son historiadoras y dan clases en nivel secundario y universitario, y están cursando la maestría en Crítica de Arte y en Literatura respectivamente “Uno de los próximos recorridos será sobre El Eternauta”, adelantó Francisca. En una conversación por Zoom, aprovecharon el proyecto de BAenFoco para reflexionar sobre algunas de las discusiones de la disciplina histórica, el cruce entre tecnología e historia y la diferencia entre los soportes digitales y físicos.
-¿Cómo surgió la creación de BAenFoco?
-Carolina Repetto: Hay un cierto punto en el que la historia que se ve en la facultad, en el aula, difiere de lo que se puede llegar a ver en el espacio público. Por eso, nuestra idea fue hacer una conjunción de ambas, no dejar que sea solamente una información de Google, pero sí lo suficientemente adaptable para los distintos públicos. Te auxilia en el acceso a fuentes, archivos e información, algo que en las redes está desagregado o, en el caso de los archivos, son difíciles de encontrar o tenés que tener tiempo y acercarte para consultarlos.

-Francisca Ulloa: Para los teóricos de la Historia, la ciudad tiene dos caras: una material, física, y una simbólica. La versión simbólica es el espacio donde la ciudad funciona como motor y espejo de las transformaciones. En ese sentido, en BAenFoco, encontrábamos esa conjunción, la ciudad física con la imagen, la territorialidad con los recorridos, un ambiente más descriptivo, de modo de poder combinarlo con lo vivido, donde la ciudad se convirtiera en un teatro, en el que, si cambiás la escenografía, cambiás la obra. A partir de las imágenes antiguas que empezamos a rastrear, nos dimos cuenta de que había una forma más intuitiva de mostrar estas divisiones que a veces se restringen a la academia. Por eso, pusimos el foco en bajar esta información de calidad, ciertas teorías que tiene la historia sobre el urbanismo, a un material más accesible.
-¿Qué desafíos encuentran a la hora de llevar esas discusiones fuera del aula, a un público general?
-F. U.: Fue más que nada tratar de reconocer qué genera interés en el público, y usar ese fuerte. Por ejemplo, que las peripecias políticas llaman la atención, sobre todo cuando hay algún tipo de reforma o transformación importante es algo que ya reconocíamos en el aula. Tratamos de mantener una idea en cada una de las placas: qué es lo central de este lugar, cuál es su carga simbólica y cómo dialogan todas las historias. Hay muchos lugares atravesados por un montón de historias, es difícil centralizar todos los datos de cada lugar con 400 años de ciudad. Buscamos reconstruir una identidad, una matriz de interés por cada lugar para que cuente un fragmento de historia fuerte. A partir de eso, uno agrega detalles, datos de color y cosas que resulten interesantes. Un historiador que se llama Adrián Gorelik dice que la ciudad es un mosaico desajustado, hecho de piezas irregulares que no encajan del todo entre sí y que representan jeroglíficos de una era. Nosotros pensamos: ¿cómo podemos representar esos jeroglíficos detrás de edificios ante los que la gente camina todos los días?
-¿Cuál sería la matriz en el caso de Recoleta y en el recorrido clásico?
-C. R: En el recorrido clásico, se ve más clara la transformación entre ciudad colonial y ciudad moderna. Estaba lleno de los fuertes de Buenos Aires, plazas con corridas de toros, y se ve también la transformación de la ciudad protoespañola a la ciudad latinoamericana.
-F. U.: Recoleta es la Argentina medio europeizada, que llega a su auge arquitectónico en un momento de decadencia, porque es la crisis de 1930, y empieza a convivir con expresiones más criollas. Para mí, Recoleta es una imagen congelada de un pasado argentino que al día de hoy sigue siendo un escenario estético para pensar la historia.

-C. R: Es la integración de lo que antes eran los suburbios, las instituciones nacionales que marcan la identidad de lo que va a ser la Argentina, como la Biblioteca Nacional, la Facultad de Derecho y el Museo de Bellas Artes, instituciones que son fuertes a nivel federal.
-¿Cómo trabajaron con la tensión entre lo engorroso pero fiable de los archivos oficiales y lo accesible pero fragmentario del material que circula en las redes sociales?
-C. R: Es clave la contextualización: a veces, el archivo de la Nación ofrece una terraza e indica que es la Casa Rosada; sin el epígrafe, podría pensar que es la terraza de mi casa. En las redes y en internet, está todo descontextualizado, no hay un hilo que se pueda seguir, y se hace difícil acceder a la información correcta. Uno se puede marear. En el archivo físico, al tener otra forma de catalogar, quizás está más cuidado desde ese punto. A su vez, al archivo físico es muy difícil acceder, capaz que es una fuente increíble y está borroneada la fecha.
-F. U.: Con respecto a la dispersión de las redes, apostamos a un diseño pulcro, ordenado, y que eso reflejara la seriedad del contenido de adentro. Y, por otro lado, un punto medio en la tensión entre lo digital y los archivos son los libros. Hay un montón de libros sobre historias de Buenos Aires, y cuando tuvimos dudas o contradicciones en la información, fueron nuestro centro de apoyo: íbamos a un libro que sabíamos que alguien se había tomado el tiempo de redactar, de investigar, de editar, y pasaba a ser una información más confiable para nosotras.

-¿Tienen en mente una expansión del proyecto? ¿Podrían alcanzar otras ciudades?
-F. U.: Yo soy salteña, entonces uno de mis deseos es que haya un salto y llevarlo a capitales de provincias. Es un desafío, porque si el archivo acá está limitado para algunos barrios, imaginate si te vas a las ciudades del interior: el archivo es mucho menor. Nuestro plan es, a medida que se extienda BAenFoco, tratar de proponer o dar un espacio para que la gente que tiene archivos familiaristas pueda ponerlos a disposición del proyecto. Es una idea que acá, en Buenos Aires, nos gustaría fomentar también. Por ahora, este año nuestra idea es poder extenderlo a otros barrios de Buenos Aires, con distintas distancias y con más facilidad para hacer el recorrido en un día. Por último, nos gustaría hacer nuestros propios recorridos curados, más específicos. Eso nos permite extendernos a recorridos con empresas privadas, por ejemplo, un recorrido de restaurantes curado por una figura reconocida del mundo de la gastronomía. BAenFoco sería una herramienta diseñada por un experto en lo que vos querés recorrer o visitar.
-Empezaron en 2019, en el medio, estuvo la pandemia. Mencionaron que es un recorrido y que al mismo tiempo se podía recorrer desde la casa. ¿Qué vaivenes surgieron con la pandemia?
-F. U.: Si bien la pandemia nos atrasó mucho el proyecto y nos redujo el presupuesto, porque siguió siendo el mismo que en 2019, durante toda la pandemia pudimos reflexionar un montón. Teníamos la selección de mecenazgo, pero no podíamos hacer nada. Entonces, lo que hicimos fue juntarnos con gente especialista en ámbitos que nos interesaban. Eso hizo que tuviéramos muchas cosas claras y apostáramos por un producto más profesional de lo que queríamos al principio. Y, por otro lado, el código QR se popularizó, ahora todo el mundo sabe usarlo. Al mismo tiempo, pensábamos que era interesante hacer recorridos caminando, porque también cambió el turismo y el recorrido de las ciudades y los intereses culturales. De repente, nuestro proyecto pegaba bien para el mundo pospandémico; siempre estuvimos pensando eso como una ventaja (que fue de casualidad).
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