
El reciente inicio de la subasta de la colección de arte de la Hudson’s Bay Company ha generado un notable interés internacional, impulsado por la venta de piezas históricas y obras de gran valor simbólico. El 19 de noviembre, la casa de subastas canadiense Heffel adjudicó veintisiete pinturas pertenecientes a la emblemática firma, todas ellas superando ampliamente las estimaciones previas.
Entre los lotes más destacados, una pintura impresionista de Winston Churchill que retrata una calle de Marrakech se convirtió en el centro de atención, alcanzando USD 1,5 millones, una cifra que triplicó el valor mínimo previsto. Según Heffel, la obra atrajo “una amplia atención mediática y de coleccionistas” debido tanto a su relevancia artística como a su procedencia.
Churchill, tras ser marginado políticamente y no obtener un cargo en el gobierno de Stanley Baldwin, viajó a Marruecos en 1935 para dedicarse a la pintura. Fascinado por el lugar, describió la ciudad como “El París del Sahara” y, como evidencia la obra Marrakech (1935), quedó cautivado por el juego de luces y sombras del paisaje.

Volvería a visitar la ciudad en 1943 junto a Franklin Roosevelt tras la Conferencia de Casablanca, ocasión en la que obsequió al presidente estadounidense una pintura de la mezquita principal de la ciudad, enmarcada por las nevadas montañas del Atlas. En 1956, la esposa de Churchill, Clementine, donó la pintura Marrakech a la Hudson’s Bay Company.
La subasta también ofreció una ventana a la vida urbana de Toronto a finales del siglo XIX con la obra Lights of a City Street (1894) de Frederic Marlett Bell-Smith, que alcanzó USD 691.250, superando por más de seis veces su estimación inicial.
Aunque Bell-Smith, nacido en Londres, es reconocido principalmente por sus paisajes de las Montañas Rocosas —la Canadian Pacific Railroad lo contrató para documentar su paso por la cordillera—, en esta ocasión presenta una escena vibrante en la intersección de Yonge y King. La composición evoca el ambiente de Paris Street, Rainy Day (1877) de Gustave Caillebotte, pero con una intensidad urbana aún mayor.

El legado naval británico también estuvo presente a través de dos pinturas del artista alemán William von Moll Berczy, centradas en la Batalla de Trafalgar, el episodio que frustró la invasión napoleónica a Gran Bretaña.
La primera, Battle of Trafalgar (1807–08), que retrata el desenlace de la victoria, se vendió por USD 133.250. En la escena, el cielo arde en tonos naranjas, los mástiles de un navío francés flotan en el agua y los barcos británicos se agrupan en círculo. La segunda obra, Rear Admiral Lord Horatio Nelson (1807–08), muestra al almirante en uniforme de gala, de pie sobre un promontorio rocoso, con el mar y la batalla como telón de fondo, y fue adjudicada por USD 121.250.
Durante la subasta se establecieron nuevos récords para varios artistas, como Charles Comfort, cuyo Barnston and Ballantyne at Tadoussac (1846) se vendió por USD 571.250, y Adam Sherriff, con Chief Trader Archibald McDonald Descending the Fraser (1828), que alcanzó USD 361.250.

La historia de la Hudson’s Bay Company se remonta a 1670, cuando el rey Carlos II le otorgó una carta real para explotar el comercio de pieles en los vastos territorios canadienses. Durante siglos, la compañía gestionó fuertes y puestos de intercambio, asumiendo responsabilidades coloniales antes de la independencia de Canadá, lo que incluyó la explotación de pueblos indígenas.
Hacia finales del siglo XIX, la empresa se transformó en una cadena de grandes almacenes y, ya en el siglo XX, comenzó a publicar calendarios anuales ilustrados con pinturas de episodios de su historia. Más de una docena de estas obras se subastaron en Heffel.
La colección de la Hudson’s Bay Company comprende en total 1.700 obras de arte y cerca de 2.700 artefactos, que serán dispersados en una serie de subastas hasta fin de año. El objeto más disputado es la carta real de la compañía, por la que varios millonarios canadienses compiten con la intención de adquirirla y donarla.
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