
La muestra de arte digital de Brutto revela una faceta menos conocida de Indio Solari, quien, mucho antes de consagrarse como figura central de la música rock argentina, ya exploraba el universo de las imágenes.
A partir del 20 de noviembre, desde las 19 horas, Arthaus, la exposición reúne obras en diversos formatos, hechos con medios digitales a partir de experiencias, mundos imaginarios y derivas personales del artista.
La muestra se expone por primera vez en CABA. Antes se vio en el museo MAR de Mar del Plata entre febrero y agosto de 2025 y en el Teatro Argentino de La Plata, entre septiembre y noviembre de 2025
Esta exposición invita a sumergirse en el proceso creativo de un artista que nunca abandonó su búsqueda visual, incluso cuando la vida lo llevó a priorizar la música.

En el recorrido por la obra visual actual de Indio Solari, se percibe una insistencia en mirar más allá de lo evidente. Las imágenes recientes del artista rechazan la idea de vacío: el aparente abismo y la oscuridad se fragmentan para dejar al descubierto presencias fantasmales que sostienen la ilusión de la realidad.
Al enfrentarse a escenas que evocan aquelarres, el espectador se traslada a territorios propios de “El Mago de Oz”. Estas composiciones, al igual que sus canciones, están habitadas por figuras traviesas que parecen confirmar la herejía gnóstica: el universo no está regido por un dios todopoderoso, sino por una asamblea de personajes marginales, “demiurgos de bazar turco”, cuyo poder depende de la ingenuidad y el autoengaño de quienes los contemplan. El texto lo resume con una afirmación contundente: “La Gran Estafa Metafísica”.
La muestra no se limita a la proliferación de formas geométricas o a la confusión generada por máquinas inútiles. En ocasiones, tras ese caos, emerge una visión que sugiere la posibilidad de un orden oculto, aunque las imágenes rehúyen cualquier respuesta definitiva. La interpretación queda en manos de cada espectador, según la conexión entre sus ojos y su mente.

El texto curatorial define a Brutto como “una ventana al cerebro del Indio”, y describe su mente como un portal al que solo se puede acceder con el mismo coraje con el que el artista desafía las convenciones de la belleza. El propio título de la exposición, tomado del italiano, remite a lo “malo” más que a lo “ignorante”, y se inspira en la película de Ettore Scola para presentar una galería de “demiurgos brutti, sporchi e cattivi” —“feos, sucios y malos”—, personajes que exageran su reputación y juegan a ser dioses mientras existan quienes los tomen en serio.
La curadora Bárbara Maier, junto a Federico Ruvituso, describe la experiencia visual de Brutto como una serie en la que se entrelazan elementos de la naturaleza, figuras humanas, conjuros, diablos y componentes mecánicos que desafían la estética académica y las formas tradicionales.
En palabras del catálogo, “lo bruto no es sólo una estética aparente sino también una manera de narrar una visión del mundo”. Las criaturas que pueblan estas imágenes parecen surgir de un tiempo indefinido, donde lo orgánico y lo mecánico se confunden en su obsolescencia compartida. No hay nostalgia ni promesas de futuro, sino un presente alterado en el que los cuerpos se superponen en gestos de expresión, ruido y desarraigo.

El color, según la curaduría, se utiliza de manera deliberadamente discordante, intensificando la sensación de extrañeza que impregna la muestra. No se busca crear ilusiones de profundidad ni recurrir a perspectivas clásicas que tranquilicen al espectador. Todo ocurre en la superficie, en una tensión constante entre lo reconocible y lo que escapa a la representación.
Brutto apuesta por lo disonante y por aquello que se resiste a ser traducido en un discurso ordenado o en una simple ilustración. El catálogo lo expresa de forma directa: “No hay aquí ninguna amabilidad, sino la crudeza de una imaginación que se manifiesta imperturbable, como siempre, desbordando los márgenes y conmoviendo la sensibilidad de quienes, además de escuchar, ahora observamos”.
*“Brutto”, en Arthaus, Bartolomé Mitre 432. Desde el 20 de noviembre, desde las 19 horas, hasta el 20 de febrero de 2025, de martes a domingo de 13:00 a 20:00 horas. Entrada gratuita
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