
Leer, descubrir ese universo de papel que se esconde detrás de dos tapas de cartón o cartulina pueden abrir un universo inesperado. Incluso si los libros llegan siendo muy pequeños, permiten una aventura por emprender.
Lucía Lulú Maranzana, una persona inquieta y predispuesta, es diseñadora gráfica, ilustradora y docente. Cuando habla, transmite entusiasmo y alegría. Ha ilustrado para otros, y como autora integral, ha publicado Cuando me aburro y Qué lindo es dormir.
Dicta talleres de ilustración para adultos llamados Dibujando con miedo, y da clases en la materia Ilustración editorial, en la cátedra Roldán de la UBA. En la misma universidad, está cursando el segundo año del Posgrado de Ilustración Profesional.
Cuando no está dibujando o pensando en libros, seguro está andando en bici o comiendo un buen plato de pasta. Siempre está leyendo algo.

—¿Cómo se construye la identidad lectora?
—Yo pienso que la identidad lectora se construye desde la curiosidad y desde la atención. Incluso qué temas o qué tapas. Porque también pueden ser las portadas las que nos dan curiosidad. Pero leer siempre y cuando se trata de infancias, también desde ahí. La diferencia que hago entre ‘gustar’ e ‘interesar’ es porque a veces nos interesan temas que no necesariamente nos gustan. Por ejemplo, capaz que a alguien no le gustan los insectos, pero le interesan y quiere leer sobre eso. La escucha también es muy importante para construir una identidad lectora. Escuchar de otras personas o, en el caso de las infancias, que otra persona nos escuche y nos pueda alcanzar lo que necesitamos o lo que nos gustaría, sin que lo sepamos, a veces.
—¿Crees que un libro podría despertar el interés por leer?
—Sí, absolutamente. Y también me parece interesante pensar que ese libro no tiene que ser de ninguna forma en particular. Puede ser un libro álbum, una novela o una historieta. Cualquier cosa nos puede acercar. Y también me parece importante entender que todos los libros son lecturas, y todos están bien. No es que hay uno que sea menos que otro. Es cuestión de encontrar el exacto para cada persona. Por suerte, hay tantos libros como personas.

—De un hogar sin madre ni padre ni familiares lectores ¿puede surgir un ávido lector?
—Por supuesto que sí. Incluso también conozco casos contrarios, en los que hay familias superlectoras, de las que surge gente que casi no lee. Y en consecuencia, ¿por qué no puede ser al revés? Mientras haya otras personas que lean y haya un deseo, pueden surgir lectores.
—Pensando en esto, ¿hay un momento para empezar a leer?
—Para mí el momento es cuando la persona lectora empieza a tener el interés y sigue buscando qué hay, qué no hay, qué le interesa.

—¿Qué es ser mediador de lectura? ¿Es algo ligado a la educación o creés que hay otros tipos de mediadores?
—Está un poco conectado con lo anterior. Los mediadores creo que son todas las personas que nos estén escuchando. En las cosas que nos gustan y dan curiosidad, nos recomiendan con base en eso. Respecto de las infancias en particular, puede ser un adulto responsable, como también puede ser un amigo que te diga que está leyendo algo que le encanta. Entonces vos lo querés leer también. Pienso que sí está ligado a la educación, pero que también se busca desde otros lugares. Aunque la mediación en la lectura no me parece que sea una responsabilidad únicamente de la educación, sí está bueno que en ese ámbito se hable de la lectura.
—¿Recordás tu primer encuentro con libros?
—Y sí..., recuerdo varios. No estoy segura de cuál vino primero. La mayoría están relacionados con mi mamá y mi papá. Yo tengo un hermano y una hermana, y me acuerdo de que antes de ir a dormir, mi papá nos leía unos cuentos que eran de él cuando era chico, una colección de cuentos que se llaman Los cuentos de Polidoro. Eran cuentos clásicos, supongo que readaptados. La verdad, ahora no me acuerdo mucho, pero sí me recuerdo cómo actuaban, me acuerdo de las ilustraciones. Los disfrutaba mucho. Hoy en día los seguimos teniendo. Después recuerdo a mi mamá, cuando hacíamos viajes largos en auto, que nos iba leyendo Harry Potter también (ríe). Ese es el otro recuerdo que tengo. Son todas esas lecturas con las que pensaba: “Ay, yo también quiero leer esto”, “Yo también quiero ser capaz de terminar un libro”. En algún momento ese era un desafío, y de repente pude.
[Fotos: gentileza Lulú Maranzana]
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