
La escritora Pilar Quintana encontró en los nueve años que vivió en la selva del Pacífico colombiano una inspiración para crear Noche negra, su más reciente novela, en la que según afirma, fue “inevitable indagar sobre la mecánica del racismo en el país”.
“Si voy a poner un personaje blanco en un caserío de pescadores negros y si voy a situar mi novela en un lugar alejado de los centros poblados, de las ciudades, en un lugar donde la mayoría de su población ha sido racializada y excluida, creo que es inevitable indagar en la mecánica del racismo en este país”, dice Quintana.
Noche negra (Penguin Random House) narra la historia de una mujer llamada Rosa que decidió irse a vivir a la selva del Pacífico colombiano con Gene, su novio irlandés, para construir su propia casa a orillas del mar.
“Esta novela se trata de una mujer mestiza que toda la vida se ha creído muy blanca, porque en su casa es la más blanca, y su mamá y su abuela le han dicho: ‘Uy, es que sos blanquísima’ (...) De repente se ennovia con un irlandés, y él sí es blanco de verdad, y ella empieza a ver que ella de repente no es tan blanca”, detalla.
Luego, explica Quintana, ganadora del Premio Alfaguara de Novela de 2021 con Los abismos, Rosa “llega a vivir a un caserío de pescadores negros en el Pacífico colombiano, donde ya es vista como si fuera también extranjera”.

“Se enfrenta a vivir en una población de mayoría negra, ella descubre que aunque quizás no tiene el mismo racismo tan abierto de su abuela, ella también carga con el racismo interiorizado porque creció en una sociedad racista”, agrega Quintana.
Una historia muy personal
El libro, según revela la también autora de La Perra, está basado en una experiencia que vivió ella cuando salió de Cali, su ciudad natal, para irse a “vivir a la selva en unas circunstancias parecidas a las de Rosa”, pues decidió con su exmarido, que también es irlandés como Gene, “construir la casa” con sus propias manos.
“Ahora, Rosa es una mujer de otra generación, ella nació en 1941, yo soy del 72, pertenecemos a universos diferentes, pero creo que fue una experiencia tremenda esa, la de vivir en la selva”, expresa la colombiana.
La experiencia, que la “marcó mucho”, la llevó a escribir esta novela en la que, añade, hace “una exploración interesante sobre la soledad, sobre lo que pasa en nuestras cabezas cuando estamos de verdad solos y en silencio”.
“En la selva a veces oímos ruidos extraños y no sabemos de dónde provienen, entonces todo eso confluye cuando te quedas solo en una casa sin terminar en la selva, y quise retratar esa experiencia en una novela de ficción”, manifiesta Quintana.

Para lograr hacer más vívida la experiencia del lector, la escritora desempolvó un blog de fotos en el que registró “la fauna, la flora, los paisajes, los atardeceres, la lluvia, un registro como de la vida natural”.
“Y ese blog, que yo lo hice porque quería registrar ese lugar en el que vivía, me sirvió mucho para encontrar los colores de los atardeceres, para recordar ciertas sensaciones, para reencontrarme con ciertas plantas y ciertos animales”, resalta.
A ello se suma el trabajo de investigación que la autora hizo sobre el contexto colombiano de 1980, época en la que el país vivía “una situación de orden público superdifícil”.
Visión femenina
Quintana se autodenomina como “una de esas escritoras aventureras que se fue lejos a explorar la vida en la naturaleza”, como ya lo habían hecho los estadounidenses Ernest Hemingway y Jack London o el polaco-británico Joseph Conrad.
“Esa es una experiencia que (...) me ha hecho preguntarme por la distancia entre la civilización y la barbarie, que ha sido un gran tema de la naturaleza. Pienso que yo soy heredera de esa tradición de escritores que han explorado eso”, expresa

Sin embargo, esa ha sido una “tradición” muy masculina, pues los protagonistas de este tipo de obras suelen ser “hombres y con problemas considerados tradicionalmente masculinos”.
“Yo no he encontrado en esa tradición muchos libros escritos por mujeres con protagonistas mujeres. Siento que era un lugar que no estaba ocupado en la literatura y que yo podía ocupar”, resalta.
En Noche negra, Rosa “está en un ambiente hostil” donde tiene que lidiar con los problemas de la naturaleza, a lo que se suman otros miedos “más exclusivos o más propios del género”.
“Son miedos que experimentamos las mujeres y no solo en la selva, sino a diario. Ella tiene miedo de los vecinos porque fueron respetuosísimos con ella mientras su marido estaba. El marido de Rosa se va y de repente empiezan a ponerse raros y acosadores”, señala.
La novela, concluye Quintana, termina retratando los miedos que tienen las mujeres: “Siempre estamos cuidándonos de las miradas y siempre percibimos la amenaza constante de los hombres y a Rosa le pasan esas amenazas”.
Fuente: EFE.
[Fotos: prensa Alfaguara; archivo EFE/ André Coelho]
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