
La exposición “La piel del color” de Cristian Mac Entyre en el Palacio Libertad propone una experiencia en la que el color trasciende su función tradicional para convertirse en una membrana viva, capaz de vibrar y transformarse ante la mirada del espectador.
Esta concepción, que el propio artista describe como el lugar donde lo visual se vuelve táctil y donde mirar equivale casi a tocar, redefine la relación entre la obra y quien la observa, situando al color como frontera entre la percepción y la emoción.
En el recorrido por la muestra, el visitante se enfrenta a piezas que, lejos de ser imágenes fijas, se transforman en función del desplazamiento y la interacción.
La exposición “La piel del color” reúne obras recientes de Cristian Mac Entyre clasificadas en tres grandes categorías: pinturas con diseños y colores que alteran la percepción del observador; composiciones acrílicas con motivos lineales que generan imágenes en movimiento al desplazarse el público; y cajas cinéticas que contienen objetos en movimiento constante.

Todas las piezas son estrictamente abstractas, aunque los títulos aluden a estados sugeridos por el artista, como los ritmos del cosmos, la energía, la vibración, el misticismo, lo visible y lo invisible, el caos y la armonía, el tiempo, la luz y el espíritu.
Entre las obras expuestas, destacan aquellas que producen efectos ópticos y cinéticos mediante la superposición de planos de diferentes materiales, como acrílicos y mallas metálicas, así como las cajas que alojan objetos reflejados en espejos curvos.
Cristian Mac Entyre (Buenos Aires, 1967) inscribe su trabajo en la tradición del arte óptico y cinético, donde la imagen nunca permanece estática, sino que se modifica en tiempo real, generando nuevas formas, volúmenes y vibraciones. El artista sostiene que este movimiento puede ser tanto real como virtual, pero siempre implica un diálogo entre lo visible y lo latente, entre lo que se muestra y lo que permanece oculto.

La dualidad entre lo consciente y lo inconsciente, lo manifiesto y lo oculto, constituye uno de los ejes centrales de su propuesta. Mac Entyre afirma que su obra se desarrolla y se transforma orgánicamente en el tiempo y en la mirada de cada observador, reflejando así la naturaleza cambiante de la experiencia humana.
El color, en este contexto, adquiere un papel esencial: su interacción genera vibraciones, efectos ópticos, ritmos y resonancias que dotan a las piezas de energía y movimiento. Las líneas y tramas presentes en sus composiciones evocan huellas y memorias, similares a las marcas que deja la marea en la arena, condensando la fuerza de lo vivido.
El artista utiliza la geometría como un lenguaje para expresar emociones complejas. Según sus palabras, “la geometría es mi manera elegante de hablar de emociones desordenadas”.
Esta aproximación se traduce en composiciones basadas en la repetición, la superposición y el desfasaje de líneas, así como en la construcción de volúmenes y tramas visuales de espíritu psicodélico. La vibración visual, explica, es la obra haciéndose en el ojo del espectador, un fenómeno que convierte la contemplación en un proceso activo y participativo.

Uno de los gestos más significativos de Mac Entyre es la decisión de exponer el bastidor, tradicionalmente oculto en la pintura. Al hacerlo visible, el artista lo transforma en parte integral de la obra, otorgándole un nuevo protagonismo.
Esta acción, que él mismo describe como una metáfora de lo que nos sostiene sin mostrarse, busca devolver dignidad a lo estructural y mostrar aquello que habitualmente permanece en la sombra. “El bastidor visible es una metáfora de lo que nos sostiene sin mostrarse”, señala, estableciendo un paralelismo entre la estructura de la obra y las emociones humanas.
La herencia artística ocupa un lugar destacado en la trayectoria de Cristian Mac Entyre. Hijo de Eduardo Mac Entyre, cofundador del movimiento de Arte Generativo en 1960, el artista reconoce que crecer en un entorno donde el arte era tan natural como el lenguaje le permitió desarrollar una relación orgánica con la creación.

Lejos de percibir la influencia paterna como una carga, la describe como una escalera apoyada que le permitió iniciar su propio camino desde un punto distinto. La experiencia de dialogar de igual a igual con su padre, quien en ocasiones le pedía opinión sobre sus obras, marcó un hito en su formación y consolidó su identidad artística.
En su proceso creativo, Mac Entyre integra color, luz, perspectiva, concepto y movimiento, no como elementos aislados, sino como componentes de un organismo vivo. Cada cuadro, afirma, es un organismo con luz, color, movimiento y respiración.
El vínculo con lo efímero y lo permanente se hace presente en las ondulaciones de sus composiciones, que evocan la huella que deja una ola al retirarse en la arena. El movimiento desaparece, pero la forma permanece, como la memoria de lo que ha sucedido. Para Mac Entyre, lo óptico y lo cinético no son simples efectos, sino modos de hablar del pulso de la vida, donde todo vibra y se mueve, incluso aquello que parece inmutable.
* “La piel del color” de Cristian Mac Entyre en la sala 607 del Palacio Libertad, Sarmiento 151, CABA. Desde el 3 de octubre, a las 18 hs, hasta el 30 de abril de 2026. Entrada gratuita.
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