
“¿Por qué la guerra no puede ser detenida por la razón humana?” La pregunta, planteada por Ai Weiwei en su visita a Kiev, resuena con fuerza en el contexto de la invasión rusa a Ucrania. El 14 de septiembre, el artista y activista chino inaugurará Tres esferas perfectamente proporcionadas y uniformes de camuflaje pintados de blanco, una instalación que permanecerá expuesta hasta el 30 de noviembre en el Pabellón 13, un edificio histórico de la ciudad.
Encargado por RIBBON International, la plataforma sin fines de lucro que apoya las artes y la cultura ucranianas, el proyecto pretende ser una respuesta artística a las guerras que marcan nuestra época, un mensaje sobre la capacidad del arte para interrogar y quizás salvar a la humanidad de derivas autoritarias y deshumanizadoras. Ai Weiwei define su obra no solo como una expresión estética, sino, más importante aún, como una postura individual ante los acontecimientos actuales. “En esta era, al ser invitado a realizar una exposición en Kiev, la capital de un país en guerra, espero expresar algunas ideas y reflexiones a través de mi trabajo”, dijo el artista. “Mis obras no son simplemente una expresión estética, sino también un reflejo de mi posición como individuo frente a inmensos cambios políticos, hegemonías internacionales y conflictos. Esta exposición proporciona una plataforma para articular estas preocupaciones. En esencia, esta exposición es un diálogo sobre la guerra y la paz, la racionalidad y la irracionalidad.”

La llegada de Ai Weiwei a Kiev no solo representa un gesto de solidaridad, sino que también introduce una dimensión internacional al debate sobre la guerra y la resistencia cultural. El artista explicó que su trabajo busca “crear un diálogo sobre la libertad y la opresión”, y subrayó la importancia de la cultura como herramienta para enfrentar la violencia. “El arte puede ofrecer una perspectiva diferente, puede ayudarnos a comprender lo que está en juego cuando se destruyen vidas y ciudades”.
Para su obra, Ai Weiwei adoptó una estructura formal precisa: tres esferas metálicas de proporciones exactas, inspiradas en su ciclo Divina Proportione (2004-2012), el cual toma como referente los estudios de Leonardo da Vinci sobre matemáticas y armonía universal. A través de estas esferas, el artista evoca antiguos ideales de orden y racionalidad nacidos en el Renacimiento y la Ilustración, épocas donde se impulsó la transformación de la naturaleza a favor de la humanidad, pero a la vez se multiplicaron los instrumentos de destrucción. La obra se apoya en una prolongada meditación acerca de la guerra y la paz, la lógica y lo irracional, constantes que marcan toda la investigación de Ai Weiwei.

La ubicación de la instalación también tiene un sentido simbólico: el Pabellón 13 de Kiev fue construido en 1967 como espacio de exposiciones dedicado a los logros económicos de la región. El propio edificio, con su estructura de cristal y acero dialoga con la obra, resaltando contrastes y resonancias entre transparencia y ocultación. A través de este marco arquitectónico, la obra pretende sacar a la luz el debate sobre el patrimonio cultural y político, mientras la ciudad y el país viven un momento crucial de su historia.
En el contexto de la invasión rusa, la exposición de Ai Weiwei en Kiev adquiere un significado particular. No se trata solo de una propuesta artística, sino de una intervención política que interpela a la comunidad internacional. El artista concluyó su visita con una reflexión que sintetiza el espíritu de la muestra: “La paz no es un estado natural, es una construcción colectiva que exige coraje y compromiso”.
[Fotos: RIBBON International]
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