
“Trump es una historia de terror, ¿no es así?” Con esta afirmación, Stephen King sintetiza su visión sobre la política contemporánea de Estados Unidos, al ser consultado sobre cómo imaginaría el desenlace de la era Trump. Para el escritor, el mejor final posible sería el juicio político y la jubilación del expresidente, aunque advierte que el peor escenario implicaría un tercer mandato y el control absoluto del poder. “Es una historia de terror de cualquier manera”, sentencia. Esta perspectiva, compartida en una entrevista con The Guardian, revela tanto la mirada crítica de King sobre la realidad política como su tendencia a ver el mundo a través del prisma del horror.
La conversación, publicada por The Guardian, explora los orígenes creativos, obsesiones y rutinas de uno de los autores más prolíficos de la literatura contemporánea. King, cuya obra ha marcado a generaciones de lectores y creadores, responde a preguntas de sus seguidores sobre temas que van desde la inspiración hasta los miedos más íntimos. El escritor reconoce que la música sigue ocupando un lugar importante en su vida, aunque sus preferencias han evolucionado. Si bien en su juventud escuchaba a Judas Priest, actualmente se inclina por bandas como Rancid, Nazareth, Anthrax y Metallica. Durante el proceso de reescritura, prefiere ritmos repetitivos como el club o el disco, y menciona que ese día había disfrutado de zydeco y LCD Soundsystem, destacando canciones como “North American Scum”, “Losing My Edge” y “Daft Punk Is Playing at My House”.
En cuanto a su método de trabajo, King revela que sigue utilizando Microsoft Word para escribir la mayoría de sus libros, aunque en ocasiones recurre al manuscrito antes de transcribir el texto. No se considera un experto en informática y, ante cualquier inconveniente técnico, recurre a su especialista en tecnología. La disciplina y la constancia son elementos centrales en su proceso creativo. Explica que, entre las 9:00 y las 12:00, prefiere escribir antes que buscar distracciones triviales: “Básicamente, me entretengo a mí mismo”.

El autor también reflexiona sobre el valor de los trabajos manuales para quienes aspiran a escribir. Recuerda su experiencia en una fábrica, donde la convivencia con ratas inspiró uno de sus relatos. Para King, cualquier empleo que implique esfuerzo físico y contacto con la realidad resulta más enriquecedor para un escritor que un entorno cómodo y aséptico. “No quieres un trabajo donde puedas sentarte en una habitación limpia y bien iluminada sin tener que limpiar mierda”, afirma.
La construcción de personajes es otro de los temas abordados. King confiesa que Holly Gibney, protagonista de varias de sus novelas, nació como un personaje secundario casi cómico, pero fue ganando profundidad a medida que avanzaba la trama. “Por el tercer libro en el que apareció, simplemente entró y se adueñó de la historia”, explica. Reconoce que la evolución de sus personajes responde tanto a la planificación como a la fascinación que le despiertan durante el proceso de escritura.
El miedo, elemento central en su obra, es descrito por King con una imagen cromática: “Creo que es azul oscuro que se degrada hasta el negro”. Considera que el terror se intensifica cuando se enfrenta a criaturas que no se parecen a los humanos, como los ciempiés, cuya alteridad los vuelve inquietantes. Relata la impresión que le causó una novela británica reciente, City of Last Chances de Adrian Tchaikovsky, en la que un monstruo con múltiples patas devora a sus víctimas de forma brutal.
King no oculta su escepticismo ante la posibilidad de viajar en el tiempo o teletransportarse, dos recursos frecuentes en la ciencia ficción. Prefiere evitar ambos escenarios por temor a las consecuencias imprevisibles. En cambio, confiesa una afición más terrenal: los zapatos. “Probablemente tengo 20 pares de zapatos”, admite, y bromea sobre la cantidad de calzado que suelen tener las mujeres.

El autor también se refiere a la adaptación de sus obras al cine y la televisión. Aunque no escribe pensando en el formato audiovisual, siente entusiasmo cuando ve sus historias transformadas en la pantalla. Recientemente, disfrutó de las películas The Monkey y The Life of Chuck, y espera con interés el estreno de la nueva versión de The Running Man, dirigida por Edgar Wright y filmada en Inglaterra. Para King, literatura y cine son “cosas diferentes, como manzanas y naranjas”. Sobre la influencia de su obra en la cultura popular, King reconoce que los creadores de Stranger Things crecieron leyendo sus libros, pero considera que la serie de los hermanos Duffer tiene una identidad propia. “La historia que han desarrollado tiene mucho más que Stephen King. Tiene mucho de los Duffer Brothers”, señala, y asegura haber visto todos los episodios con agrado.
En cuanto a su relación con la fama y las entrevistas, King admite que, en sus inicios, fantaseaba con dar respuestas ingeniosas, pero ahora se siente incómodo ante los periodistas. “Ten cuidado con lo que deseas, porque podrías conseguirlo”, reflexiona. También revela que, cuando puede, entra en librerías de forma anónima para firmar ejemplares de sus libros, aunque evita las sesiones multitudinarias de autógrafos por considerarlas agotadoras. En su última gira, firmó 400 libros seleccionados al azar entre 1.000, lo que ofrecía a los lectores una posibilidad limitada de obtener una copia autografiada.
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