
“Mi familia ha cuidado estos objetos significativos que reflejan nuestra historia y la de Brodsworth Hall durante muchos años”, expresó Gordon Edwards, nieto de los protagonistas de una historia que, hasta hace poco, permanecía en la penumbra de la memoria familiar: un romance inesperado en la estricta jerarquía de una casa de campo inglesa de la era eduardiana
Ahora, más de 60 objetos personales han sido donados a English Heritage, la organización que gestiona la mansión desde hace tres décadas, para que sean preservados y exhibidos al público. La colección, que incluye regalos de compromiso, documentos y fotografías, se presenta como un “tesoro extremadamente raro de riquezas documentales sobre la vida de personas comunes”, según la propia institución.
Alf Edwards, quien trabajaba como ayuda de cámara para Charles Thellusson en Brodsworth Hall, y Caroline Palmer, una joven empleada de la cocina, desafiaron las normas sociales de su tiempo y forjaron una relación que ha salido a la luz gracias a la donación de su nieto.

El origen de esta historia se remonta a la afición de Edwards por la fotografía, una pasión poco común entre el personal doméstico de principios del siglo XX. Su cámara, fabricada por Eastman Kodak en Rochester, Nueva York, fue adquirida durante un viaje a la Costa Este de Estados Unidos en 1914, acompañando a la familia Thellusson.
Este aparato no solo le permitió capturar imágenes del exterior, los jardines y el personal de Brodsworth Hall, sino que también lo llevó a frecuentar la cocina, donde conoció a Palmer. Las instantáneas tomadas por Edwards constituyen algunos de los registros visuales más antiguos de la finca, construida a mediados del siglo XIX.
La inminencia de la Primera Guerra Mundial marcó un punto de inflexión en la vida de los habitantes de la mansión. Mientras muchos empleados fueron llamados a filas, Edwards quedó exento por motivos de salud, lo que le permitió asumir funciones adicionales como chófer. Palmer, por su parte, ascendió al puesto de cocinera, tal como consta en sus tarjetas de registro de la época.

A pesar de las recomendaciones médicas que desaconsejaban su matrimonio debido a la enfermedad de Edwards, la pareja decidió casarse en julio de 1916 en Northamptonshire. Entre los obsequios recibidos destaca una bandeja con incrustaciones de concha, regalo del mayordomo de Brodsworth.
La relación entre los Edwards y la familia Thellusson se refleja en detalles como la firma de Charles Thellusson en las tarjetas de bautismo de los dos hijos del matrimonio, John y Harold, así como en la correspondencia mantenida entre Caroline Edwards y Constance Thellusson, que incluye una carta de pésame tras la muerte de Alf Edwards por tuberculosis en 1919, apenas tres años después de la boda.
La mansión Brodsworth Hall fue diseñada por el arquitecto Philip Wilkinson a principios de la década de 1860, financiada con recursos provenientes de la banca y la economía esclavista transatlántica.

Charles Thellusson heredó la propiedad y, junto a su esposa, emprendió una redecoración y electrificación en 1913. Con el paso del tiempo, la disminución de la fortuna familiar provocó la reducción del personal y el cierre de numerosas estancias, lo que contribuyó a que la casa se conservara como una cápsula del tiempo cuando English Heritage la adquirió en 1990.
La exhibición de los objetos donados coincide con el aniversario número 109 de la boda de los Edwards, y busca dar visibilidad a las historias de quienes vivieron y trabajaron en los espacios menos visibles de la mansión.
Foto: cortesía de English Heritage.
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