
La información golpeó: este lunes se supo que el encargado del edificio donde vivía Beatriz Sarlo, Melanio Alberto Meza López, reclamó la propiedad del departamento en el que residía la autora y la custodia de su gata Nini, presentando un testamento manuscrito cuya validez investiga la Justicia.
¿Qué decía ese documento? Infobae accedió a él y así supo que no se trata de un manuscrito sino dos. En los dos casos, notas muy breves escritas con letra temblorosa. El último, en agosto de 2024, cuatro meses antes de su muerte.
A raíz de este conflicto, el círculo más cercano de la intelectual —integrado por amigos, colegas y la albacea de su obra— responde al reclamo de Meza López y expone su posición frente al destino del patrimonio de Sarlo, mientras siguen los procedimientos judiciales y persisten las dudas sobre el futuro de su legado cultural y personal.

Los firmantes son artistas y académicos: Adriana Amante, Adrián Gorelik, David Oubiña, Sylvia Saítta, Ada Solari, Eduardo Stupía y Hugo Vezzetti. Ellos respaldaron la presentación como heredero de Alberto Sato, quien se casó con la ensayista en 1966. Aunque aunque hacía muchos años que estaban separados y cada uno tuvo otras parejas, nunca se divorciaron.
“Somos un grupo de amigas y amigos de Beatriz Sarlo que hemos compartido con ella diversos emprendimientos culturales durante décadas y que estuvimos a su lado los últimos dos años de su vida, sobre todo, en sus últimos meses, en que su salud fue decayendo vertiginosamente”, dicen.
Se preocuparon, explican, por “poner a resguardo su archivo y biblioteca, cumpliendo su deseo de que estuvieran en el CeDInCi, una institución académica de gran prestigio que da plenas garantías sobre el cuidado y el acceso público a ese patrimonio cultural”.
Si respaldaron a Sato como heredero fue porque el exmarido -que autorizó la cremación- pensaba disponer de los fondos para seguir con las tareas intelectuales de Sarlo. Escriben: “Esta relación nunca se interrumpió (como se puede ver en su correspondencia y en los libros autobiográficos de Beatriz, en los que siempre lo nombra): se encontraban con frecuencia en sus viajes respectivos y en los últimos tiempos, ante el deterioro de su salud, Sato viajó varias veces a Buenos Aires para asistirla. Nuestro respaldo estaba además fundado en que Sato se presentó como heredero con el único propósito de crear una Fundación con los fondos de los derechos de autor y las propiedades de Beatriz para sostener económicamente el cuidado y mantenimiento del archivo y la biblioteca".
Los firmantes no desconocen al encargado, aunque dejan entrever que ya estaría haciendo uso de los bienes de Sarlo. “Nos consta que el señor Meza López fue de gran ayuda en la última etapa de su vida en las tareas domésticas y en las compras”, dicen. Pero ponen en duda que realmente tenga un documento firmado por la ensayista: “El documento con que Meza López se presentó en el juicio es una nota en que Beatriz lo dejaba ‘a cargo’ de su departamento y su gata, nota que él busca hacer validar como testamento”.
Efectivamente, según vio Infobae, la primera nota, fechada el 9 de junio, hablaba fundamentalmente de la gata: Yo, Beatriz Sarlo, quiero dejar certificada mi voluntad de que en caso de mi desaparición u otro accidente, mi gata Nini, deberá quedar a cargo de Alberto Meza".

Según los amigos, “los abogados de Sato presentaron un recurso para que se restringiera el acceso de Meza López al departamento de Beatriz (es el único que tiene las llaves) y se hiciera un inventario de todo lo que contenía. El juez Carlos Hugo Goggino respondió a ese pedido y, a cambio, excluyó a Sato del juicio sucesorio (resolución que ha sido apelada a la Cámara)."
Los amigos de Beatriz Sarlo se hacen eco de la información periodística aparecida en el día de hoy, en la que se supo que “en los últimos días apareció en venta en una disquería la valiosa colección de discos de Beatriz y su última pareja, Rafael Filippelli”. Ellos señalan al encargado como responsable de que ese material haya salido del departamento.
El encargado aportó al expediente otra esquela firmada por la ensayista. Allí, en agosto de 2024, Sarlo escribió: “Alberto Meza quedó a cargo de mi departamento después de mi muerte. Y también quedó a cargo de mi gata Nini, que te aprecia tanto como te aprecio y valoro yo”. Eso es todo.
La duda que se susurra fuera de micrófono es: ¿estaba la intelectual en buenas condiciones en ese momento?
Los amigos entienden que deben defender el patrimonio y el legado de quien fuera una de las voces más destacadas del pensamiento argentino en los últimos tiempos. “La evidencia de esa venta de parte del patrimonio de Beatriz nos ha mostrado la importancia de hacer pública nuestra posición ante la situación. Todavía confiamos en que la Cámara revea la decisión del juez y reponga a Sato como heredero. Creemos que es la única solución para garantizar adecuadamente el cuidado del legado de una de las mayores intelectuales argentinas”.
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