
Empecemos por el argumento: Mónica es empleada de un call center y cada día soporta el hostigamiento de su supervisor y la rutina de un trabajo que la convierte en una autómata. Precarizada, asfixiada, vende tarjetas de crédito y los sueños de consumo que ella nunca alcanzará. Un día, aparece una mujer que dice llegar desde una enigmática comunidad serrana -que se supone espiritual, sanísima y la solución al estrés y la insatisfacción de Mónica- y la seduce con promesas e ilusiones exageradas y vanas. Brevemente así podría describirse el argumento de Mona, una ópera serrana, el impactante unipersonal escrito y dirigido por Paula Grinszpan y Lucía Maciel (Las Reinas, Paraguay), quienes concibieron un cruce entre el humor desopilante, la crítica social, el canto lírico y la canción popular argentina.
Con una puesta minimalista e interpretada por una versátil y sorprendente Gogó Maldino, de destacada trayectoria en el teatro independiente y público (La Traducción, dirigida por Matías Feldman y Capricho, dirigida por Tamara Belenky, entre otras obras), Mona despliega una serie de personajes que son encarnados por la misma actriz: además de Mónica, Maldino es su jefe, una compañera de trabajo y también la mujer de la espiritualidad falsa que se presenta como el hada madrina que la ayudará a fugarse del fracaso. La música no es un accesorio ya que también es protagonista: hay fragmentos de ópera, una aria escrita especialmente para la pieza y una versión libre de un famoso tema de La Mona Jiménez, lo que deviene en un cruce insólito y muy productivo entre la alta cultura y la cultura popular.
No sé que pasa en esta ciudad,
No sé que pasa, no puedo entender
¡Estoy a punto de morir de sed!
Porque no encuentro algo para tomar
Díganme-e-e, sólo quiero saber
¿Quié-e-e-e-en se ha tomado todo el vino? Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh
¿Quié-e-e-e-en se ha tomado todo el vino? Oh, oh
Ópera y cultura popular
La obra -que se puede ver en el Morán- se aleja deliberadamente de la ópera tradicional y toma elementos del género en una propuesta que recuerda algunas óperas clásicas, pero en combinación con guiños vinculados al universo de la Mona Jiménez como los anteojos oscuros, los rulos, los brillos, el kitsch en su esplendor. El diseño es obra de Johanna Wilhelm, (la prestigiosa artista visual que diseñó El hombre que perdió su sombra), mientras que el vestuario es obra de Sofía Di Nunzio, alguien con trayectoria en el mundo de la ópera.
El resultado es un espectáculo que aborda el tema de la alienación laboral y la búsqueda del sentido de la vida desde una clave desopilante pero también crítica y sensible. Grinszpan y Maciel continúan en Mona con una propuesta dramática en la que el absurdo es constitutivo y el desborde, la clave de una poética.
Lucía Maciel, una de las creadoras de Mona, reconstruyó para Infobae el origen de la pieza. “Con Paula ya veníamos trabajando en la dirección de otras obras y teníamos ganas de hacer un unipersonal, también como una manera de trabajar en el terreno de lo posible dentro de lo que es el teatro independiente: hacer una obra con menos personas o como compañías más pequeñas, que después son también más fáciles de sostener en el tiempo”, cuenta.

— ¿Cómo eligieron a la protagonista de “Mona”?
— Paula tenía una alumna de la que me hablaba siempre y me decía: estaría bueno hacer algo con ella, que canta ópera. Esa alumna era Gogó Maldino. Gogó tenía un material muy breve relacionado con la Mona Jiménez, que si bien no tiene tanto que ver con lo que hicimos después, fue un disparador. Era una piecita muy cortita y con eso y con el tema de la ópera, teniendo en cuenta las dotes de Gogó, escribimos la obra.
— Contame un poco cómo fue el proceso y cómo se dio la idea de la puesta.
– Siempre trabajamos a partir de improvisaciones y de los actores con los que nos interesa trabajar; vamos hilvanando y creando la obra como una suerte de collage; después se van uniendo las piezas del rompecabezas. Esta vez queríamos hacer un proceso más breve de ensayos, habrán sido unos ocho, y después con esos textos que surgieron ahí escribimos la obra, es decir que fue más largo el proceso de escritura. También teníamos muchas ganas de trabajar con Joanna Wilhelm, que es la la directora artística de la obra y también hizo la escenografía y el diseño gráfico. Como el espacio del Morán es una sala pequeña, la premisa fue pensar una escenografía que pudiera habitar ese espacio y otra decisión que tomamos fue darle más relevancia al vestuario, con todo puesto sobre la actriz.
— ¿Cuándo y cómo se generaron los personajes?
— Fueron surgiendo en los ensayos, de una manera muy lúdica. Siempre trabajamos en una zona de juego y de prueba. Los personajes no estaban escritos sino que surgieron a partir de la improvisación y también desde la música.
— ¿Qué pensás que le puede aportar el humor a una realidad tan aplastante como la que trata la obra?
— Con Paula sentimos que desde el humor hay algo que permite quitarle solemnidad a los temas, más allá de que sigan siendo graves y profundos. También permite hacer la vida un poco más llevadera. Además, desde el humor es posible desnaturalizar algunas cosas que uno asume y las vive sin hacerse preguntas. Me gusta esa frase que habla de “ver al mago de costado”, eso es lo que permite el humor, ver el revés de la trama y pensar que ciertas cosas no son finalmente tan normales.
La actuación de Gogo Maldino en Mona es impactante. El abanico de formas y voces que marcan el paso de uno a otro personaje llama primero al desconcierto y, enseguida, a la celebración de su talento y su entrega descomunal. ¿Pero cómo se construye semejante paleta de personalidades?
“Siempre tengo un abordaje más intuitivo, como sin pensar”, responde Maldino ante la pregunta de Infobae. Y sigue: “No es ‘pongo la mano acá, cambio la voz así’. Como actuar es disponer todo lo que sos al servicio de la escena, todo lo que soy está puesto ahí. A veces puede ser una cosa física lo que dispara lo otro o, al revés, puede ser la voz lo que dispara el cuerpo o todo medio mezclado desde mi tamiz, que soy yo. La singularidad es una materia completamente intangible”.
— Siento curiosidad por saber cómo te sentís al terminar las funciones después de esa proeza escénica que es componer tantos personajes y pasar de uno a otro en cuestión de segundos…
— Siempre después de actuar termino muy arriba porque se desprende una cantidad de adrenalina que te mantiene muy alerta y eso después persiste un poco. Como esta obra es distinta a las otras que hice –nunca antes había hecho un unipersonal– ahora es diferente. En otras obras, si alguna vez tenés alguna función en la que estás más pinchadita o desconectada, mirás a un compañero o a una compañera y siempre te va a devolver algo que te conecta. Acá, al ser un unipersonal el grado de responsabilidad y atención es mucho mayor, por ende también la adrenalina es mucho mayor. Termino más pasada que con cualquier obra y la caída es más abrupta, también. Entonces, estoy un rato muy arriba y después, de un segundo al otro, se me apaga la tele por completo. Es como si el cuerpo cayera en la cuenta de todo lo que pasó. En Mona tengo un despliegue muy agotador, pero la adrenalina y el disfrute son tan grandes que son una compensación y nunca termino rota ni es un delirio de cansancio. La sensación que te queda en el cuerpo de haber actuado es algo impresionante.
***La obra Mona, una ópera serrana, escrita y dirigida por Paula Grinszpan y Lucía Maciel y protagonizada por Gogó Maldino, se presenta los viernes a las 20.30 en el espacio cultural Morán, ubicado en Pedro Morán 2147, CABA. También habrá funciones los sábados 14 de junio y 12 y 19 de julio, a las 17. Las entradas se consiguen en www.culturalmoran.com o a través de Passline.
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