
Megan Maxwell se hizo escritora por su madre. Pero su historia empieza antes, en la infancia, cuando era “la típica niña que escribía diarios”. Todos los días anotaba en su cuaderno lo que hacía, lo que veía, lo que sentía, y de pronto se vio cumpliendo los caprichos a sus amigas que le pedían que escribiera historias de amor de ellas con los chicos que les gustaban. “Ahora me da pena porque todas esas cosas están perdidas”, confiesa en el hall del hotel que la aloja en Buenos Aires. Vino para participar de la Feria del Libro. Su madre, a quien define como “una grandísima lectora de novela romántica de toda la vida”, le dejó leer todos esos libros. Maxwell tendría unos dieciséis años. “Ahí me enamoré de la novela romántica, como lo estaba ella”, asegura.
Un día como cualquier otro día, aburrida, luego de un repetitivo zapping entre los pocos canales de televisión de la época —“no había redes sociales, ni siquiera tenía ordenador en casa”, le recuerda a los centennials—, agarró un papel, una lapicera —Maxwell usa la palabra bolígrafo— y empezó a imaginarse una escena, una trama, un cuento. “Al día siguiente me di cuenta de que había creado personajes y había empezado una historia. Y entonces pensé: ‘¡Pues, venga!, voy a retarme a mí misma a ver si soy capaz de escribir un libro de esos que le gusta leer a mi madre’. Y esa fue la primera vez que terminé un libro. A mi madre le gustó, entonces dije: ‘Pues ahora voy a escribir otro’. Y así empecé a escribir. Tendría veintiuno, veintidós años“.
Hacía varios años que no venía a la Argentina, pero hoy, con la excusa de presentar su nuevo libro en la Feria, Una herencia salvaje, la décima entrega de la saga Las Guerreras Maxwell, disfruta de la Ciudad de Buenos Aires. “Hoy nos hemos dado un paseíto y hemos pasado por el Ateneo”. El plural incluye a Sandra Miró, su hija, también escritora, veintinueve años de edad y varios libros publicados. “Hola. ¿Qué tal? Un gusto", dice. “Ella tenía muchas ganas de conocer esa librería emblemática, la hemos visto y sigue tan bonita como siempre”, cuenta. En este tipo de eventos funcionan como dupla. “De aquí nos vamos a Chile y a Colombia. Hemos estado también en Perú y por toda España; y por algunos sitios de Europa también”.

Megan Maxwell es española, “como la tortilla de patata”, pero nació en Núremberg, Alemania, por una circunstancia singular: “Mi madre es de Toledo. Ella conoció allí a mi padre en Alemania, que es americano y estaba en una de las bases americanas. Y aquí estoy yo”, dice y sonríe con amplitud. “Me he criado en España y en Madrid, concretamente. He vivido en Barcelona, en Cádiz, en otras ciudades por temas de trabajo, pero al final siempre termino regresando a Madrid, que es donde está mi familia, mis amigos, donde está todo”, cuenta. Ya nadie la llama María del Carmen Rodríguez del Álamo Lázaro, el nombre con el que nació el 26 de febrero de 1965. Su seudónimo pasó a ser la identidad de esta bestseller de novela romántica.
La interesan las series, las películas, el lenguaje audiovisual, pero su metie es la literatura: “A una serie en la televisión la estás viendo, te está entrando por los ojos. La lectura lo que te hace es imaginar, te potencia la imaginación. Tú mismo recreas en tu mente lo que estás leyendo. Seguramente que una misma escena se la das a leer a varias personas y cada una lo recrearía de una manera diferente, ¡y están leyendo lo mismo!“ A la Feria del Libro de Buenos Aires la define como “la celebración de quienes nos gusta leer”. Son muchos los lectores que tiene de este lado del Atlántico. “¿Qué espero? Como siempre, su cariño”, dice y agrega: “Yo llevo mis propias redes sociales, entonces tengo feedback continuamente con ellos todos los días”.
Los libros de Megan Maxwell no omiten la etiqueta: novela romántica, un género que “siempre ha gustado muchísimo, lo que pasa es que durante mucho tiempo ha estado considerado de segunda categoría. Y hoy en día muchos culturetas, como yo digo, le siguen considerando así. Pero la novela romántica es un género tan estupendo como un thriller, como un drama, como cualquier otro. No sé por qué a mucha gente el hecho de que se hable de sentimientos o de amor le joroba, cuando todo el mundo en algún momento se ha enamorado o ha tenido sentimientos o mil cosas con otra persona”. “A los escritores nos encanta hacer soñar e imaginar. Ya sabes: si te lees un libro mío tienes que soñar e imaginar. O por lo menos voy a intentar que lo hagas”, agrega.

Como todo narrador oficioso, tiene sus teorías sobre el tema que aborda. En este caso, el amor. O mejor aún, el romance. “El romanticismo se va acoplando a los tiempos. Lógicamente hay amantes a la antigua, como decía Roberto Carlos, a quienes les encanta mandar flores. Eso es muy bonito, pero queda poca gente. Hoy en día se puede ser romántico de otras maneras, no hace falta que te regalen flores o que te estén diciendo todo el día ‘te quiero’. No hace falta. El romanticismo de hoy en día no tiene nada que ver con el romanticismo de hace ya unos años. Es cierto que te lo meten en una cajita y parece que tienes que ir por el pack completo, pero hoy en día el romanticismo no solamente es eso de las flores y tal. Son muchas más cosas", sostiene.
Ante la pregunta de si son buenos tiempos para el romanticismo así, abierto, diverso, como ella lo piensa, Maxwell abre grande los ojos y dice, entusiasta: “¡Claro que son buenos tiempos! ¡Todos los tiempos son buenos para ser romántico con la persona que tú quieres! La cuestión es que tú te lo montes bien como persona. Da igual lo que uno tarde en llamar la atención de esa persona. La cuestión es que lo intentes“. Pero minutos después, con el fluir de la conversación, matiza la jactancia: “También te digo que las redes sociales son un escaparate. Hay mucha gente que se oculta tras un nombre, tras un nick, y a lo mejor hace más daño que beneficio. Quizás ahí te diría que no son tan buenos tiempos para el romanticismo”.
Los lectores, dice, “han cambiado mucho, sobre todo las mujeres, porque hasta hace unos años, cuando cogíamos un libro de novela romántica, forrábamos las tapas. Hoy en día vamos con el libro en el metro o en el autobús diciendo ‘mira, leo esto aunque sea erótica, porque me da la gana’. Mi madre era de las que forraba los libros. Maxwell celebra esa libertad: “El público de hoy lee lo que quiere. Incluso hombres: me mandan fotos leyendo mis libros. Son buenos tiempos para que la gente lea lo que quiera, da igual si es novela romántica, si es un thriller de asesinatos. Y da igual si eres hombre o mujer: los libros están escritos para todo el mundo. Muchas veces me preguntan si escribo para mujeres; no, yo escribo para personas”.
* Hoy, sábado 26 de abril a las 14:30 horas, junto a Sandra Miró, Megan Maxwell presenta su nuevo libro, “Una herencia salvaje”, en la Sala José Hernández de la Feria del Libro de Buenos Aires.
Últimas Noticias
“La historia la escriben los vencedores, y yo quiero contar el otro lado”: la novela gráfica de Keum Suk Gendry-Kim sobre las esclavas sexuales de guerra
La autora surcoreana transformó el trauma colectivo de su país en una obra poderosa que viaja del dolor a la memoria con una sensibilidad impactante

El Bellas Artes presenta la obra conceptual de Liliana Porter y Luis Camnitzer
A través de piezas gráficas, instalaciones y documentos, la exhibición “Los años del New York Graphic Workshop” revisa los aportes gráficos de ambos artistas durante los ’60

Alexander Payne, nuevo presidente del jurado del Festival de Venecia
El cineasta estadounidense de “Entre copas” y “Los que se quedan” presidirá el jurado internacional que decidirá el León de Oro y el resto de premios de La Mostra

La otra Feria del Libro: cursos gratuitos, de Agatha Christie y los derechos de las mujeres a la Inteligencia Artificial
Además de las charlas y firmas, en la muestra hay clases de tema variados. Aquí el listado

Programa de la Feria del Libro 2025: todas las actividades del 28 de abril
La jornada ofrecerá entretenimiento para todos los públicos, destacándose talleres de ciencia y robótica, así como espectáculos literarios y presentaciones de libros de renombrados autores
