
París redescubre a uno de sus fotógrafos más populares y legendarios, Robert Doisneau (1912-1994), con una retrospectiva de 350 imágenes en el Museo Maillol que sorprende al visitante por sus experimentaciones visuales.
Es la primera antología en cerca de 20 años, “toda una vida de trabajo”, explicó su hija, Annette Doisneau, que seleccionó las obras junto con su hermana Francine Deroudille y la curadora Isabelle Benoit. Ha sido un trabajo titánico: el Taller Doisneau, organismo encargado de supervisar el legado del fotógrafo, cuenta con un archivo de cerca de 450.000 imágenes.

Entre ellas, una serie prácticamente inédita de experimentos de un autor que es ante todo conocido por sus fotos llenas de ternura sobre la niñez, o verdaderos iconos visuales, como su famoso “El beso”, realizada por encargo con una pareja ante el ayuntamiento de París, en 1950.
O su fascinación con el color, un aspecto poco conocido del maestro. Doisneau es conocido por sus fotografías en blanco y negro, pero en una ocasión confesó que “si volviera a nacer, lo haría todo en color”, según aseguró Annette Doisneau.

Entre las imágenes sorprendentes, una enorme fachada de una casa típicamente parisina, en la que Doisneau se entretuvo a recortar las ventanas para pegar en su interior imágenes muy conocidas de su obra, tomadas en el interior de casas, desde un trabajador fumando y descansando en su cama a una familia de fiesta.
Coetáneo de gigantes de la fotografía francesa del siglo XX como Henri Cartier-Bresson, Doisneau se hizo popular por su estilo más llano y cercano a sus personajes.

“Conoció el éxito mucho antes de su muerte. Así que todo el mundo lo solicitaba y no sabía decir no”, recuerda su hija Annette, que ejerció como secretaria durante la etapa final de su vida.
Robert Doisneau consideraba la fotografía como el arte de caminar (“necesitas un buen par de zapatos”, solía decir, según su hija) y dejarse sorprender por la vida, por sus compatriotas.
Trabajó para Renault, empresa que acabó despidiéndolo por su falta de puntualidad. Y para las grandes revistas de la época como Paris Match, Vogue o Life.

“Encontramos sus series icónicas sobre los niños, los bistrós, las calles. En contrapunto, 80 fotografías en una sección titulada “gravedad”, que muestran cómo supo captar los bajos fondos de la sociedad francesa de los años 40 y 50″, explica la comisaria de la exposición.
Es una imagen alejada de la alegría que desprenden sus fotos más conocidas, auténticas postales que siguen vendiéndose regularmente en los quioscos de París.

Bailando en la soledad de la noche
Doisneau dejaba su huella por igual con gente del pueblo como con personalidades como el pintor Pablo Picasso o el poeta Jacques Prévert.
Fotografió una pareja bailando en la soledad de la noche, en la fiesta nacional francesa del 14 de julio, o a damas de la alta sociedad, saliendo de una gala de ópera.

Esas fotografías aparentemente perfectas demandaban varios ensayos, como sucedió con “El beso”, una imagen que se comprende mejor en el contexto de la serie que ayudó a gestarla.
Y esa naturalidad tenía también su contrapunto con los collages experimentales, algunos totalmente inéditos, y que ayudan a completar el retrato del artista. La exposición estará abierta hasta el 12 de octubre.
Fuente: AFP
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