
Luis Felipe “Yuyo” Noé nos dejó ayer. Y todos los que de alguna manera lo conocieron, llegaron a charlar o incluso escucharon hablar a otros sobre él, saben, entienden, que se encuentran un poco más solos.
Aquellos que pueden darle el adiós o un hasta siempre, podrán hacerlo en la Legislatura porteña (ingreso por Avenida Presidente Julio A. Roca 575), hasta las 14 hs, donde además seguramente habrá muchos agradecimientos.
Cuando la muerte golpea a una figura pública, suele generar un juego yoístico en las redes sociales, en las que mensajes, fotos o anécdotas terminan centrándose en el emisor del mensaje y no tanto en recordar a la persona que partió. No fue así con Yuyo. Por lo menos en la mayoría de los casos.

Porque Yuyo, justamente, tuvo la enorme virtud humana de convertir en centro al otro, en correrse de la escena y poner los reflectores en el otro, cuando alguien se acercaba o pedía consejo, o incluso muchas veces ayudaba sin buscar nada a cambio, e podía hasta ofenderse si se intentaba retribuir el favor. En su generosidad, Yuyo no tenía ego. Su entrega, compromiso y amor por el arte así lo requerían.
Yuyo Noé fue un artista extraordinario, un artista total, inteligente, vivaz, con mucho sentido del humor, y era tanta su genialidad que no podía contenerla en su cuerpo, por eso pintó y escribió hasta el final, bailaba en las reuniones hasta donde su cuerpo le permitiera, visitaba muestras, seguía abrazando, y siendo abrazado por la comunidad del arte que perdió, sin dudas, no solo a uno de los grandes pintores y escultores de su historia, sino también a un tipo realmente entrañable, amado.
Desde esta profesión, si uno indagaba un poco, en algún momento Yuyo surgía en las charlas con otros artistas. Todos los caminos, por admiración, respeto o humanidad guiaban hacia él. Solo por citar dos ejemplos, en una entrevista con Marcia Schvartz, en un momento de la charla posterior, ella cuenta que cuando se fue al exilio durante la dictadura, Yuyo le abrió las puertas de su casa y le consiguió lugar para exponer. En ese instante, su rostro cambia, mira hacia su galerista y pregunta: “¿le habrá gustado la muestra a Yuyo?”. En esos segundo, Schvartz dejó de ser una pintora de larga trayectoria, y fue, otra vez, una joven que no sabía hacia dónde iría la vida. Necesitaba, en un punto, la aprobación de aquel artista que allá, en sus inicios, la cobijó.
No hace mucho, con Mariano Molina sucedió algo parecido, ya fuera de la grabación, Yuyo aparece en la charla de la nada. Molina dice que no hubiera podido ser artista sin las palabras de Yuyo, sin su consejo. Así aparecía así en las charlas. Porque así tocaba las vidas ajenas, las cambiaba siempre para bien, por eso, lo amamos tanto. Por eso Yuyo no solo hacía arte, era arte, sin imposturas, sin poses. Y por eso, esta vez, en las redes sociales solo hubo expresiones de verdadera tristeza.
Es extraño (e injusto) que el mundo continúe girando cuando se va alguien como Yuyo. De alguna manera, no lo hace, se detiene.
A continuación, algunas historias sobre Yuyo, posteos y despedidas.
El artista santafecino César Núñez escribió en Instagram: “Tenía 22 años cuando decidí verdaderamente ser artista, la decisión venía de la mano de una ambición bastante compleja; recuerdo que dije: voy a estudiar pintura con Luis Felipe Noé. Para eso debía postularme a una beca muy importante, nadie veía un panorama muy alentador a esa idea. Sin quedarme cruzado de brazos, busque por todos lados el teléfono de Yuyo, hasta que por fin di con él y lo llamé desde una cabina de teléfono ubicada en Obispo y Rivadavia. ¿Saben quién atendió el teléfono? Sí, Yuyo, amablemente me escuchó todo lo que tenía para contarle, me ayudó con una carta aval muy bella que la guardo como un tesoro, ¿adivinen qué paso? sí! Gané la beca.

“El día que lo conocí, yo estaba muy nervioso, pero la emoción y alegría era inabarcable, jamás voy a olvidar que un rato antes de despedirnos, (sin que nadie escuche) me dijo: “querido César, guardá ese dinero y disfruta de tus visitas a Buenos Aires), recorré muestras y museos, aquí jamás te aceptaré dinero. Desde ese día nunca deje de estar a su lado, el estudio se extendió casi 5 años y hasta hoy (...) Un día que lo llamé contando que estaba por capital y me pregunto si tenía ganas de acompañarlo a la entrega de un premio de un amigo, dije que si y terminamos cenando los tres unas pastas por recoleta (su amigo era León Ferrari y le entregaban el gran premio de honor a León)
“Una vez tuve una crisis muy grande y me quería ir a vivir si o si a Bs As, Yuyo me dijo: César si te venís, seguramente serás un gran artista más de los tantos que se pueden encontrar acá, sin embargo, si vos hacés y generás algo desde tu lugar, es mucho más fácil que te veamos desde aquí, y gracias a eso surgió @purpuraproyecto_
Yuyito, te debo la vida, me diste todo, fuiste muy generoso conmigo y me llevo todos estos años de carrera junto a vos en mi corazón. Fuiste mi amigo, fuiste Padre, fuiste Abuelo, fuiste mi Gran MAESTRO. Es el momento de subir a la nave que te regale y que tanto te gustaba para acompañarme y guiarme desde donde desees”.
Por su parte, Carolina Antoniadis, en la misma red: “Me conseguiste mi primera muestra en 1987 y escribiste es precioso texto en el catálogo. Siempre estuviste presente acompañándome en todas mis muestras No puedo olvidar los encuentros en tu casa Con Nora el viaje a Montevideo los 4 con Paula hermosos recuerdos Has dejado una huella en mí! tuve la fortuna de conocerte! Mi vida hubiera sido otra seguramente sino te hubieses conocido tus ideas eran tsunami para mí, gracias por tu mirada precisa, por tus consejos, tu sabiduría por haberme prestado tus acrílicos cuando era joven y no tenía. Siempre fuiste un ejemplo cuando posteriormente di clases y trate de pasar la posta que me habías dado Ir a tu casa taller era contagioso uno salía con ganas de pintar de hacer! Incansable pensador y hacedor gracias! Que tengas un gran viaje y quizás te encuentres con el caos el que siempre te obsesiono y no trates de ordenarlo es perfecto así como en tus pinturas”
La artista Jorgelina Paula Molina Planas, hija de desaparecidos, compartió su historia:

El escultor Martin Di Girolamo escribió: “Querido Yuyo te fuiste tan joven!! Hubieras necesitado 300 años y aún te hubieran resultado pocos para desplegar tanta vitalidad….nos enseñaste tanto, y nos dejaste tus bellos universos caóticos que seran eternos mientras exista memoria. Te vamos a extrañar siempre”; el ex galerista y crítico de arte Gabriel Levinas sumó: “Murió Yuyo (Luis Felipe Noé), un incansable luchador, gran pintor y un verdadero maestro de varias generaciones de artistas. La mente abierta a todo lo nuevo y un constante luchador por la justicia social. Te vamos a extrañar. Era el último sobreviviente del grupo Nueva Figuración. ¡¡Chau Yuyo!!” y la historiadora Laura Malosetti Costa: “Tristísima noticia… pero Yuyo vive por siempre en cada unx de quienes lo admiramos tanto”.
Para Matilde Marín “nos dejó lo mejor del arte de nuestro tiempo. Un ser tan creativo e inteligente, fiel a sí mismo hasta el final” y el pintor Carlos Kravetz escribió en Facebook: “Se fue Yuyo Noé. Uno de los grandes referentes para mi generación. Un artista inmenso. Para mí, uno de los próceres de nuestro arte. Lo admiro profundamente. Nos mostró su ejemplo, un artista vital y pensante. Quienes lo tuvieron cerca hablan de su gran generosidad como maestro. Viendo su pintura se siente su intrepidez y energía. Aunque lo conocí muy poco personalmente, me invadió la tristeza al enterarme de su partida”.

La dibujante Flor Balestra recordó su años como estudiante, el humor y la amistad que se sostuvo en el tiempo: “En el año 1986 aterricé en su casona taller de San Telmo, Tacuari 763, y desde ese día Yuyo me brindó su amistad. Lo primero que me dijo es que nunca lo llame por su verdadero nombre, Luis Felipe le resultaba de una grandilocuencia insostenible. Yo tomaba clases de pintura pero obviamente lo sabroso para mí era esa gran casa plagada de cuadros y libros de todos los artistas que te podías imaginar, que eran todos sus amigos y por supuesto los de la Nueva Figuración. Fascinada con sus historias de artista viajado, sus desopilantes vivencias, sus anécdotas contadas siempre a medias entre una especie de simpática tartamudez que tenía y de sus risas a granel. Porque Yuyo se reía mucho mucho, se reía de todo y de lo que él mismo contaba pero como un nene travieso, sin maldad.
“A una hora se descorchaban unos vinos y salíamos expulsados a la calle, persiguiendo aventuras. Al fin de la tarde nos arrastraba a todas las inauguraciones posibles en aquella excéntrica Buenos Aires para mí. Tengo la imagen de siempre estar buscando un taxi por esas calles semioscuras y vacías, porque él no manejaba. O íbamos todos apiñados arriba de algún auto. Éramos unos pocos alumnos jóvenes todos y aún seguimos en contacto, Yuyo nos une. Alrededor de él pasaba de todo y todos queríamos estar a su lado. La última vez que lo ví fue en su cumpleaños de 90 en esa hermosa fiesta que hizo en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y sentí que ya me estaba despidiendo de él. De sus parrandas y de sus festicholas, como le gustaba decir. Me alegra tener fotos con este hombre de una extrema calidez, de un finísimo sentido del humor, amante del disparate y el non sense, culto como pocos, caballero amable, generoso, cercano. Tan querible. Amaba la deriva y el caos. Hoy se me va una parte de mi vida. Hoy te decimos adiós Yuyo de nuestros corazones y gracias por ser tan enormemente amoroso. Porque el arte es eso, dar y darse. Al menos para mí. Y para vos, sin dudas”.

En su despedida, el pintor Julio Lavallén escribió: “Hoy embarcó Noé, sin conflictos consigo mismo, ya desprendido de lo rectangular para pensamientos informes y cuidadosamente distribuidos de manera desinteresada en un lugar alucinado. Este hombre amigo que acaba de morir murió pleno, hecho, entero. Y en su entereza arrastró, es decir, se llevó una época”.
Por supuesto, no hubo museos ni fundaciones que no le dedicaran unas palabras, todas con cariño para el Maestro, aún cuando él renegaba del título honorífico. Por nombrar a algunos, desde el Bellas Artes se despidió a “uno de los más grandes artistas argentinos”, desde el Malba “con enorme cariño y admiración” a “uno de los artistas e intelectuales más relevantes del país”, desde el Macba “con profundo dolor a quien fue una figura trascendental en la historia del arte contemporáneo argentino” y desde la Fundación Klemm lo recordaron como “pionero en el siglo XX y un eterno joven en la contemporaneidad” y abrazaron “a sus hijos Paula y Gaspar, y al gran equipo de la Fundacion Noe -Cecilia Ivanechevich, Natalia Revale y Lorena Alfonso”.

También funcionarios de la cultura lo recordaron, como el secretario nacional Leonardo Cifelli, que escribió en X: “Hace muy poco tiempo tuvimos el privilegio de tener a Yuyo Noé en el Palacio Libertad acompañando la muestra de Karim Makarius. Que pérdida dolorosa para el arte plástico del país. Su huella transformadora quedará para siempre en nuestra historia”, por su parte la ministra de la cartera porteña Gabriela Ricardes sostuvo: “¡Qué tristeza enorme! Yuyo Noé fue un protagonista imprescindible de la cultura argentina pero sobre todo un artista y una persona hermosa que deja una obra singular y aclamada en el mundo entero. Un fuerte abrazo para toda su familia” o el ex ministro nacional Pablo Avelluto, “Adiós Yuyo Noé, artista total y único. La cultura argentina le debe muchísimos colores. Gracias por todo el arte y el buen humor. Un abrazo a sus familiares y amigos. QEPD”, por citar algunos.
Hace unas semanas, Yuyo presentó su libro Asumir el caos, una obra que le llevó años de escritura y en donde se explaya sobre su pensamiento. Aunque, su gran legado, además del artístico plástico, es haber tocado la vida de distintas generaciones como nadie. En eso no hay discución alguna posible. Luis Felipe “Yuyo” Noé vivió y compartió arte. Es arte. Gracias Yuyo.
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