
Se ha leído por ahí que la memoria es como un músculo que merece ser ejercitado. Claro que no es un músculo, pero sí es cierto que hay que alimentarlo. En los últimos años, se escribieron novelas y cuentos sobre la historia contemporáneas, las llamadas “de ficción histórica”, que tuvieron muy buena acogida entre el público adulto. Tras el bicentenario en 2010, numerosas editoriales dedicadas al público infantil recogieron el guante y se subieron a esa ola.
Sin embargo, entre los sucesos y efemérides que han atravesado la historia argentina reciente, tal vez por lo cercano, lo sensible o la herida que ha causado, la dictadura militar es un tema muy sensible. Aun así, la producción destinada a los más chicos ha ido en aumento.
En las recomendaciones de esta semana, reina la diversidad: un libro informativo, una novela corta para los más grandes, un libro álbum y un silent book. Para todos los gustos, para leer todos juntos, de ser posible, abrazados.

Las palabras (Adriana Hidalgo/ pípala, 2016), de Nicolas Bianco-Levrin y Julie Rembauville, es un volumen único, una paradoja en sí misma: un silent book que narra una historia sobre el poder de las palabras. Las dichas, las ocultadas, las negadas, las prohibidas, las que deben callarse.
Con formato novela gráfica, los y las lectores irán a tientas –acompañando la oscuridad de los cuadros– para intentar decodificar mensajes, situaciones y climas, por momentos un tanto asfixiantes.
Las palabras es un libro para ser hablado, conversado, para ser respuesto y colmado de las sílabas que están ausentes. Es un libro para abrirse a preguntas, para establecer diálogos y repensar(nos) en relación con la libertad, la censura y lo que a veces pareciera tener que callarse por temor.

Matilde (Norma, colección Zona libre, 2016), de Carola Martínez Arroyo, ilustraciones de PowerPaola. Muchas veces opera el inconsciente al actuar, por lo que no debe ser casualidad que en este listado de recomendaciones, Matilde esté a continuación de Las palabras. Porque Matilde no puede, ni debe, contar que su padre no aparece hace unos cuantos días por su casa.
Por recomendación de su familia, especialmente de su abuela, Matilde apenas puede saludar a vecinos que se cruzan aquí o allá. Y poco entiende acerca de este consejo, que resuena en ella más a advertencia.
Matilde vive en Santiago de Chile, tiene ocho años y poco entiende lo que sucede a su alrededor, solo sabe que su padre no está, que su mamá está fuera todo el día y que es su abuela quien la lleva a la escuela y la que dice presente en las reuniones de padres. Ella solo escucha de refilón, presiente que algo no está bien y oculta dónde está su padre.
Una novela que bien podría haber sido la historia de cualquier niño o niña que vivió su infancia en los 70 u 80 en el Cono Sur americano. Una historia sensible, genuina, con una construcción de personajes profundamente realista y cercana que invita a ser leída de un tirón hasta el final.

Cuando estamos juntas (Calibroscopio, 2016), de María Wernicke, un libro álbum en el que también hay una madre, una abuela y una hija, y donde las marcas temporales son difusas. Detalles en la vestimenta, en las escenas abren la imaginación a preguntas y posibles situaciones. La incertidumbre alimenta las posibilidades.
Con breves líneas e ilustraciones sencillas, la autora construye un universo inmenso que, si se deja, desborda la emoción. Es cierto que una imagen vale más que mil palabras, y este libro da cuentas sobradas de ello.
Un libro para volver y detenerse en las ilustraciones y en los blancos, que aquí cobran fuerza, porque habla, sin decirlo, de la ausencia y de lo inmensa que puede ser.

Legisladores del futuro: ¡Hola! ¿Qué hay que saber para legislar? (Iamiqué, 2025, colección Misión democracia), de Isabel Minhos Martins y Carolina Celas. Este volumen –novedad y parte de la flamante Misión democracia– es un libro para la pregunta, y con el objeto claro, desde el nombre mismo de la serie, de colaborar en la preservación del sistema democrático.
Este libro informativo combina ilustraciones amigables –con pequeñas viñetas que hacen un guiño a la historieta– con información clara acerca del funcionamiento de un congreso, las cámaras y el poder legislativo en su conjunto, con una mirada original: pensar en los futuros legisladores.
Desde esta óptica se vale del recurso de lo que los chicos tienen a la mano: su cotidiano. Los juegos, el trato con sus pares, con la autoridad, el descanso, el medioambiente, los juegos, el deporte, el aprendizaje, el deporte. Todo su microuniverso puede ser pasible de ser aplicable para comprender cómo funciona y cómo debería funcionar, a partir del propio actuar.
Inteligente, perspicaz y entretenido para chicos y muy profundo para los adultos que, sin lugar a dudas, concluirán que qué diferente sería el mundo si la crianza y la reflexión durante la infancia hubiera sido erigida con perspectiva en el futuro.
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* Estas son solo algunas recomendaciones del maremágnum que existe en la literatura para chicos y chicas. Lo importante es descubrir cuáles pueden ser las lecturas preferidas. Lo importante es leer.
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