
“Empecé este cuaderno queriendo escribir solo de poesía y al final termino hablando de amor, siempre termino hablando de amor”, dice la poeta Cecilia Pavón. “¿Será eso finalmente la poesía estructurada? ¿La forma en que la poesía se mete en tu vida y te secuestra y te vuelve una tonta enamorada? Porque de eso estoy segura, cuando la poesía te rapta, no hace otra cosa más que acercarte a los sentimientos. Sentimientos comunes o raros, contenidos o estallados, pacientes o delirantes; sentimientos del tipo que sea”.
Es una linda presentación para Poesía estructurada, el libro que Pavón publicó recientemente. Y que, sin embargo, es muchas cosas: es un relato en prosa que mezcla ensayo, poesía y autobiografía. Y lo hace como ella sabe, con desfachatez y con un humor soterrado.
¿Cómo lo hizo? La escritora, nacida en Mendoza en 1973, cuenta: “Un día, ordenando mi biblioteca encontré decenas de cuadernos antiguos guardados en una caja y se me ocurrió un juego. Hacerles preguntas a estos cuadernos y abrirlos al azar para ver qué contestaban. Así, se me volvió rutina meter dos o tres de estos cuadernos en mi cartera cada vez que salía a la calle. Durante varios meses, en una especie de ritual único y personal interrogué a mis cuadernos sentada en distintos cafés de Buenos Aires y escribí este diario”.
Aquí, un fragmento de Poesía estructurada. Para disfrutar:
Poesía estructurada (Fragmento)
A veces, entramos a un café buscando consuelo.
Domingo de sol y viento, caminé por la calle Moreno en dirección a Entre Ríos y lloré por momentos y por momentos tuve ganas de llorar. Entré al café Ebro en Entre Ríos y Belgrano y sentí que mi cuaderno iba a ser un gran refugio. Sí, siempre va a ser un refugio la escritura, aunque los guardianes de la “Literatura de verdad” (la Literatura con mayúscula) digan que la poesía no es ni terapia ni refugio.
Para mí sí, para mí la escritura es: terapia, refugio y obviamente magia. Porque va todo junto, la magia sirve para sentirse bien y agradecerle a la creadora de este mundo por estar aquí, agradecerle por todo. Yo le agradezco por todo a la creadora del mundo. También por las lágrimas. El señor del café me acaba de traer un vaso gigante de agua y al beberla sentí que se iba la angustia. El agua calma, igual que el viento. Ayer el viento disipó la angustia, ayer también lloré mientras roturaba la tierra de mi jardín y el viento me dio su mensaje de felicidad. Creo en el poder sanador de los elementos, creo que la escritura es fuego. La poesía es fuego.

Son las tres y media de la tarde de un día soleado y sigo aquí, refugiada en el café Ebro. Estoy triste, no lo voy a negar, por cosas que pasaron en mi vida, cosas que voy a dejar fuera de este cuaderno, porque cosas de mierda pasan en la vida de todos y eso tiene todo que ver con la poesía (como dice Dorothea Lasky, mi poeta estadounidense preferida a quien además tengo la suerte de conocer personalmente). Estoy aquí, escuchando la música funcional de este restorán con un cuadernito de tapas color verde musgo que no sé de qué año es, sin saber qué preguntarle. Lo toco y suspiro, lo acaricio y vuelvo a suspirar y no sé qué preguntarle. Lo abro y aparece una frase suelta en una hoja rota, partida por la mitad:
Ocultamiento de la sangre.
En la hoja siguiente:
Hipócrates quizás empezó el sangrado de los enfermos luego de ver que las mujeres se curaban solas.
No pregunté nada, pero obviamente el mensaje que mi cuaderno del pasado quiere darme es que las mujeres se curan solas y que eso es lo que yo también tengo que hacer. Me gusta la idea. Además, siempre lo sentí, siempre sentí a la menstruación como purificación y cura. No encontré la fecha en este cuaderno, pero encontré los borradores de algunos poemas que sí recuerdo haber escrito en 1999 y que después quedaron en un libro. Releo uno a uno los textos y encuentro varios poemas que nunca pasé y que ahora me gustan.
Las cajas de correo
Ya no hay cajas de correo entre
nosotros dos
tampoco dulces para el té
no vivimos en Viena
ni nos golpea alguna tormenta inesperada*
el teléfono no suena
el cartero no trae las cajas
de correo.
Prendo la televisión
esperando encontrarte
en algún teleshow
hablando de
nuestra relación
pero en los programas que dan
no están contempladas esta clase
de rumores
aunque yo pienso que deberían
incluirlos.
*tampoco caen copos de nieve sobre nuestras camperas
Transcribo este poema y lloro. Aunque sea un poema basado en eventos que sucedieron hace muchísimo tiempo. La tristeza del pasado también está guardada en nuestras células.
Quién es Cecilia Pavón
♦ Nació en Mendoza en 1973 y vive en Buenos Aires desde los 90, donde se recibió de Licenciada en Letras por la UBA.
♦ En 1999 fundó junto a Fernanda Laguna la galería de arte y editorial Belleza y Felicidad.
♦ Publicó los libros de prosa Nomadismo por mi país, Los sueños no tienen copyright, Once Sur, Pequeño recuento sobre mis faltas y Todos los cuadros que tiré; y los libros de poemas: Diario de una persona inventada, 27 poemas con nombre de persona, Un hotel con mi nombre, Querido libro y La libertad de los bares, entre otros.
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