
La trayectoria artística de Alejandra Darín, que comenzó cuando era una niña, está tachonada de éxitos en cine, televisión y teatro. Daniel Marcove, quien la dirigió en mi A la izquierda del doble y otras, me cuenta: “Era una mujer muy mujer y una actriz muy actriz. Amaba el escenario y esa mezcla de temperamento y corazón se traducía en su actuación”.
Pero, en mi criterio, lo más destacable de Alejandra fue que arriesgó su prestigio y economía al asumir un vigoroso compromiso con los intereses de sus colegas desde la presidencia de la Asociación Argentina de Actores y Actrices que asumió en 2011, siendo reelegida cuatro veces. Fue una dirigente ejemplar, honesta y eficiente, como lo demostró la sanción de la Ley del Actor, que dio estabilidad a un gremio caracterizado por la discontinuidad.

Su militancia en la Asociación, en realidad un compromiso con sus ideas y principios, no le fue fácil, expuesta a la crítica mezquina de algunos empresarios y productores, quienes se sentían afectados por las reivindicaciones que mejoraban la situación de los trabajadores del cine, de la televisión y del teatro. Tampoco faltó el colega que, a falta de algún pecado administrativo, la atacó por pensar y obrar distinto. Tuvo que enfrentar circunstancias especialmente difíciles que capeó con coraje y convicción.
“Lo que sé es que siempre que pueda voy a estar. No se si al frente o al costado, pero participando en las luchas que considero justas, vengan de donde vengan”. Y Alejandra pudo hasta el último día de su vida, segada por letal enfermedad, contra la que luchó con la misma pasión que ponía en todas sus luchas, obstinación existencial que la llevó a ser una gran mujer, una gran artista y una gran gremialista.
Lo expresaron bien sus compañeras y compañeros de su querida Asociación de Actores y Actrices (fue ella quien agregó esta última palabra cargada de sentido): “Continuaremos tu tarea honrando tus valores, tu dignidad y compromiso”.

He tenido el placer y el honor de conocerla. Y de trabajar con ella. Fue una persona luminosa, bendecida por el talento y la generosidad. Tuvo una carrera memorable en cine y televisión, aunque fue en el teatro donde se sintió a sus anchas, sobre todo en el teatro marginal, experimental, a pesar de que su prestigio le hubiera permitido desenvolverse en el teatro comercial.
Fue una mujer de tomar decisiones. Destinó gran parte de su tiempo y de su energía a representar y a defender los intereses de sus colegas. Fue una sindicalista ejemplar en su honestidad y compromiso, con corajuda lucidez para enfrentar situaciones complejas.
Alejandra, te vamos a extrañar.
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