
Este año, el mundo conmemora el tricentenario del nacimiento de Immanuel Kant (1724-1804), una de las figuras más importantes en el desarrollo de la filosofía moderna. Mucha gente considera a Kant un agnóstico, es decir, una persona escéptica o que duda de la existencia de Dios. Sin embargo, esta suposición es incorrecta.
Marcus Willaschek, profesor de Filosofía en la Universidad Goethe de Frankfurt, Alemania, dice que Kant creía en Dios, pero su actitud como creyente era inusual en su época.
La raíz de este malentendido proviene de la crítica de Kant al argumento ontológico, basado en una prueba que parte de definiciones abstractas y sin experiencia sensorial para demostrar si Dios existe o no.

Crítica de las pruebas ontológicas
Anselmo de Canterbury (1033-1109), filósofo y teólogo medieval, propuso el primer argumento ontológico a favor de la existencia de Dios que lo definía como el ser más grande que los humanos pueden pensar.
René Descartes (1596-1650), filósofo francés, propuso otra versión del argumento ontológico. Definió a Dios como el ser más perfecto (ens summe perfectissimum).
Como prueba que parte de definiciones abstractas, el argumento ontológico considera que la racionalidad de la definición de Dios es irrefutable. La existencia no puede separarse de Dios. La racionalidad de Dios es la prueba de su existencia.
Kant criticó este argumento. Según él, la existencia debe probarse por inferencia de síntesis y no por inferencia analítica.

La inferencia analítica, también llamada explicativa, es una repetición del significado que va unido a un concepto. Cuando decimos “mamá es una mujer”, por ejemplo, la inferencia es analítica, porque biológicamente la maternidad está intrínsecamente unida a la mujer, y viceversa.
Una inferencia de síntesis es una extensión de un sujeto o de un concepto, porque un predicado no está intrínsecamente unido a él. Cuando decimos “mamá es profesora”, el predicado profesora no está intrínsecamente unido a la madre. Mamá podría ser empresaria, abogada o cualquier otra cosa.
La acusación de que Kant era ateo es un malentendido de la pregunta abierta de Kant sobre la prueba ontológica. El propio Kant dijo que la existencia de Dios no puede probarse, pero tampoco puede desmentirse. Kant no discutió la racionalidad del concepto de Dios, sino el hecho de que la racionalidad por sí sola no puede utilizarse como argumento de su existencia.
Esta diferenciación entre racionalidad y existencia es uno de los fundamentos de la filosofía de Kant.

La prueba de Dios de Kant
Kant ofrece una prueba de Dios desplazando la cuestión ya no a la existencia sino a la función de la existencia de Dios en un contexto moral.
Kant propuso la tesis de que Dios es un postulado moral, o el bien supremo (das höchste Gut). Como postulado, la existencia de Dios es una necesidad para explicar la acción moral humana.
Es en la figura de Dios donde se unen el principio moral y la felicidad. Sin la esperanza de la felicidad, no tiene ningún atractivo obedecer los principios morales. Dios es necesario como encarnación de esa esperanza final.
La consecuencia de la tesis de Kant es que la prueba de Dios no puede hacerse directamente, sino indirectamente. En realidad Kant quiere decir que Dios no se prueba, sino que es necesario para racionalizar las acciones morales humanas.

Dios como objeto de fe
Kant creía que Dios no es un objeto de conocimiento, sino un objeto de fe. Este pensamiento ha hecho que mucha gente malinterprete al filósofo. Al no ser objeto de conocimiento, Dios es considerado como algo irracional.
Kant distinguió estrictamente entre conocimiento (wissen), fe (glauben) y opinión (meinen) respecto al entendimiento humano (cognición).
El entendimiento humano está formado por elementos formales y elementos materiales. Los elementos formales son conceptos que están a priori en la mente humana y no provienen de la experiencia. Sin embargo, el elemento material supondría la validación de la experiencia sensorial. El conocimiento cumple con los elementos formales y materiales, y, según Kant, la naturaleza de este conocimiento es la certeza (Gewissheit).

La fe se basa en elementos formales, pero no en elementos materiales, porque no puede validarse a posteriori –es decir, no es un conocimiento adquirido tras la experiencia–. El grado de justificación de la fe no es la certeza, sino la convicción (Überzeugung).
La opinión no cumple los elementos formales ni materiales. El grado de justificación de la opinión es la mera duda o aproximación. Kant no negó la racionalidad de la fe. Sólo que, según él, su justificación no es tan sólida como la del conocimiento.
Intelecto
La implicación de la filosofía de Kant es la aparición de la religión de la razón (Vernüftreligion). Fomenta la piedad que se manifiesta en la práctica de los valores morales (Sittlichkeit), no la piedad ritual.
Kant no era agnóstico. Sólo utilizó la racionalidad humana y no la autoridad de las instituciones religiosas para explicar la existencia de Dios.
Fuente: The Conversation
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