
El Tribunal de Apelación del Vaticano confirmó este martes la condena a los dos activistas que se pegaron a la famosa escultura del Laocoonte en 2022 para protestar contra la crisis climática y que deberán pagar casi 30.000 euros de multa.
El Tribunal rechazó el recurso presentado por los activistas del colectivo Última Generación y confirmó la pena anunciada el pasado junio en primera instancia, que fue de nueve meses de cárcel –suspendida– y una indemnización de 28.148 euros (unos 30.267 dólares).
“En nombre de Su Santidad, el Tribunal rechaza el recurso. Pero, ¿Su Santidad no invitaba a la población a hacerse escuchar? ¿En Asís en 2021 no dijo que esta era la última generación que podía hacer algo?”, cuestionó el colectivo en sus redes sociales. Y agregó: “Sentencias que duelen. Sentencias que hacen preguntarte por qué. Sentencias que empobrecen las palabras del papa y las transforman en retórica y mentira”.

La acción ocurrió el 18 de agosto de 2022, cuando dos activistas pegaron sus manos a la base del Laocoonte, un grupo escultórico de datación controvertida, que suele aceptarse como de la época romana del 40 a.C. que representa al famoso sacerdote troyano y sus hijos devorados por serpientes marinas, como narra La Eneida.
Los dos que pegaron las manos a la estatua, Guido Vieri, de 61 años, y Ester Goffi, de 26, no irán a prisión y la sentencia tampoco figurará en sus respectivos historiales, pero deberán indemnizar a la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano con dicha cuantía en concepto de daños al patrimonio.
La tercera imputada, Laura Zorzini, que grabó la protesta con su teléfono, también fue declarada culpable en primer grado y, aunque no tuvo una condena a prisión como sus compañeros, deberá pagar las costas judiciales y una multa de 120 euros.
Hallada a comienzos del siglo XVI en un viñedo en la colina Opio de Roma, la escultura fue comprada por el papa Julio II y colocada en el Vaticano, lo que dio origen a los actuales Museos Vaticanos.

En su protesta, según la acusación, usaron “un adhesivo sintético particularmente fuerte y corrosivo” en un monumento de “inestimable valor histórico y artístico”.
Los defensores de los activistas alegaron que este pegamento “se podía quitar fácilmente” y que pusieron sus manos sobre el basamento y no sobre la escultura, conscientes de su enorme valor.
Fuente: EFE
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