
El Museo Histórico Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo inauguró La fuerza de la esperanza: luchas por la paz y la democracia, una exposición –la segunda retrospectiva que se hace en el país– del activista argentino y premio nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, en la cual presentar sus obras plásticas, grabados, acuarelas, libros y cartas.
El museo “se propone honrar los 40 años de democracia y al pensamiento nacional. A través de sus pinturas, grabados y manifestaciones visuales, Pérez Esquivel invita a explorar la profunda conexión entre la paz, la justicia y la resistencia activa, en una propuesta que expresa diversos trayectos de una vida dedicada a romper los muros que dividen a la humanidad y a la construcción de puentes de amor y solidaridad”, se indicó en un comunicado.
“La fuerza de la esperanza: luchas por la paz y la democracia” exhibirá los óleos llenos de colores, los grabados, las acuarelas, los libros, las cartas con el papa Francisco y con el ex presidente estadounidense Barack Obama, entre otros materiales, que recorren su trayectoria artística y personal.

“‘En vez de pan, llegué con un lápiz y un pincel bajo el brazo’, afirma Pérez Esquivel acerca del origen de esta faceta poco conocida y donde encontró diversas maneras de expresar aquello a lo que dedicó su vida: la construcción de la paz duradera, la denuncia de las injusticias y la deconstrucción de opresiones para la creación de un mundo más equitativo”, amplió el comunicado del Museo del Cabildo.
Nacido en el barrio porteño de San Telmo y “visitante” asiduo de La Boca, donde su padre trabajaba de pescador, Pérez Esquivel recordó a través del comunicado del museo: “Pintábamos en el puerto e intercambiamos nuestras obras por sanguchitos y naranjina con los dueños de las cantinas. A veces subíamos al estudio de Quinquela Martín para verlo trabajar y comer tallarines. Caminito no es lo que era ahora, eran las vías del tren repletas de obreros que iban y venían. Allí vi el teatro callejero de Cecilio Madanes con escenografía de Raúl Soldi y conocí a Alfredo Palacios”.

A la hora de caracterizar su producción pictórica, el nobel argentino señaló: “América Latina tiene una gran importancia en toda mi obra: los pueblos indígenas, los campesinos, los movimientos de mujeres y de jóvenes. Creo que hay una dinámica permanente de transformación en la vida de los pueblos y que éstos son constructores que deben recuperar su cultura”. Una de las obras que se destacarán en la muestra es el óleo La última cena, producido este año e inspirado en la pintura de Leonardo da Vinci.
En su versión del cuadro, incorporó las figuras de María, María Magdalena y María de Betania y los discípulos son “compañeros de caminada” del propio Pérez Esquivel. Así se pueden ver compartiendo el pan con Cristo al argentino Jaime Nevares, a Perico Pérez Aguirre de Uruguay, a Leónidas Proaño de Ecuador, al cardenal Paulo Arns de Brasil, a Hélder Cámara de Brasil, a Leonardo Boff, también de Brasil, a monseñor Romero de El Salvador, a Méndez Arceo de México, a Arturo Paoli de Italia y al cardenal Angelini.

Judas, remarcó en tanto, aparece sin rostro porque “hay tantos que no sabía a quién poner”. Es el único que no come pan sino que lleva una bolsa con monedas de oro “del FMI, del Banco Mundial, de la banca especulativa”, enfatizó.
Al cierre de la inauguración, el domingo 12, se presentó Nuripae, un grupo de reconocidos músicos que desarrolla y preserva la SamuNori, música y danza de Corea. La exhibición podrá ser visitada de miércoles a domingo de 10.30 a 17, en la calle Bolívar 65, de la ciudad de Buenos Aires.
Fuente y fotos: Télam S. E.
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