
Toda religión se sostiene sobre el misterio. No se trata de una valoración, sino de la constatación de que un núcleo de creencias que proclama la existencia de un dios (o varios dioses) se erige, en última instancia, sobre la fe. Y la fe es un misterio. A veces el misterio se toma de la mano con el crimen.
La serie documental de Netflix Sé dócil: Reza y obedece sigue el siniestro caso de una rama del credo mormón llamada Iglesia Fundamentalista de los Santos de los Últimos Días. El “Fundamentalista” del nombre viene a cuento de su separación de la rama principal de la Iglesia que, según los separatistas, habían abandonado los principios propugnados por el fundador Joseph Smith. La serie se centra en la red criminal subyacente en la actividad cotidiana de los Fundamentalistas, cuya feligresía alcanza a cerca de diez mil personas y que viven, en gran número, en un espacio comunal cerrado establecido en Eldorado, Texas. La organización religioso-delictiva establecía una red de red de reducción a la servidumbre, abuso sexual y violación y pedofilia generalizada. Un espanto sobre la tierra basado en mensajes divinos y un apocalipsis por venir. Pero antes de continuar con el estremecedor documental, tal vez sirva detenerse en las continuidades y diferencias entre los mormones y los mormones fundamentalistas.
En la tercera década del siglo XIX, en los Estados Unidos, Joseph Smith fundó la Iglesia de los Santos de los Últimos Días. Smith proclamaba haber recibido la visita de Dios y Jesús al mismo tiempo quienes le revelaron que todas las iglesias estaban en el error. Unos años después, decía Smith, un ángel lo condujo hasta el sitio donde se encontraban unos escritos en “egipcio reformado” (así decía Smith) que, traducidos milagrosamente, conformaron el Libro de Mormón, donde se leía que luego de su crucifixión, Jesucristo había pasado unas temporadas en América. Y “América” es América del Norte y/o los Estados Unidos (aunque en aquellos viejos tiempos todavía no se había producido la unificación). Bien. Fundó la Iglesia que decía que los hombres podían convertirse en dioses si obedecían al Profeta (en ese caso, Smith) y lograban casarse con la mayor cantidad de mujeres. “Matrimonio plural”, le decían. El fundador predicaba con el ejemplo: Joseph Smith tuvo 49 esposas, dos de ellas de 14 años. Cuando por razones legales los mormones, establecidos en el estado de Utah, decidieron abolir la poligamia ya que no estaba contemplada en la Constitución de los Estados Unidos, un ala principista se apartó y fundó la Iglesia Fundamentalista, eje de la serie alojada en Netflix.
Los fundamentalistas se habían establecido en Carolina del Norte, las mujeres estaban todas vestidas igual en atuendos parecidos a los que usaba Laura Ingalls, por así decirlo. Las niñas se educaban separadas de los niños y recibían (reciben) una esmerada educación para ser madres y amas de casa, además de obedientes servidoras del Profeta y sus maridos. Uno de los lemas para las niñas es “Sé dócil, reza y obedece”, tallada en paredes y como letra de canciones. A la muerte del Viejo Profeta, uno de sus muchos hijos (imagínense: la progenie es proporcional a la cantidad de esposas) lo reemplazó en funciones. ¿Su nombre? Warren Jeffs.
El mandato del nuevo Profeta supuso un cambio más disciplinar para las niñas (pobres, ya ni una florcita podían tener en los vestidos –que Laura Ingalls sí ostentaba–) y un furor del matrimonio múltiple volvió a instalarse en la comarca. Entrado el siglo XXI –cuando Warren Jeffs comenzó su mandato eterno–, el Profeta se casó con 78 mujeres, 24 de ellas menores de edad. También, la Iglesia expandió sus negocios y Jeffs (que sostenía mantener diálogos directos con Dios) aprovechó para deshacerse de todos los hombres que pudieran objetar las decisiones de su liderazgo. Algunas mujeres escaparon. Algunas mujeres denunciaron. Fue el comienzo, casi, del fin. Luego de una redada en la que se acogió en centros comunitarios a 400 niños y niñas, se establecieron más y más denuncias. Se comprobaron delitos aberrantes de Jeffs. El profeta fue a parar a prisión… desde donde continúa ejerciendo su rol de sumo pontífice mormón pero fundamentalista.
Todo esto fue noticia. Lo notable del documental es la recopilación de imágenes internas de la vida mormona fundamentalista, del horror de las niñas sometidas a ser “esposas” de hombres adultos mayores o lo que fuera, de los ritos y reuniones religiosas de estas personas. Y el rol omnipresente siempre de Warren Jeffs, el Profeta. Para conocer de cerca el delirio religioso y el crimen, basta poner en el buscador de Netflix el nombre del documental.
Alguien dijo hace bastante tiempo: “La religión es el opio de los pueblos”. Si esta serie documental no lo demuestra, entonces será cosa de mandinga.
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