
Las infantas parecen ser todas iguales, más allá de la sangre que recorre uno u otro reinado, no se trata de genealogías ni parentescos, sino de miradas, de porte. Las infantas se transforman en las pinturas medievales renacentistas en la demostración de un linaje, de una herencia. Las infantas son lo que hoy podrían ser las fotos de Instagram en las que las madres lucen a sus vástagos, con la diferencia de que las infantas eran de la realeza.
Alonso Sánchez Coello nació en Benifairó de les Valls, Valencia, entre 1531 y 1532. A los diez años se trasladó junto con su familia a Portugal, donde comenzó sus primeros estudios de arte. Allí se formó bajo el patrocinio de la reina doña Juana, hermana de Felipe II. Hacia 1550 viajó a Flandes para completar su formación, y allí aprendió con Antonio Moro y gozó de la protección del obispo de Arrás, Antonio Perrenot de Granvela. Presentado por doña Juana a Felipe II, le sirvió a él como retratista de la corte durante más de treinta años, hasta su muerte, en 1588.
Sánchez Coello mantuvo y desarrolló el tipo de retrato cortesano que Tiziano y Moro habían introducido en la corte de los Austrias, y que él, a su vez, hizo lo propio en la Península. Sus retratos de los niños de la familia real son encantadores, y se le adjudica haber sido el introductor del tipo de retrato doble que se ve en Las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela.

El retrato individual La infanta Isabel Clara Eugenia, un óleo sobre lienzo cuyas dimensiones son 116 cm de alto y 102 de ancho, que data del año 1579 y que hoy se encuentra en el Museo del Prado en Madrid, muestra a quien, se cuenta, era la hija favorita Felipe II. La joven princesa está representada a la edad de trece años, con un gesto distante y elegante, viste un traje blanco y dorado, con el pelo recogido en un tocado con plumas y gran profusión de joyas, piedras preciosas y perlas. Lleva un pañuelo en la mano izquierda, según lo habitual en los retratos femeninos, mientras apoya la derecha en un sillón, símbolo de su elevada posición dentro de la corte.
Isabel Clara Eugenia nació en Valsaín el 12 de agosto de 1566, y fue la hija mayor del tercer matrimonio de su padre, el rey Felipe II de España, con Isabel de Valois –hija del rey Enrique II de Francia y de Catalina de Médicis–. Cuentan que fue la más querida por el monarca, la única a la que le estaba permitido ayudarlo en su trabajo, revisando documentos y traduciendo documentos del italiano al español.
Perdió a su madre cuando tenía dos años. Un año antes, Isabel de Valois había dado otra hija a su esposo Felipe, Catalina Micaela. Las dos niñas se harían inseparables. El 2 de agosto de 1589 falleció asesinado el rey Enrique III de Francia. Entonces Felipe II realizó toda una serie de gestiones políticas, reclamando la corona de Francia para su hija Isabel Clara Eugenia; los derechos para la joven era reclamados por ser nieta por parte de madre de Enrique II de Francia y sobrina de Enrique III de Francia, hermano de Isabel de Valois y quien no tenía descendientes directos.

Sin embargo, Francia estaba regida por la Ley Sálica, e Isabel de Valois había renunciado a sus derechos al trono con motivo de su matrimonio con Felipe II. Las gestiones de este provocaron el efecto contrario: unir a los católicos y hugonotes franceses en contra de un soberano extranjero, facilitando la ascensión al trono de Enrique IV y el fin de las Guerras de religión de Francia.
En 1598 Felipe II otorgó como dote a Isabel Clara Eugenia los Países Bajos españoles, el Franco Condado de Borgoña y el Charolais por su matrimonio con su primo hermano, el archiduque Alberto de Austria. En 1621, cuando falleció su esposo, al no haber hijos sobrevivientes del matrimonio, los Países Bajos volvieron a la Corona española. Isabel Clara Eugenia mantuvo el cargo de gobernadora y residió allí durante el resto de su vida. Felipe IV de España, sobrino de Isabel Clara Eugenia, la apoyó en la gobernación de los Países Bajos hasta que ella falleció en 1633.
Alonso Sánchez Coello murió en Madrid en 1588, tras consagrarse como una figura fundamental en la historia de la pintura española, en gran parte como retratista.
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