
Yo acuso. J’accuse, en el original francés, son palabras que quedarán en la historia de la búsqueda de justicia. Que remitirán inevitablemente al periodismo comprometido con la verdad de la mano del escritor Emile Zola. Que serán un grito potente contra el antisemitismo francés y, luego, contra los abusos del poder. Yo acuso. En dos palabras, todo un programa que estremeció a Francia durante el fin del siglo XIX.
El gran director de cine Roman Polanski, un realizador de obras que marcaron con excelencia las últimas seis décadas, decidió filmar Yo acuso a los 85 años y mostrar todo el desarrollo de un episodio que marcaría el paso al siglo XX de la nación gala, para bien y para mal. La película, filmada en 2019, ganó el Gran Premio del Jurado del Festival de Venecia, no sin ser atravesado por una polémica de trascendencia ya que la presidenta del jurado, la enorme cineasta argentina Lucrecia Martel, se negó a ver la función durante su exhibición en la sala principal del festival, debido a las acusaciones de abuso sexual a menores de edad reiteradas sobre Polanski. De cualquier manera, luego de ver la película en una función privada, Martel no dejó de sentar su voto favorable al film
El público argentino tendrá la posibilidad de ver J’accuse por primera vez en el marco del encuentro “Entre-nous”, auspiciado por la embajada francesa, que expondrá otros títulos muy importantes para la cinematografía actual entre el 14 y el 21 de julio. La muestra contará con películas gratuitas para ver online y otras, entre ellas la obra de Polanski, a las que se podrá asistir en el cine Atlas Patio Bullrich.
La película
Con una realización desprovista de grandilocuencias y sin efectismos, Polanski logra narrar los hechos del arresto del capitán Alfred Dreyfus (interpretado por Louis Garrel), un oficial judío del ejército francés acusado de traición a la patria ya que supuestamente había transmitido a Alemania secretos de Estado de la armada gala.
Quizás sea necesario señalar que cuando en la actualidad del caso Dreyfus se menciona la intervención de Zola, que ciertamente marcó un antes y un después en el periodismo moderno, tal vez no dé a conocer de manera rigurosa los hechos del vergonzoso caso de antisemitismo amparado por el Estado francés y su ejército colonial. Para quienes desconozcan el ritmo trepidante de esos acontecimientos, Polanski los narra con mano maestra.

De hecho, la publicación del J’accuse es un episodio no central en el film que lo cuenta en pocos minutos, sin atentar contra la densidad política y cinematográfica del caso. Se debe destacar que, a diferencia de las leyendas que indican en la mayoría de las producciones que dicen: “Los hechos están basados en hechos reales, pero este film es un relato ficcional sobre esos acontecimientos” o cosas parecidas, la leyenda que abre la película de Polanski dice: “Esta película está basada en hechos rigurosamente comprobados de la realidad”. Es, entonces, desde el comienzo, una cinta impactante. El film está basado en hechos de la realidad de manera contundente. La sinopsis a continuación no implica necesariamente spoilers, ya que cualquier manual honesto de historia da cuenta de los acontecimientos.
Allí se muestra, primero, el encuentro entre Dreyfus y el capitán George Picard, quien como su tutor en la academia militar no le da una nota de excelencia. Dreyfus pregunta: “¿Es porque soy judío?”, a lo que Picard responde negativamente, a la vez que reconoce su desagrado antisemita en lo personal.

Más tarde, Dreyfus en 1894, es condenado -como se dijo- por traición a la patria, confinado en la Isla del Diablo, en las colonias francesas del Caribe americano, encadenado y sin poder tener diálogo con sus captores, a la vez que su encarcelamiento reafirma el sentido antisemita de señalar a los judíos como enemigos internos en la nación.
En 1896, Picard es nombrado jefe del servicio militar de espionaje, y descubre que la acusación de Dreyfus ha sido fraguada. Someramente, con un despliegue perfecto de la reproducción de época, el film muestra cómo Picard trata de hacer justicia, cómo se niegan sus investigaciones, su propio castigo destinándolo a las colonias africanas, su empecinamiento, la confabulación justiciera con Zola y otros políticos, la publicación de la carta del escritor en el periódico izquierdista La Aurora, duelos, asesinatos, todo antes de que -muchísimos años después- se reivindicara a Dreyfus, pese a haber tenido a la opinión pública en contra por su condición judía.

Es un film estremecedor, corta el aliento, pero la puesta es, a la vez que realista, somera. Reconstruye el París del fin del siglo XIX con dedicación de relojero, a la vez que esquiva el golpe bajo. Es una película que debe ser vista no sólo por sus cualidades cinematográficas, sino también por aquellas políticas y de principios.
Polanski, una vez más, ofrece al cine una obra maestra.
La polémica
Luego de que, en 1969, su esposa Sharon Tate fuera asesinada cuando estaba embarazada de ocho meses y medio junto a otras cuatro personas en su mansión en Beverly Hills a manos de un grupo perteneciente a “La Comunidad” fundada por Charles Manson, Polanski se alejó de las cámaras un tiempo. Pero volvió. Al mismo tiempo, fue acusado por una víctima de 13 años de haber sido sedada y violada en la residencia del actor Jack Nicholson, con quien acababa de filmar otra obra maestra, Chinatown.
Polanski fue llevado a la Justicia y por un acuerdo se declaró culpable y pasó 43 días en prisión. El acuerdo judicial le permitía salir al extranjero, y así lo hizo, para nunca más regresar a los Estados Unidos. Prófugo de la justicia americana, con nacionalidad francesa aunque había nacido en Polonia, desarrolló el resto de su carrera, ganando grandes premios en los festivales más prestigiosos e, incluso, ganando el Oscar a mejor director por su film El pianista, en 2002, ceremonia a la que no asistió a recibir el galardón porque habría sido apresado.
El pianista es una película que narra la persecución y asesinato de judíos en manos del nazismo, el genocidio, a través de la historia de un pianista confinado al gueto de Varsovia junto a su familia, que es socorrido por la resistencia antifascista y que logra salvar su vida, a la vez que se convierte en testigo del horror del nazismo. Se trata de la historia del músico Władysław Szpilman. La madre de Roman Polanski fue asesinada en Auschwitz.

Las acusaciones de abuso de menores contra Polanski aumentaron y así se consolidó la imagen de abusador en los años setenta. Polanski no hizo comentarios sobre el resto de las acusaciones.
Durante el Festival de Venecia presidido por Lucrecia Martel se produjo un revuelo de grandes características cuando su presidenta se negó a presenciar en la sala principal del Festival el film J’accuse. “No voy a asistir a la gala de Polanski porque represento a muchas mujeres que estamos luchando en Argentina por cuestiones como ésta, no deseo ponerme de pie y aplaudir”, dijo Martel, que decidió ver la película en una función privada.

El hecho resultó un escándalo. Catherine Deneuve, la diva del cine francés, dijo entonces: “Es un problema porque creo que inmediatamente implica un juicio desfavorable sobre la película aunque Lucrecia Martel diga que al final la verá. ¿Qué significa eso? ¿Que se desolidariza como mujer pero que como cineasta juzgará la película por lo que es? Me parece muy excesivo y me parece increíble que después de 40 años sigamos insistiendo en querer seguir juzgando a alguien que ya ha sido juzgado. Todos parecían estar de acuerdo en que el tiempo había pasado. Sería bueno verlo por fin como cineasta y sólo como cineasta. Por ese motivo ni siquiera vendrá a Venecia”. Deneuve había protagonizado el debut de Polanski fuera de Polonia con la película Repulsión, que obtuvo el favor absoluto de la crítica y que lanzó al director y a la actriz a la fama mundial. Martel coincidió con sus colegas en otorgar el Gran Premio del Jurado del Festival de Cine de Venecia a J’accuse.
J’accuse es una película que debe verse sí o sí. Del mismo modo, más allá de sus enormes cualidades cinematográficas, no deben dejarse de lado las discusiones que anidan en el movimiento de mujeres alrededor de mundo que, con más o menos fanatismo, ponen sobre el tapete debates que competen a toda la sociedad.
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