
I
Un hombre flaco, alto, delgado, exageradamente delgado, camina hacia adelante. ¿Tiene destino o dambula perdido, desorientado, como un fantasma en vida? "Las esculturas anoréxicas de Giacometti están a mitad de camino entre el ser y la nada”, dijo Jean Paul Sartre. La más importante del escultor suizo, la que aquí persentamos, se llama El hombre que camina y fue realiza en 1961.
Hoy está en el Museo Carnegie de Arte en Pitsburg, Pensilvania, Estaos unidos. Los visitantes se paran frente a la escultura, la observan detenidamente, algunos le sacan fotos para subirlas a las redes, intentan develarla. Desde aquí, frente al monitor de la computadora o a la pantalla del celular, la obra impresiona. Pero los que la han visto en vivo, de cerca, dicen que perturba.
“Para simbolizar al ser humano, Alberto Giacometti modela a este personaje filiforme, cuyas extremidades se alargan, potenciando su extrema delgadez. Con ello transmite una sensación de fantasmagórica fragilidad pero a la vez una sólida determinación”, escribió el crítico de arte Fulwood Lampkin.
II
La escultura, considerada surrealista, es de bronce y mide 1.83 metros. La idea original surgió en 1960 cuando le pidieron a Giacometti que realizara unas piezas para la vereda del edificio del banco Chase Manhattan en Nueva York. Giacometti creó varias esculturas, entre ellas El hombre que camina. Tuvo diferencias con el proyecto y decidió abandonarlo. Sabía que ese no era su destino.
Al año siguiente, la fundió y la exhibió en la Bienal de Venecia. Todos los presentes (desde críticos, faleristas y público en general) quedaron fascinados. Había algo bello pero a la vez oscuro, turbio, perturbador. Algo inherente al ser humano. También fue catalogada de existencialista. Con el tiempo se convirtió en uno de los íconos del arte moderno.
Giacometti hizo después algunas piezas más usando de modelo a la original que presentó en Venecia y hoy está en el Museo Carnegie de Arte en Pitsburg: una está en una colección privada, otras pertenecen a la Fundación Maeght en Saint-Paul y la Galería Albright-Knox en Búfalo.
III
Alberto Giacometti nació en Borgonovo, Val Bregaglia, en Suiza, cerca de la frontera italiana, en 1901. Creció en un ambiente de artistas: su padre, Giovanni Giacometti, era un pintor impresionista, y su padrino, Cuno Amiet, un pintor fauvista. En la escultura encontró la forma de representar el mundo como lo sentía. No se trataba simplemente de imitarlo, sino de aportar una mirada sobre él.
“Una vez construido el objeto, tengo tendencia a redescubrir en él, transformadas y desplazadas, imágenes, impresiones, hechos que me han conmovido profundamente (muchas veces sin saberlo)”, escribió Alberto Giacometti sobre su experiencia con la escultura. El hombre que camina la hizo a los cincuenta años, en su edad madura y experimentada. Murió en Coira, Suiza, en 1966.
Muerto el autor, la obra no se desintegra. Sigue allí, firme, potente, mientras el mundo cambia y las nuevas lecturas la enaltecen. Sigue siendo una obra fundamental del arte moderno y de la escultura de los últimos siglos. En 2010, la segunda edición de la serie, la que hoy está en una colección privada, se convirtió en una de las obras de arte subastadas más caras de la historia: 104,3 millones de dólares.
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