
La tragedia que marcó el fútbol colombiano y estremeció a todo el país en la década de los 90 aún resuena. Andrés Escobar, referente indiscutido de Atlético Nacional y de la selección nacional, había participado apenas unos días antes en el Mundial disputado en Estados Unidos, donde un autogol resultó determinante para la eliminación de Colombia en la fase de grupos. Su regreso a Colombia desencadenó los hechos fatales que culminaron con su asesinato, el 2 de julio de 1994, en plena época de violencia y confrontaciones entre carteles.
La posibilidad de que Escobar permaneciera en territorio estadounidense como comentarista surgió poco después de la eliminación del conjunto colombiano, según relató Javier Hernández Bonnet en entrevista con Win Sports. El periodista rememoró el ofrecimiento que recibió el jugador para sumarse como analista a la transmisión de la Copa del Mundo que realizaba Caracol. Hernández Bonnet relató: “Me llama Ricardo Alarcón y me dice: ‘Dígale a Andrés Escobar que queremos que se quede como comentarista’. Yo voy, converso con Andrés (...) y él me dice ‘no, es que tengo aquí a mi novia’”, explicó el conductor deportivo.
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La insistencia de los directivos condujo a una oferta aún más contundente: “Me dijeron: ‘Dígale que le pagamos todo lo de la novia’. Voy, le digo a Andrés, y me dice: ‘no, es que aquí está mi papá, mi familia, mis hermanos’”, narró Hernández Bonnet, quien insistió ante Escobar que el fútbol ofrece poco tiempo y que era necesario proyectar su vida más allá de las canchas.
No obstante, la verdadera motivación del jugador emergió en una charla sincera. Según lo reconstruido por Hernández Bonnet, Escobar le confió: “La verdad es que no tiene presentación que todos en Colombia estén hablando de mí, por el autogol, y yo deje llegar a mis compañeros solos a Colombia a recibir toda el agua sucia. Yo tengo que volver a Colombia con ellos”.
Por esta razón fracaso la selección Colombia en la Copa Mundial de Estados Unidos 1994

La eliminación de Colombia en el Mundial de Estados Unidos 1994 continuó siendo un tema de análisis por el peso emocional y las expectativas generadas tras la histórica victoria de cinco a cero sobre Argentina en las eliminatorias previas al torneo. Faustino Asprilla, exdelantero de la selección, expuso la tensión y las circunstancias críticas que vivió el plantel durante el certamen, señalando la presión que sintieron ante una nación que ya los veía campeones. En declaraciones reproducidas por Espn, Asprilla afirmó: “La gente fue la que ya nos veía campeones”.
La atmósfera que envolvió al equipo se transformó casi de inmediato tras el arribo a Estados Unidos. Según Asprilla, la relajación y el buen humor se desvanecieron para dar paso a la ansiedad y el nerviosismo, efectos agravados tras recibir amenazas directas.
El exjugador relató que antes del segundo partido, el técnico Francisco Maturana quebró en llanto durante una charla técnica, tras recibir intimidaciones hacia la familia del mediocampista Barrabás Gómez y los allegados de todo el equipo: “Cuando llegás a una charla técnica y te encontrás al profesor Maturana llorando porque te mandaron amenazas, dijeron ‘si juega Barrabás vamos a matar a tu familia, la de todo el mundo’... Ahí se derrumbó todo”, recordó Asprilla. El plantel, según su testimonio, terminó saliendo al campo “asustadísimo”, convencido de que el miedo había desarmado sus oportunidades incluso antes de disputar el partido.
La crónica del periodista José Clopatofsky, enviado especial al Mundial y reseñada por El Tiempo para detallar las causas de la caída, añade que la presión no fue el único factor determinante. Indisciplina, disputas internas y excesos constituyeron elementos corrosivos dentro del grupo.
Según testimonios recogidos por el periodista, Asprilla incurrió en faltas a la concentración desde antes del inicio del torneo, llegando incluso ebrio al hotel la noche previa al viaje a Los Ángeles y celebrando con licor luego de la derrota ante Estados Unidos.
Varias fuentes describieron episodios de indisciplina reiterados por parte de otros futbolistas, incluyendo a De Ávila y Valenciano, quienes abandonaron la concentración antes del partido ante Estados Unidos, sin consecuencias disciplinarias relevantes.
Además, la convivencia del grupo se vio contaminada por rumores y prácticas supersticiosas: Freddy Rincón habría recibido advertencias de un brujo personal, y otros jugadores, como Valenciano y Pazo, creían que el equipo estadounidense contaba con la protección esotérica de “un africano que los había rezado”.
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