
El miércoles 19 de noviembre de 2025 las autoridades dieron a conocer que, tras una investigación conjunta entre autoridades colombianas, se logró desmantelar una organización transnacional conocida como los ‘Kambó’ dedicada al tráfico de veneno de la rana amazónica Phyllomedusa, cuyo veneno era utilizado en rituales de santería y generador de ganancias superiores a 1.500 millones de pesos anuales.
La operación para erradicar este esquema, desarrollado durante más de dieciocho meses, culminó con la captura de cinco personas en el país y la incautación de dispositivos utilizados para coordinar el ilícito.
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Sin embargo, hay más pormenores de esta banda delictiva. De acuerdo con el reporte del brigadier general Carlos Germán Oviedo Lamprea, citado por el diario El Tiempo, la red extraía la secreción en zonas selváticas ubicadas entre Colombia, Perú y Brasil, trasladaba los animales a Risaralda y obtenía artesanalmente la sustancia.
Este hecho, estaba haciendo peligrar la supervivencia de una especie considerada clave para el ecosistema amazónico.
El origen de la pesquisa remonta a una denuncia ante la Corporación Autónoma de Risaralda, que alertó sobre la manipulación de ranas en supuestos tratamientos espirituales.
El medio mencionado conoció que la información condujo a una investigación de la Fiscalía, que desplegó interceptaciones, vigilancia encubierta e infiltración, que permitió establecer que los involucrados no pertenecían a comunidades indígenas legítimas, aunque utilizaban carnés falsificados de Perú para justificar sus actividades.
También se supo que durante el operativo, los investigadores identificaron la estructura y roles dentro del grupo criminal.
Las ranas no eran solo de la Amazonia colombiana: algunas las traían de Perú por ruta fluvial
Según los informes obtenidos por el medio nacional, tres ciudadanos peruanos capturaban las ranas y las enviaban vivas a través de rutas fluviales hacia Colombia. Posteriormente, los ejemplares transitaban desde Putumayo hasta Cali y finalmente al departamento de Risaralda, donde la extracción del veneno se efectuaba en condiciones artesanales.
Parte del producto terminaba en forma de tablillas secas, lo que permitió que el material pasara desapercibido por controles aeroportuarios.
Laboratorios especializados confirmaron la presencia de “veneno de rana Kambo” en las muestras incautadas. Estos hallazgos sirvieron de prueba para las acusaciones de comercio ilegal de especies y enriquecimiento ilícito.
El medio también informó que el grupo también extendió sus operaciones a países como Ecuador, México y Polonia, donde replicaba los rituales a través de sesiones que se organizaban tras reunir un número suficiente de asistentes.

Así introducían el veneno en los rituales
Durante las sesiones documentadas mediante infiltración, los participantes acudían con ayuno y recibían pequeñas incisiones en brazos o espalda para la aplicación de la secreción.
Muchos presentaban vómitos, desmayos y otras alteraciones fisiológicas tras la administración, la cual se repetía durante tres días. La oferta de estos procedimientos, sin respaldo médico, iba dirigida principalmente a personas con condiciones de salud delicadas, informó el portal informativo.
El impacto ambiental fue otro aspecto documentado en la investigación. Las ranas podían ser sometidas a múltiples extracciones, mientras que varias no sobrevivían debido al agotamiento o al estrés prolongado. Algunas eran liberadas de regreso a la selva, ya incapaces de defenderse, y se desconocía su destino.
La desarticulación de la red representa un paso en la lucha contra el tráfico de fauna y a favor de la protección de la biodiversidad del Amazonas, de acuerdo con lo estipulado por el Decreto 2811 de 1974.
El caso expuso una estructura capaz de replicarse en distintos continentes y demostró la capacidad de organizaciones en utilizar especies en vías de amenaza para el desarrollo de rituales sin sustento científico.
El Kambó, un polémico veneno que se ha usado ancestralmente como “curativo”
El uso del kambó, el veneno extraído de la rana amazónica Phyllomedusa bicolor, se ha expandido en Sudamérica y otros países como una supuesta medicina capaz de tratar diversas enfermedades, pese a la ausencia de respaldo científico y a las advertencias sobre sus riesgos.
Seún un artñiculo que publicó BBC Mundo, entre los defensores de esta práctica, algunos chamanes y usuarios aseguran que el kambó actúa en los planos físico, mental y espiritual, y que su aplicación puede aliviar desde la depresión hasta dolencias como la hipertensión o problemas hepáticos.
El procedimiento consiste en realizar pequeñas quemaduras en la piel, sobre las que se aplica la secreción de la rana, tras ingerir hasta tres litros de agua en ayunas. El trance dura aproximadamente 15 minutos y suele terminar en vómitos, que los practicantes interpretan como una purificación del cuerpo.
El kambó ha sido utilizado tradicionalmente por pueblos indígenas como los katukinas, kaxinawás y ashaninkas en rituales para fortalecer el sistema inmunológico. Sin embargo, la popularidad de la sustancia ha crecido fuera de estos contextos.
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