Estás son las cosas que solo se encuentran en casas de pobres: “¿Usted cómo explica eso en la casa de un rico?

En el programa ¿qué hay pa’ dañar? donde se reúnen comediantes y presentadores, hablaron de objetos que parecen comunes, pero son solo de personas pobres

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Entre las cosas de pobres
Entre las cosas de pobres destacaron: la sabila tras la puerta, el pocillo roto y el precio del pan - crédito @quehaypadanaroficial / TikTok

Las redes sociales han amplificado el alcance de los contenidos humorísticos, y en las últimas horas, un fragmento del programa de YouTube “¿Qué hay pa’ dañar?” se ha convertido en uno de los temas más comentados en TikTok.

El espacio, conducido por Valentina Taguado, Johana Velandia y Andrés Torres, se caracteriza por abordar asuntos nacionales, entrevistar a diversas personalidades y compartir comentarios espontáneos que suelen generar reacciones virales.

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En su emisión más reciente, el trío dedicó un segmento a enumerar objetos y costumbres que, según su perspectiva, son exclusivos de lo pobres. La conversación, marcada por la ironía y la complicidad entre los presentadores, provocó risas tanto en el set como entre los espectadores digitales.

En el programa los presentadores nombraron objetos con los que se sienten identificados - crédito @quehaypadanaroficial / TikTok

Entre los elementos mencionados, destacaron la presencia de una sábila detrás de la puerta, que, según Andrés Torres, nunca se encontraría en una vivienda de alto poder adquisitivo: “Jamás va a haber un rico que diga: ‘Mira, te presento mi chalet y la sábila para la buena suerte’. Jamás”, afirmó el conductor, generando carcajadas entre sus compañeras.

La lista continuó con referencias a objetos cotidianos como la jarra de plástico percudida en la nevera, que originalmente era blanca y con el tiempo adquiere un tono beige, producto de su uso reiterado para jugos de frutas como el banano o el tomate de árbol. Johana Velandia aportó: “Llega la visita: ‘Hay juguito de tomate de árbol’”, mientras Valentina Taguado cuestionaba entre risas si esa costumbre aún persistía.

El humor se mantuvo cuando relataron anécdotas sobre jugos de piña de dudosa frescura y la costumbre de conservar platos de tinto (típicos de Colombia) para usos alternativos, como servir aguacate o depositar huesos de pollo. Andrés Torres ironizó sobre la imposibilidad de encontrar en una casa acomodada la frase: “Rosalba, por favor, el plato de Colombia”.

El programa también abordó la resistencia a desechar objetos dañados, como pocillos sin oreja, que, según Torres, pueden incluso afectar la experiencia de beber café: “Uno con esos pocillos pierde la mitad de la potencia sexual. Porque le queman a uno los dedos y la lengua. No, mentira”, bromeó, provocando nuevas risas.

Según el programa, solo los
Según el programa, solo los pobres conservan los colchones con manchas - crédito Freepik

Entre las costumbres mencionadas, surgió la de tapar el televisor con una cortina para evitar la radiación, o cubrir los muebles con cobijas. La conversación derivó en la mención de mascotas poco habituales en casas de alto nivel socioeconómico, como los loros, y en la reutilización de medias dañadas para otros fines domésticos.

La dinámica del grupo permitió que cada uno aportara ejemplos personales, como la existencia de colchones con manchas, que, según Johana Velandia, en los hogares ricos se reemplazan de inmediato: “Ellos lo cambian. No, lo queman, lo incineran, eso”, comentó, mientras Andrés Torres añadía que en esos casos ni siquiera se permite que el colchón vuelva a ser usado.

El inventario de objetos continuó con espejos sin marco sostenidos por manos de plástico, ollas a presión con piezas faltantes o defectuosas, y la adrenalina que, según los presentadores, se experimenta al manipular estos utensilios en la cocina.

El grupo también se refirió a juegos de mesa como el parqués, diferenciando entre las versiones sencillas presentes en muchos hogares y las ediciones de lujo que suelen encontrarse en casas de mayor poder adquisitivo. Andrés Torres relató su sorpresa al conocer el precio de una versión sofisticada: “Ay, ¿ese parqués 380.000...”, lo que generó una cadena de bromas sobre la posibilidad de adquirir el juego sin peones ni reina.

La sábila tras la puerta
La sábila tras la puerta es uno de los objetos más comunes para la buena suerte - crédito @so.castro_yoga / Instagram

La conversación cerró con observaciones sobre hábitos cotidianos, como acudir a la panadería en chanclas, y la sensación de incomodidad que, según Torres, se experimenta al visitar panaderías de barrios acomodados: “Uno llega: ‘¿Qué vale el croissant? 14.800’. ¿Viene con el parques viejo?”.

Este fragmento confirma la capacidad del programa para conectar con la audiencia a través de elementos de la vida cotidiana que, aunque comunes para muchos, se convierten en motivo de reflexión y risa colectiva.