
La propuesta de que el café 100% colombiano sea obligatorio en las compras públicas y que el Programa de Alimentación Escolar (PAE) incorpore bebidas de leche con café tomó fuerza tras la intervención del gerente general de la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), Germán Bahamón Jaramillo, durante la 89 Cumbre Cafetera de Asoexport y Analdex.
El dirigente gremial planteó que estas medidas fortalecerían el consumo interno del grano, contribuirían a desmontar mitos sobre la salud del café en la infancia y consolidarían la identidad nacional en torno a uno de los productos más emblemáticos del país. La iniciativa surge teniendo en cuenta que la producción nacional supera con amplitud el consumo local y la economía rural depende en gran medida de la caficultura.
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Bahamón Jaramillo fue enfático al señalar la necesidad de que el café colombiano ocupe un lugar central en las compras oficiales. “Ya que el Congreso de la República ya declaró el café como bebida nacional, ojalá Colombia Compra Eficiente exigiera que todas las compras de las instituciones públicas sean de café 100% colombiano”, afirmó.

Dicha propuesta incluye la incorporación de bebidas que mezclen leche y café en el PAE, siguiendo el modelo implementado en Brasil, con el objetivo de fomentar el consumo entre los niños y niñas del país. “Ahí hay una oportunidad de llegar al consumo futuro, especialmente entre los niños, y de desmontar la idea equivocada de que el café no es saludable para ellos”, sostuvo al resaltar la importancia de intervenir en la formación de hábitos de consumo desde la infancia.
Comparación internacional y cifras de consumo
El ejemplo brasileño fue central en la argumentación del gerente de la FNC. Brasil, principal productor mundial de café, destina 22 millones de sacos de los 65 millones que produce cada año al consumo interno, lo que equivale a una tercera parte de su producción total y se traduce en un consumo per cápita de 5,9 kilogramos. La cifra contrasta de gran manera con la situación colombiana, donde solo se consume un millón de sacos de los 14,8 millones producidos cada año.
Por eso, el líder destacó que, mientras en Brasil el café forma parte integral de la dieta nacional, en Colombia el consumo interno sigue rezagado, a pesar de la relevancia del sector para la economía y la cultura del país.

Y es que, en Colombia, la brecha entre producción y consumo interno es notoria. De los 14,8 millones de sacos de café que se producen cada año, apenas un millón se destina al mercado local, cifra que incluye también las importaciones. Esta situación adquiere mayor relevancia si se considera el impacto económico y social de la caficultura: la cosecha de los últimos 12 meses generó ingresos por $25 billones para los caficultores, recursos que resultan fundamentales para la economía de 611 municipios distribuidos en 23 departamentos.
El sector cafetero, por tanto, también contribuye a la construcción del tejido social en amplias regiones del país.
Argumentos sobre salud y formación de consumidores
Uno de los argumentos centrales de Bahamón para impulsar la inclusión del café en el PAE es la necesidad de desmontar los mitos sobre su consumo en la infancia. El dirigente gremial insistió en que “ahí hay una oportunidad para entrar al mercado de los futuros consumidores, que hoy muy posiblemente, por historias erróneas del pasado, creen que el café no es una bebida saludable, cuando está demostrado lo contrario”.
Según él, la experiencia brasileña demuestra que es posible incorporar el café en la dieta escolar sin afectar la salud de los niños, y que esta medida puede contribuir a formar una nueva generación de consumidores informados y orgullosos de la producción nacional.

Riesgos de las importaciones y reputación internacional
El gerente de la FNC también advirtió sobre los riesgos que representan las importaciones para la calidad y la reputación del café colombiano. Si bien reiteró su respaldo a las políticas de mercado abierto, detalló que las importaciones deben destinarse de manera exclusiva a la transformación y no a distorsionar la calidad del producto nacional.
“Hay que evitar que, aprovechando los cambios arancelarios globales, se afecte la reputación de nuestro producto en los mercados internacionales”, añadió. La preocupación responde a la necesidad de proteger el prestigio del café colombiano, reconocido a nivel mundial por su calidad, frente a la competencia de productos importados que podrían no cumplir con los mismos estándares.
Además, el sector cafetero colombiano desempeña un papel fundamental en la economía y la sociedad del país. Los ingresos generados por la producción de café sostienen a miles de familias y dinamizan la economía rural en más de 600 municipios. Además, el café constituye un elemento central de la identidad nacional y un símbolo de la cultura colombiana. La propuesta de Bahamón busca también garantizar que los beneficios de la caficultura lleguen a las nuevas generaciones y contribuyan al desarrollo sostenible de las regiones productoras.
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