El precio del euro en Colombia cerró la jornada del 6 de noviembre de 2025 en un promedio de $4.393,16, lo que representó una caída $14,17 frente al día anterior, equivalente a una variación diaria de -0,32%. Durante la sesión, la divisa europea alcanzó un máximo de $4.420,19 y un mínimo de $4.368,12, reflejando una volatilidad moderada en el cruce EUR/COP.
Si bien no se registraron máximos históricos, la caída en su valor responde a una combinación de factores internacionales, como las expectativas sobre la política monetaria en Estados Unidos y la inestabilidad en los mercados globales, junto con elementos locales que influyen en la oferta y demanda de divisas. En las casas de cambio, el euro se cotizó en un rango de $4.360 para la compra y $4.530 para la venta.
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Con referencia a la rentabilidad de la última semana, el euro marca una disminución 1,61%, por lo que en términos interanuales acumula aún una bajada del 2,83%.
Con relación a días anteriores, encadenó cuatro fechas seguidas en negativo. La volatilidad de esta semana presentó un balance visiblemente inferior a la volatilidad que reflejaron los datos del último año, así que en esta última fase está tendiendo menos variaciones de lo previsible.
Análisis de mercado
El comportamiento del peso colombiano frente al euro se encuentra en un punto de fricción entre factores externos dominados por la política monetaria global y tensiones fiscales internas que amenazan con minar la confianza de los inversionistas. Mientras los mercados internacionales navegan un ciclo dominado por la Inteligencia Artificial y expectativas dispares sobre los recortes de tasas, Colombia enfrenta un desafío de credibilidad macroeconómica acentuado por la incertidumbre en torno a Ecopetrol y las proyecciones fiscales del gobierno.
En el frente internacional, la narrativa dominante sigue siendo el “superciclo de la IA”. Empresas de semiconductores como AMD, Broadcom y Micron Technology lideran el impulso de los índices bursátiles en Estados Unidos, al tiempo que los inversionistas moderan sus temores por las altas valoraciones. Sin embargo, la Reserva Federal enfrió las expectativas de un recorte agresivo de tasas, la probabilidad de una reducción en diciembre cayó al 62% desde el 90% previo, lo que ha fortalecido al dólar y presionado a las monedas emergentes, incluido el peso colombiano. A ello se suma el impacto del cierre parcial récord del gobierno estadounidense, que podría restar hasta 0,2 puntos porcentuales al crecimiento trimestral, alimentando una volatilidad que se refleja también en el comportamiento del euro.

En la eurozona, el panorama es de matices. Aunque el PMI compuesto repuntó a 52,5 puntos, impulsado por el sector servicios, la construcción sigue en contracción (44 puntos) y los precios de los servicios aumentaron al ritmo más rápido en siete meses. El Banco Central Europeo proyecta una desaceleración del crecimiento salarial al 3% en 2025, lo que sugiere una política monetaria menos restrictiva hacia adelante. El euro, en ese contexto, mostró una recuperación moderada frente al dólar, pero mantiene una tendencia mixta frente a monedas emergentes, reflejando un equilibrio entre la expectativa de menor inflación y la persistente debilidad estructural del crecimiento europeo.
En Colombia, sin embargo, el panorama interno introduce riesgos adicionales. El anuncio de una exigencia fiscal a Ecopetrol por $1,5 billones, junto con una orden retroactiva adicional de $1,3 billones, encendió las alarmas del mercado. La medida no solo afecta el flujo de caja de la petrolera, sino que proyecta un impacto potencial en su deuda de $120 billones, debilitando la percepción de sostenibilidad fiscal del país. A esto se suma la revisión del Banco de la República, que ajustó al alza la proyección de inflación al 5,1% y redujo el crecimiento esperado del PIB a 2,6% para 2025.

En este entorno, el peso colombiano tendió a perder terreno frente al euro, que se beneficia de un diferencial de riesgo menor y de una política monetaria más predecible. Mientras la eurozona avanza hacia un ajuste gradual, Colombia enfrenta la doble carga de una inflación persistente y una presión sobre los ingresos fiscales dependientes del petróleo. Además, el déficit en cuenta corriente, proyectado en 2,5% del PIB, limita el margen de maniobra del Banco Central para reducir tasas sin comprometer la estabilidad cambiaria.
En síntesis, la relación euro–peso refleja más que un juego de tasas o expectativas de crecimiento, es un termómetro de confianza institucional. Mientras el euro se apoya en la moderación del BCE y una incipiente reactivación de servicios, el peso colombiano carga con el lastre de un entorno fiscal frágil y una política económica percibida como errática. Si la situación de Ecopetrol no se aclara y la inflación continúa sobre el 5%, el riesgo de depreciación adicional frente al euro podría intensificarse en los próximos meses, sobre todo si los flujos de capital buscan refugio en activos europeos menos volátiles.
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