Obispo de Cúcuta y su hermano, señalados por presunto fraude de más de 1.000 millones: esta es la denuncia

Un proceso judicial y eclesiástico involucra a altos miembros del clero tras la denuncia de un sacerdote que asegura haber sido víctima de engaño y ruina económica

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La denuncia de un sacerdote
La denuncia de un sacerdote de Manizales contra el obispo de Cúcuta y su hermano sacude la confianza en la Iglesia colombiana - crédito Freepik/Luisa González/REUTERS

Una denuncia presentada contra el obispo de Cúcuta, monseñor José Libardo Garcés Monsalve, y su hermano, Mario Garcés, desencadenó un escándalo en los círculos eclesiásticos de Colombia.

El origen de este conflicto se remonta a una relación de amistad forjada en los años de seminario entre Julio César Quintero, sacerdote de la Arquidiócesis de Manizales, y el ahora obispo de Cúcuta.

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Según el relato de Quintero, entre 2018 y 2021 realizó 153 préstamos respaldados por letras de cambio y consignaciones bancarias, a solicitud tanto del obispo como de su hermano.

Según relató el sacerdote, la confianza que tenía en los Garcés Monsalve, forjada durante años de amistad desde el seminario, fue clave para la entrega de estas sumas: “El primer préstamo fue de 20 millones para la compra de una vivienda. Confié en su palabra y en nuestra cercanía. Pero luego la deuda creció sin control hasta superar los 1.017 millones con intereses”, contó en un comunicado conocido por Infobae Colombia.

El caso involucra una supuesta
El caso involucra una supuesta estafa de más de 1.000 millones de pesos y ha desencadenado procesos judiciales y eclesiásticos - crédito Cortesía

El caso, que ya se encuentra en estudio en el Juzgado Quinto Civil de Manizales, se apoya en documentos y firmas autenticadas, lo que llevó a la expedición de un mandamiento de pago contra Mario Garcés. No obstante, hasta la fecha, la supuesta insolvencia del hermano del obispo ha impedido que Quintero recupere el dinero prestado.

Mientras tanto, el sacerdote ha visto cómo sus deudas con bancos y cooperativas sobrepasan los 250 millones de pesos, viéndose obligado a destinar la mayor parte de su ingreso mensual al pago de estos créditos.

La denuncia no sólo hace énfasis en la dimensión económica del conflicto. Quintero recalcó que el dinero en cuestión provenía exclusivamente de sus ahorros personales, cesantías y una herencia familiar, descartando cualquier vínculo con aportes de fieles.

“Hay que tener en cuenta que, que esa, esa suma está incluyendo los intereses del dinero. Cuando yo empecé a prestar la plata para pasarle a ellos, yo era el que pagaba los intereses. Entonces, eso se los sumábamos al capital. Ahí fue donde eso se incrementó. Pero el dinero es real porque yo sacaba de mi bolsillo, en vez de ellos pagar el interés, porque era deuda de ellos”, contó el padre Julio Cesar a Infobae Colombia.

Además, afirmó que en el proceso se sintió engañado por “promesas incumplidas de apoyo pastoral y cargos eclesiásticos” que nunca se materializaron.

El juzgado ya expidió un
El juzgado ya expidió un mandamiento de pago contra Mario Garcés, aunque la supuesta insolvencia del señalado ha impedido que Quintero recupere su dinero - crédito Pexels

Tras descubrir una conversación en redes sociales desalentadoras sobre sus expectativas de ascenso, declaró haber caído en una crisis de salud mental que lo llevó a ser internado en una clínica psiquiátrica. El sacerdote detalló a este medio lo que decía el mensaje: “El padre Julito está contando con la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores o la parroquia del municipio de Neira. Él cree que nuestro hermano el obispo ya lo va a hacer nombrar. Y ahí varios renglones de carcajadas, mucha risa burlona y perversa”.

Fue así como se sintió engañado: “No tanto por la plata, sino por el engaño de alguien a quien consideré mi mejor amigo”, confesó.

En medio del proceder judicial y eclesiástico, Quintero solicita una reparación parcial: “No exijo todo de regreso, pero al menos que se me reconozca parte de lo que presté para poder pagar mis deudas y devolver a mi familia lo que me ayudó”. La investigación y sus consecuencias continúan abiertas, impactando directamente en la credibilidad y confianza de los creyentes en las instancias de la Iglesia colombiana.

¿Qué dijo la Arquidiócesis de Cúcuta?

En respuesta a las afirmaciones del sacerdote, el obispo ha emitido una nota clarificatoria en la que niega cualquier vínculo financiero personal con el padre Quintero y rechaza categóricamente cualquier responsabilidad sobre las obligaciones económicas de sus familiares.

El obispo, en su declaración, enfatiza: “No tengo ninguna deuda personal con el Padre Julio César Quintero Grisales, ni he intervenido en ningún momento como fiador o codeudor, ni he firmado ningún documento para ningún tipo de negocio o deuda entre el Padre Julio César y mi hermano”.

Una controversia de larga data
Una controversia de larga data entre miembros del clero de la Arquidiócesis de Manizales ha salido a la luz pública tras la difusión de declaraciones del Padre Julio César Quintero Grisales sobre una supuesta deuda pendiente con la familia del actual Obispo de Cúcuta, José Libardo Garcés Monsalve - crédito Pexels

Además, señala que desconoce los manejos económicos de sus hermanos y familiares, así como el desarrollo de sus negocios. La relación entre el padre Quintero y la familia Garcés Monsalve se remonta a años anteriores a la pandemia, cuando el obispo tuvo conocimiento de que el sacerdote ofrecía préstamos de dinero a sus hermanos, asegurando que no cobraría intereses. Ante esta situación, el entonces canciller de la Arquidiócesis de Manizales advirtió a sus familiares sobre los riesgos de aceptar tales préstamos.

Su advertencia se fundamentó en denuncias previas recibidas en 2015, cuando personas de Aránzazu y Manizales acudieron a la arquidiócesis para exponer que el padre Quintero les había prestado dinero y posteriormente les exigía intereses elevados, lo que llevó a varios a la ruina financiera.

El obispo relata: “Conocía la manera de proceder con esos préstamos, que primero eran con bondad sin cobro de intereses, pero al final eso se multiplicaba con intereses exageradamente costosos y con intereses sobre intereses que subían las deudas de manera rápida y exagerada”.

A pesar de la advertencia, el obispo afirma que nunca supo si sus hermanos siguieron su consejo, ya que no volvió a tratar el tema con ellos. La situación resurgió en 2022, cuando una sobrina del padre Quintero lo contactó para reclamar el pago de una supuesta deuda de su hermano. El obispo respondió que no tenía capacidad económica para asumir esa obligación y dejó claro que la Diócesis no debía involucrarse en asuntos financieros ajenos a su responsabilidad.