
Desde Piedecuesta, Santander, la familia Silva Camacho atraviesa uno de sus momentos más angustiosos tras recibir información sobre la presunta muerte de José Antonio Silva Camacho, un colombiano de 40 años, en territorio ucraniano controlado por fuerzas rusas. Todo esto en medio de la guerra a la que cientos de connacionales se han ido como mercenarios.
El hermano de la víctima, Fabio Silva Camacho, relató en entrevista con Caracol Radio los detalles que rodean la partida de José Antonio hacia Europa, su trayectoria durante el conflicto armado y la incertidumbre que hoy embarga a la familia.
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José Antonio Silva Camacho había pertenecido al Ejército Nacional de Colombia, institución de la que se retiró hace aproximadamente diez años. Según el relato de Fabio, su hermano tomó la decisión de marcharse a Ucrania motivado por la falta de oportunidades económicas en el país.
“Se fue con la esperanza de un futuro mejor, porque acá, con trabajos al mínimo, era imposible”, explicó Fabio Silva.

La situación de José Antonio en Ucrania no resultó como esperaba. Pese a ingresar a diferentes unidades de combate extranjeras que operan en el conflicto, la familia señala que las condiciones laborales y las promesas en materia de ingresos distaron mucho de lo ofertado inicialmente.
Los pagos eran irregulares y algunas misiones ni siquiera fueron remuneradas. José Antonio, incluso, terminó herido en una de las operaciones y durante el periodo de incapacidad tampoco recibió los beneficios prometidos por los reclutadores, agregó su familia.
Viajó en búsqueda de un mejor futuro
El objetivo de José Antonio Silva Camacho era ahorrar suficiente dinero para establecer una vivienda y emprender un negocio propio a su regreso a Colombia.
“Él soñaba con ahorrar lo suficiente para comprar una casa, incluso alcanzó a adquirir un lote, pero no pudo reunir más. En la última misión nos dijeron que cayó en línea enemiga y que aún no han podido recuperar su cuerpo, por la presencia de drones y combates en la zona”, contó el hermano de Silva Camacho.
La familia mantiene comunicación intermitente con un supuesto comandante de la unidad militar a la que pertenecía José Antonio, aunque la información recibida sigue siendo limitada y en, muchos casos, contradictoria.

La principal preocupación de la familia en este momento corresponde a la repatriación del cuerpo. En la misma entrevista, Fabio Silva aseguró: “Queremos darle sepultura como se debe, no quedarnos con esa duda de si lo pudieron rescatar o no. Eso es lo que más nos duele, no poder cerrar este capítulo”.
Por este motivo, la familia ha solicitado ayuda al Gobierno colombiano, y en específico al Ministerio de Relaciones Exteriores, con la esperanza de poder dar una despedida digna a José Antonio y resolver la incertidumbre que los acompaña desde que recibieron las primeras noticias sobre su situación.
El militar deja un hijo de trece años en Bogotá. Y, por todo lo anterior, desde su seno familiar se hizo hincapié en la necesidad de respuestas claras y de apoyo institucional para enfrentar la situación.
Este caso se suma a una problemática más amplia, en el que decenas de colombianos han muerto en la guerra entre Ucrania y Rusia en circunstancias similares.
Alejandra Romero Martínez, familiar de otro santandereano fallecido en el conflicto, indicó a la misma cadena radial que serían más de 100 los ciudadanos de Colombia que han perdido la vida en esa guerra.

“Le decían que si no entran a misión solo les dan como 12 millones. Si entraban a misión algunas veces en el mes se ganaban los $19 millones”, relató la familia Silva Camacho sobre las promesas económicas hechas a los combatientes.
Para sobrellevar el dolor y mantener la comunicación, las familias de militares colombianos caídos en combate conformaron un grupo de WhatsApp. Allí participan al menos un centenar de familiares, todos unidos por la ausencia de hijos, hermanos o padres que partieron tras buscar un mejor futuro.
Entre quienes comparten esta experiencia está la familia de Alejandra Romero, hermana de Héctor Eduardo Salinas Romero, un colombiano de Florida, Santander, que viajó a Ucrania en mayo pasado para sumarse a las tropas.
Días atrás, la familia fue contactada por otros connacionales que informaron su muerte tras caer en un campo minado durante una misión en el frente de batalla.
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