
El cierre definitivo de la cadena de restaurantes Don Jediondo Sopitas y Parrillas marcó un momento difícil para el sector empresarial colombiano y, especialmente, para su fundador, el humorista Pedro Antonio González, conocido como Don Jediondo.
La liquidación, ordenada tras una audiencia con la Superintendencia de Sociedades, dejó sin empleo a más de doscientas personas y puso fin a una historia de casi dos décadas de emprendimiento y vínculos personales entre empleados y clientes.
La decisión de liquidar la empresa se produjo luego de que la Superintendencia de Sociedades determinó que Don Jediondo Sopitas y Parrillas incumplió reiteradamente sus compromisos financieros, incluso, después de acogerse a la Ley 1116 de reorganización empresarial en 2022.
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Según los datos presentados en la audiencia, la compañía acumuló deudas por $25.580 millones, mientras que sus activos sumaban $25.601 millones. Aunque en el papel los activos cubrían los pasivos, la falta de liquidez y la imposibilidad de cumplir con pagos fiscales, de seguridad social y gastos administrativos hicieron insostenible la operación. Entre los acreedores figuran entidades como la Dian y fondos de pensiones, lo que agravó la presión financiera sobre la empresa.
En el momento del cierre, la cadena contaba con 183 empleados directos y operaba 53 locales en ciudades como Bogotá, Tunja, Floridablanca, Ibagué y Valledupar. En su mejor etapa, la empresa llegó a emplear a más de 400 personas y a gestionar más de 50 puntos de venta en todo el país. El impacto de la liquidación no solo afecta a los trabajadores actuales, sino también a un amplio grupo de familias y proveedores que dependían de la actividad de la cadena.
Palabras de Don Jediondo
La reacción de Pedro Antonio González ante la liquidación fue profundamente emotiva. En el programa de La Luciérnaga de Caracol Radio, el comediante dio un mensaje dirigido a sus colaboradores y clientes, expresó: “Hoy me toca compartir una de las decisiones más difíciles de mi vida: la liquidación de @donjediondosopitas. No solo cierro un restaurante, sino un hogar donde compartí con más de 200 colaboradores que se convirtieron en familia. Gracias por cada risa, esfuerzo y momento juntos. Los llevaré siempre en mi corazón”.

González relató que, junto a su esposa e hijos, intentó salvar la empresa buscando socios y aplicando diversas estrategias, pero finalmente se vieron obligados a “tirar la toalla”, como él mismo lo describió.
El fundador reconoció que la crisis de la empresa no fue repentina. Los problemas comenzaron hace más de una década, tras una fuerte ola invernal que afectó al país, y se intensificaron con la llegada de la pandemia y el paro nacional, que provocó bloqueos en las carreteras y un aumento drástico en los precios de los insumos, como la carne y el pollo.
En su testimonio, el humorista hizo un balance autocrítico sobre la gestión de la empresa, admitiendo que el ego y la ambición de hacer crecer el negocio influyeron en la toma de decisiones que, con el tiempo, resultaron difíciles de manejar. “Quisimos tener una empresa grande, pero se salió de control, se salió del manejo, nos comprometimos mucho con los bancos, explicó.
A pesar de las dificultades, valoró la experiencia de haber conocido a clientes y empleados que, según sus palabras, “se convirtieron en familia”.
En su libro El día que se rieron de mí, narra cómo la presión financiera y la responsabilidad sobre los empleados lo llevaron a episodios de depresión y ataques de pánico, al punto de contemplar el suicidio. El humorista relató que, gracias a un tratamiento médico y a su fe religiosa, logró superar esa etapa.
La historia de Don Jediondo Sopitas y Parrillas comenzó en 2005, cuando González y su esposa abrieron el primer local en un centro comercial de Bogotá. El inicio estuvo marcado por dificultades técnicas y ventas mínimas, pero con perseverancia y creatividad, el restaurante fue creciendo hasta convertirse en una de las cadenas más reconocidas del país.
Las palabras del comediante generaron una ola de mensajes de apoyo en redes sociales. Antiguos empleados y clientes expresaron su gratitud y admiración por Don Jediondo.
“Me conmovió Pedro. Yo sufrí también de ataques de pánico y eso no se le desea a nadie. Es estar muerto en vida. Afortunadamente se supera. Pedrito animo, de corazón deseo que todo se te mejore ❤️”; ”Triste. Quien crea empresa y con ello empleos, que siempre estén bendecidos, son los que construyen país de verdad”; “Yo fui mesero de uno de los restaurantes en Medellín y fue un honor haber trabajado para unos de los humoristas más grandes de Colombia !”, son algunas reacciones.
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