
Las noches en Curazao, país en el que Bryan David Castro Sosa, más conocido como Ryan Castro, vivió por cuatro años lejos de los reflectores, marcaron el inicio de una transformación en la vida del cantante paisa.
Antes de convertirse en una de las voces más reconocidas de la música urbana internacional, el artista colombiano forjó su carácter y disciplina en trabajos alejados de los escenarios, experiencias que resultaron decisivas para su carrera.
Su paso como vigilante nocturno en la isla caribeña y sus días como cantante en los buses de Medellín no solo le permitieron subsistir, sino que se convirtieron en el motor creativo que impulsó su ascenso en la industria musical.
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Según relató Ryan Castro en entrevista con la revista Rolling Stone en Español, su historia comenzó en Medellín, donde, motivado por la necesidad y el deseo de independencia, se dedicó a cantar en los buses y calles de la ciudad.
Aquella etapa, que él mismo describe como su “escuela principal”, le enseñó a conectar con un público inesperado y a desarrollar la confianza en su talento.
“Hasta el sol de hoy, esos fueron mis escenarios más importantes”, recordó el artista sobre aquellos días en los que cada presentación era una oportunidad para perfeccionar su arte y ahorrar el dinero necesario para invertir en su sueño musical.
Con los ahorros reunidos tras innumerables jornadas como cantante callejero, Castro emprendió un viaje a Curazao con el objetivo de reunirse con su madre y buscar nuevas oportunidades. La llegada a la isla no trajo consigo promesas de éxito inmediato.
Durante el primer año vivió con su familia, pero pronto la independencia lo llevó a desempeñar diversos oficios, desde mesero en restaurantes hasta vigilante de seguridad.
Durante cuatro años en Curazao, dos de ellos los dedicó a trabajar en turnos nocturnos, de ocho de la noche a seis de la mañana, todos los días.

Cada peso ganado tenía un destino claro: financiar la grabación de su música y mantener vivo su proyecto artístico.
La rutina como vigilante nocturno, lejos de ser un obstáculo, se transformó en una oportunidad para la creatividad. Castro convirtió las largas horas de vigilia en su propio espacio de composición.
“Para no perder el tiempo, les decía a mis amigos que me enviaran pistas, y toda la noche me la pasaba componiendo”, relató sobre aquellos turnos en los que, equipado con audífonos y determinación, daba forma a las canciones que más tarde resonarían en Colombia.
El silencio de la noche y la soledad del trabajo se convirtieron en aliados para su proceso creativo, permitiéndole pulir su estilo y consolidar su disciplina.
El giro decisivo en la carrera de Castro llegó de manera inesperada. Mientras continuaba con su rutina en Curazao, sus canciones comenzaron a ganar popularidad en Colombia.
Lo que antes eran temas con apenas cincuenta mil reproducciones, pronto alcanzaron uno, dos y hasta tres millones de escuchas, todo ello sin promoción pagada.
El fenómeno creció de forma orgánica y, en poco tiempo, sus cifras escalaron a treinta millones de reproducciones. Este éxito le permitió regresar a su país natal, ya no como el cantante de buses, sino como una figura emergente de la música urbana.
Así fue como Ryan Castro consiguió el éxito con artista urbano, pese a su sueño era cantar merengue y salsa
Su experiencia previa, tanto en Medellín como en Curazao, le otorgó una perspectiva única y una ética de trabajo que lo diferenciaron de otros artistas.

La versatilidad se convirtió en una de sus señas de identidad: aunque su base es el reguetón, no dudó en incorporar salsa, merengue y dancehall a su repertorio.
“La gente está escuchando reguetón y de un momento a otro piensan: ‘¡Uy! ¿Ryan por qué sacó un merengue?’”, comenta sobre la sorpresa que genera entre sus seguidores la diversidad de su propuesta musical.
Esta fusión de géneros y la apertura a nuevas influencias se reflejan en Sendé, su nuevo disco.
El álbum representa una etapa de conexión profunda con su experiencia en Curazao y la cultura caribeña. Sendé incluye colaboraciones con artistas como Dongo, Jombriel y Koshens, y cuenta con canciones que han superado los 21 millones de oyentes en plataformas digitales.
Temas como Ba Ba Bad, junto a Kybba, Sean Paul y Busy Signal, evidencian la riqueza de ritmos latinos y la proyección internacional que ha alcanzado el artista.
A lo largo de su trayectoria, Castro ha mantenido como lema la frase “la valentía de ayer, el éxito de hoy”, un recordatorio constante de que cada sacrificio y cada noche de trabajo han sido fundamentales para llegar a donde está.
Su historia demuestra que la constancia y la disciplina, incluso en los momentos más difíciles, pueden abrir el camino hacia logros que parecían inalcanzables.
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