
A pesar de los acercamientos de paz entre el gobierno actual y organizaciones criminales como los Espartanos, la ciudad de Buenaventura sigue marcada por el miedo y métodos de violencia extrema.
La reciente incautación de un cocodrilo en la comuna 4 por parte de autoridades judiciales ha puesto de manifiesto la persistencia de una práctica utilizada desde los años 2000, emplear estos reptiles para desaparecer personas, devorando los cuerpos en un intento de eliminar toda evidencia.
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Agentes de la Policía del Valle, con la colaboración de la Armada, capturaron a Robinson Zuluaga Arroyo, conocido como “el Loco”, quien se encontraba al cuidado de uno de estos cocodrilos, un ejemplar de apenas 120 centímetros de longitud, según la Policía Nacional de Protección y Bienestar Animal. Este reptil representaba un motivo de pánico entre la comunidad, no solo por su presencia sino por lo que simboliza respecto a los métodos de las bandas criminales.
Cocodrilos en Buenaventura

Un investigador de la policía, entrevistado por Semana, aseguró que la inteligencia policial ha identificado a los cocodrilos como parte del “macabro inventario” de los Espartanos. En palabras del funcionario: “Aquí en Buenaventura es cierto que utilizan a esos animales para ese propósito, pero en este caso, jurídicamente, no se le puede imputar al capturado un delito de desaparición o desmembramiento. El afán siempre fue evitar que ese animal creciera más y que lo usaran después para hechos más graves”.
La utilización de estos reptiles como herramienta de terror no es nueva. En la región se documentan prácticas similares desde hace más de dos décadas. Las denuncias de la ciudadanía datan de años tan lejanos como 2007, 2012 y 2013, cuando habitantes reportaron la presencia y el uso de cocodrilos para desaparecer cuerpos. Como lo recordó el mismo investigador: “es un modus operandi de las bandas criminales”.
Cabe destacar, que en diversos lugares de Buenaventura existen criaderos secretos donde se mantienen estos reptiles bajo estrictas medidas de confidencialidad. El objetivo es evitar la intervención de las autoridades, que de forma continua investigan el paradero de personas reportadas como desaparecidas.
Cocodrilos: herramientas de terror

El círculo de silencio impuesto por el terror se ve reforzado tanto por las amenazas directas de los líderes criminales como por el sentimiento de abandono institucional. El medio mencionado expresó este clima de miedo: “Acá en Buenaventura nadie habla y nadie dice nada por el mismo temor que han infundado las bandas, pero también por el olvido de la institucionalidad. Uno mejor no dice nada y todo se vuelve paisaje con los hechos de violencia”.
El tamaño que pueden alcanzar los cocodrilos utilizados, algunos de hasta cuatro metros, aumenta el grado de alarma, pues “pueden ser una herramienta de terror para nunca más saber de personas que caen en manos de esta organización criminal”, según indicó la nota periodística. Las comunidades locales tienen conocimiento de estos hechos, pero el riesgo a represalias los induce al silencio. Así lo explicó el investigador: “Las personas afirman que existen estos reptiles, pero nadie lo quiere asegurar en un proceso judicial porque el temor es mayor”.
Alta inseguridad en la región

Actualmente, se desconoce la cifra exacta de personas desaparecidas en este enclave del Valle del Cauca. Líderes sociales advierten sobre un subregistro en las estadísticas y una peligrosa falta de control sobre el orden público. Junto a los Espartanos, en la región mantienen operaciones los Shottas, la guerrilla del ELN y facciones disidentes de las Farc bajo el mando de alias Iván Mordisco, en una disputa abierta por las rentas ilegales que genera el puerto.
Este escenario mantiene a Buenaventura en estado de alerta máxima, con comunidades que sobreviven entre el miedo a la violencia sin límites y la carencia de respuestas efectivas por parte de las instituciones. El uso de animales como instrumentos para borrar rastros de crímenes suma un elemento de horror adicional a la crisis de seguridad en el Pacífico colombiano, dejando a muchas familias sin respuestas ni justicia.
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