Exmilitar colombiano que viajó para cuidar un campo de limones terminó forzado a trabajar por un cartel de narcos: “Logré escapar”

Casi 10 días sobrevivió el exsargento del Ejército Nacional a punta de limón y agua, en medio de la ruta que tomó para recobrar su libertad tras viajar al estado de Michoacán

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El exsargento aceptó una oferta
El exsargento aceptó una oferta en la que supuestamente iba a ganar más de 8 millones de pesos colombianos - crédito Pexels | archivo Colprensa

Orlando Paniagua (se le modificó el nombre por motivos de seguridad), es un exsargento colombiano de 45 años que nunca se imaginó que aceptar una oferta para cuidar cultivos de limón en México lo llevaría a experimentar una de las situaciones más extremas y peligrosas de su vida.

“En Colombia no habría ganado 2.000 dólares al mes (un poco más de 8 millones de pesos colombianos)”, reconoce, al recordar los motivos que lo empujaron a viajar.

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El connacional habló con el medio inglés BBC, pero su testimonio ya se conocía a través de un episodio del pódcast Radio Ambulante (disponible en Spotify), en el que contó que con 24 años de servicio en el Ejército y una pensión que apenas superaba los 400 dólares, la oportunidad de un salario alto y promesas de un trabajo en seguridad privada resultaron irresistibles.

Todo lo anterior se dio en medio de un contexto laboral limitado para los veteranos en Colombia.

Así inició el periplo del exmilitar colombiano: su viaje a México

La historia de Paniagua comenzó cuando un excompañero militar, de quien no ha vuelto a tener noticias, le habló sobre posibilidades de empleo en Michoacán, un estado mexicano conocido tanto por sus cultivos de limón como por el accionar de distintos grupos criminales.

“Me puso en contacto con un tipo de alias Veracruz, encargado de las conexiones y de reclutar personal”, explicó Paniagua.

Los veteranos colombianos y jóvenes
Los veteranos colombianos y jóvenes con entrenamiento militar ven en estas ofertas de trabajo en el exterior la posibilidad de tener mejores ingresos ante la falta de oportunidades para laborar en su propio país - crédito Pexels

La oferta era tentadora: entre 30.000 y 40.000 pesos mexicanos mensuales, entre US$1.600 y US$2.130, mucho más de lo que podría aspirar en Colombia incluso en el mejor escenario.

“También se brindó a costearme el viaje (”Veracruz“), aunque yo no quería deberle a nadie y pagué mi pasaje por medios propios a través de un plan turístico”, señaló el exsargento colombiano.

Al llegar a Ciudad de México en la primavera de 2024, fue recibido por “Veracruz”, que en poco tiempo organizó su traslado en taxi a la población de Pizándaro, en Michoacán.

La travesía del exmilitar colombiano: las sospechas de que algo no iba bien

Ahí, otro hombre apodado “Gabriel” lo recibió y le asignó el alias de Miguel al colombiano.

“Cuando me pusieron el alias pensé: ¿Para qué tener un alias si uno va a hacer algo legal? Por ahí empecé a notar que esto no pintaba bien”, relató el connacional.

En la vivienda donde se alojó, percibió enseguida un ambiente extraño: habitaciones solitarias, camas con pertenencias abandonadas y la presencia de otros colombianos en circunstancias similares.

Las primeras jornadas confirmaron sus sospechas. La organización esperaba que Paniagua, como exmilitar entrenado, liderara operaciones armadas y vigilara propiedades y zonas rurales.

“Me preguntaron qué armas sabía manejar y yo, como militar, sabía usar muchas. Me asignaron una Barrett .50”, dice, describiendo un panorama controlado por grupos criminales fuertemente armados.

Cuando le entregaron un arma
Cuando le entregaron un arma de fuego de largo alcance el exmilitar colombiano sospechó que las condiciones laborales eran diferentes a las que le habían propuesto al comienzo - crédito Pexels

“Fuimos a varios sitios de los que nunca supe el nombre, en camionetas de alta gama. Subimos, dimos vueltas en un pueblo y de regreso noté que ese lugar era un moridero. No sé de qué vive la gente allí, supongo que del narcotráfico porque no hay comercios ni nada”.

El contrato de trabajo del exsargento colombiano: así se enteró que iba para un cartel de narcos mexicanos

El supuesto contrato inicial, que implicaba trabajar seis meses y volver a Colombia con un mes de vacaciones pagas, pronto quedó en entredicho.

“Desde que me colocaron un alias, me subieron a una camioneta y me armaron, supe que no era un trabajo legal. Era para un cartel”, concluyó Paniagua, que intentó salir por la vía más directa, pero cometió un error.

“Contacté al taxista que me llevó a Pizándaro y le pedí de favor que me regresara a Michoacán para una diligencia. El tipo me delató con ‘Veracruz’”.

Esto se tradujo en una llamada de su primer contacto en México, y para no levantar sospechas (pensando en ese momento que aún no habían descubierto su plan) fingió tener una emergencia familiar en Colombia y logró que le enviaran algo de dinero. Esto contuvo por un tiempo las sospechas, aunque desde ese momento fue vigilado de día y noche.

El colombiano escapó y caminó
El colombiano escapó y caminó a sol y sombra por casi 10 días que estuvo a la deriva y moviéndose con cautela para que no lo atraparan. Durante todo este tiempo solo consumió limones y agua para sobrevivir - crédito Pexels

En una oportunidad, tras varias horas caminando en la noche, Paniagua decidió esconderse aprovechando la distracción del grupo: “Algo dentro de mí, un instinto, me dijo que me quedara quieto detrás de un limonar. El resto siguió. Yo decidí volver”.

Comenzó una fuga desesperada: escondido durante las mañanas, avanzando de noche, alimentándose solo de limones y agua, y evitando cualquier contacto que pudiera ponerlo en peligro.

“Caminé entre 8 y 10 días en esas condiciones”, relató Paniagua, que sabía que los grupos criminales utilizaban drones para buscarlo, y por este motivo debía mantener el teléfono apagado y sólo lo prendía por lapsos breves para comunicarse con Colombia.

Colombiano secuestrado por red de narcotráfico en México se escapó y sobrevivió a punta limones y agua

A través de conocidos, lograron contactar una ONG mexicana y, en coordinación con la fuerza pública, organizaron su rescate.

Paniagua tuvo que evitar a toda costa a la policía o a autoridades federales, temeroso de posibles complicidades con los propios grupos que lo buscaban.

“Estoy convencido de que a los carteles no les conviene que quienes hayan trabajado para ellos regresen a casa como si nada, porque uno recoge mucha información”, afirma Paniagua.

Luego de varios días, y gravemente deshidratado, fue rescatado por efectivos y personal de la organización humanitaria en una zona acordada.

Los mercenarios colombianos, además de
Los mercenarios colombianos, además de Sudán (África) o Ucrania (Europa), también están viajando a México por mejores ofertas laborales. En el caso de los dos primeros países, tienen detrás conflictos bélicos donde muchos terminan muriendo en zona de combate - crédito Mauricio Alvarado / Colprensa

“Caminé entre 8 y 10 días a base de agua y limón. Al par de días me deshice del armamento y lo escondí entre la vegetación porque era un peso innecesario. Solo me comuniqué dos veces con Colombia para que el teléfono aguantara”, agregó el exmilitar colombiano.

La realidad de los colombianos reclutados por carteles de narcos: “Eso de ir a México es mal negocio”

Su experiencia no es una excepción. Según datos consulares, cerca de 500 colombianos han sido reclutados en Michoacán por grupos armados, y sobre todo exmilitares y algunos civiles entrenados.

“En México hay gente de las Farc, el ELN, paramilitares, policías y soldados trabajando para esa gente. Me sorprende, la verdad. Supongo que muchos están engañados, amenazados o simplemente no han tenido el valor de escaparse”, añadió Paniagua.

La historia de Paniagua, marcada por la manipulación, el engaño y el instinto de supervivencia, es también una advertencia: “Eso de ir a México es mal negocio. Te prometen cosas... y luego ves la verdad. La mayoría no sale vivo”.

Paniagua logró regresar a Colombia, aunque sin recibir apoyo de las autoridades y optó por buscar asilo en la Unión Europea, donde al final logró empezar de nuevo: “Por lo menos llevo un año tranquilo”, cerró.