
La última captura de un adolescente de 17 años que se entregó voluntariamente ante el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía General de la Nación cambió el rumbo de la investigación sobre el atentado contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido el sábado 7 de junio de 2025 en el occidente de Bogotá.
Con este arresto, ya suman siete las personas capturadas por el ataque que mantiene al congresista del Centro Democrático internado en la Fundación Santa Fe, luchando por su vida.
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El menor de edad comenzó a suministrar información clave que ha permitido a las autoridades aproximarse a los responsables intelectuales y operativos del crimen.
El adolescente aseguró ser un hombre de confianza de Elder José Arteaga Hernández, conocido como El Costeño o Chipy, señalado por la Fiscalía como el principal articulador del atentado.

Su testimonio ha profundizado las líneas de investigación, al revelar que estuvo presente en varias reuniones posteriores al ataque, en las que se discutieron tanto el desarrollo del operativo como la participación de un eslabón superior en la estructura criminal.
Esta nueva fuente de información coincide con pistas manejadas desde el inicio del caso, las cuales ubican el origen de la orden en el departamento de Caquetá y apuntan hacia las disidencias de las Farc.
El menor detalló que alias El Costeño habría recibido instrucciones desde Caquetá para atacar a Uribe Turbay. Según su relato, la presión provenía de líderes asociados con las disidencias, entre quienes identifica a un personaje de nombre Bayron, hombre con conexiones directas a estructuras de la insurgencia y con actuaciones recientes en Bogotá, Florencia y Cali.
El testigo recordó el contenido de los mensajes recibidos tras el atentado y atribuyó a Bayron un acento del sur del país: “Ese hombre tenía un acento más acelerado. No era rolo, creo que era del Caquetá. No era una voz joven, recuerdo que tenía ese acento particular”, según investigaciones del diario El Tiempo.

Más detalles de la investigación
El medio mencionado había dado a conocer previamente la relevancia de Bayron, nacido en Caquetá y cercano a Carlos Eduardo Mora González, alias el Veneco.
Documentos y fotografías publicadas por el diario evidenciaron la relación entre ambos y ubicaron a Bayron en la capital tras el atentado, donde incluso se tatuó una calavera en la mano derecha dos días después del ataque. Se investiga si Bayron y el mencionado “Jhon Bayron”, a quien los mensajes hacían referencia, son la misma persona.
La colaboración del nuevo testigo reafirma la hipótesis manejada por la Fiscalía, según la cual la responsabilidad intelectual corresponde a una estructura delincuencial asociada a las disidencias de las Farc en Caquetá.
“Alias el Costeño me dijo que la orden de matar a Uribe Turbay salió de las Farc desde el Caquetá. Que David era el que lo estaba presionando con el tal Jhon Bayron, y le preguntaba mucho cuando le decía: ‘¿Por qué no se había roto la piñata?’. También le advertían que ‘esos no eran juegos, que ya se había dado un adelanto’“, relató el testigo a los investigadores, citado por El Tiempo.

El operativo criminal no solo involucró a quienes ejecutaron el ataque, también a personas responsables de la logística y provisión de armas. En Florencia, las autoridades capturaron a Katerine Martínez, conocida como “Andrea”, quien fue identificada como la persona que transportó la pistola Glock calibre 9 milímetros empleada por el sicario de 14 años. En la misma región del sur del país, operaba también alias el Veneco, retomando así la línea que conduce hacia una articulación nacional y regional del grupo criminal.
La persecución a Bayron ha intensificado sus precauciones. Según el informe de El Tiempo, tras hacerse público el vínculo entre Caquetá, las disidencias de las Farc y el atentado, “Bayron empezó a cerrar sus redes. Sin embargo, en una cuenta vinculada a su pareja, continuó subiendo fotos portando armas y en fiestas”.
Un investigador declaró al medio mencionado que: “Bayron tiene conexión directa con las disidencias. Él sube a las montañas y se encarga de los negocios de la guerrilla en Florencia, Bogotá y Cali. De hecho, ya hay evidencia de la plata en efectivo que mueve en un carro Chevrolet color blanco que aparece a nombre de una de sus allegadas. También anda en motos de alto cilindraje con un radicomunicador”.
El mismo investigador añadió que “Él ya sabe que las autoridades están tras él. Por eso empezó a borrar sus redes y no tiene número registrado en Colombia y usa el teléfono con indicativo de Filipinas para evitar ser interceptado. De esa misma forma se comunicaría con jefes disidentes”.
Esta sofisticada estrategia de evasión ha obligado a los cuerpos de seguridad a adaptar su metodología, disminuyendo progresivamente el rango de búsqueda y ajustando la vigilancia sobre su círculo más próximo.
La investigación confirma que la cadena de mando funciona en niveles: desde los ejecutores inmediatos hasta la cúpula estratégica de las disidencias.
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