
El presidente Gustavo Petro se pronunció con dureza ante las recientes declaraciones del embajador ruso en Colombia, Nikolái Tavdumadze, quien alertó sobre la creciente participación de colombianos como mercenarios en el conflicto armado en Ucrania.
El mandatario calificó el mercenarismo como “una forma de robar una nación” y advirtió que los recursos públicos invertidos en entrenamiento militar para la defensa del país terminan financiando conflictos ajenos a la voluntad del pueblo colombiano.
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“Cuidemos la vida y el dinero público. Con la muerte de jóvenes hoy ganan muchos propietarios de empresas de seguridad que incluso prestan servicios a capos de la mafia y criminales”, señaló Petro, en una clara crítica a la prolongada presencia de mercenarios colombianos en zonas de guerra como Ucrania.

El embajador ruso en Bogotá, Nikolái Tavdumadze, fue enfático al denunciar el alto número de colombianos que viajan a Ucrania para integrarse como mercenarios en las operaciones militares contra las tropas rusas.
Según informó la agencia RIA Nóvosti, Tavdumadze afirmó que Ucrania estaría reclutando mercenarios en Colombia, incluso a través de su embajada, lo que, a su juicio, representa una violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
Rusia ha endurecido su postura judicial frente a estos hechos, con la reciente condena a 28 años de cárcel impuesta el 10 de junio a un ciudadano colombiano por combatir junto al ejército ucraniano en Kursk.
Además, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso abrió procesos penales contra otros dos colombianos, acusados también de actuar como mercenarios en el conflicto.
En contraste, la diplomacia ucraniana ha negado cualquier reclutamiento oficial y afirmó que quienes participan en la Legión Internacional de Defensa Territorial lo hacen de manera voluntaria, motivados por el deseo de apoyar a un pueblo que resiste una agresión militar injustificada.
Según Ucrania, sus embajadas se limitan a funciones diplomáticas, consulares y humanitarias, respetando la Convención de Viena.
Por su parte, el gobierno colombiano, a través del embajador en Moscú, Héctor Isidro Arenas Neira, reconoció que no se dispone de datos precisos sobre el número de nacionales que estarían involucrados en el conflicto, lo que genera un contraste con la insistencia rusa sobre la magnitud del fenómeno.
La guerra en Ucrania atraería a cientos de latinoamericanos con promesas de dinero
La participación de colombianos y otros latinoamericanos como combatientes voluntarios en la guerra de Ucrania ha desatado un debate internacional sobre el mercenariato, su legalidad y las implicaciones humanas.

Según información de la agencia RFI, testimonios como el de Jack, ex auxiliar de policía colombiano que luchó en Donetsk, revelan que muchos se unen atraídos por la promesa de sueldos en dólares —entre 2.000 y 3.000 mensuales— y por la posibilidad de defender un país invadido.
Jack afirma que llegó con 140 compatriotas, de los cuales solo 20 sobrevivieron al año y medio de combates.
Aunque reconoce el incentivo económico como principal motivación para la mayoría, también asegura que su impulso fue genuino: “Yo luchaba porque me nacía defender un país que estaba siendo invadido”.
El caso de “El Árabe”, otro exsoldado colombiano herido gravemente en combate, muestra una dimensión más vocacional: “Yo no soy un mercenario. No es lo mismo invadir que defender un país”.
Ambos coinciden en el reportaje que muchos no dimensionan el riesgo: “Si van pensando en la plata, seguro no vuelven o lo hacen sin extremidades”.
Ucrania ha convocado a voluntarios internacionales desde el inicio del conflicto. Sin embargo, el marco legal para regular esta participación es ambiguo. Solo 37 países han ratificado la convención de la ONU contra el mercenariato.
La falta de una definición clara y organismos internacionales de vigilancia deja a estos combatientes en un limbo jurídico y vulnerable ante abusos o condenas.

Un ejemplo que cita el medio es el caso de Miguel Ángel Montilla, exvigilante colombiano condenado a nueve años por Rusia por mercenariato.
Expertos como la presidenta del grupo de trabajo de la ONU sobre mercenarios, Jovana Jezdimirovic Ranito, alertan sobre el “reclutamiento predatorio” que se aprovecha de la precariedad económica de los candidatos.
Otros, como el académico Ulrich Petersohn, critican la doble moral al usar el término “mercenario” de forma política y subjetiva, tanto por parte de Rusia como de Ucrania.
El sargento retirado Héctor Bernal advierte sobre los efectos psicológicos que sufren quienes regresan: “Todos han vuelto enfermos y sin dinero. Muchos con estrés postraumático”.
Mientras tanto, el flujo de combatientes continúa, impulsado por una mezcla de necesidad, convicción y vacío legal, en una guerra donde la línea entre voluntario y mercenario sigue sin definirse claramente.
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