
Mientras más de nueve millones de toneladas de alimentos se pierden cada año en Colombia, un millón de niños y niñas enfrenta la amenaza de desnutrición crónica en el futuro.
Este dato, reportado por la Fundación Éxito y divulgado por el Congreso, ilustra la contradicción entre el desperdicio masivo y la inseguridad alimentaria que afecta a cerca del 30% de la población del país.
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En este contexto, los legisladores buscan frenar el desperdicio de comida y entregar estos excedentes a quienes más lo necesitan.
De esta manera, el Senado de la República aprobó en cuarto debate un proyecto de ley cuyo objetivo consiste en reducir de manera significativa los alimentos aptos para el consumo que terminan en los basureros.
Esta iniciativa, liderada por el senador Jorge Benedetti del partido Cambio Radical, contempla la creación de un Fondo para la Lucha contra el Hambre y el Desperdicio de Alimentos.
El fondo tiene el mandato de coordinar a entidades públicas y privadas, unificando esfuerzos para combatir la inseguridad alimentaria en el territorio nacional.
De acuerdo con el reporte del Congreso, la propuesta legislativa introduce mecanismos que van más allá de la caridad o la buena voluntad. Uno de sus componentes centrales es la imposición de sanciones a quienes tiren alimentos en estado óptimo.
Las personas o entidades sorprendidas desechando comida aprovechable podrían recibir multas de consideración, medida que busca disuadir este tipo de práctica y fomentar la responsabilidad colectiva.

La nueva ley también impulsa estrategias para incrementar las donaciones, simplificar la entrega de víveres y crear rutas logísticas entre productores, comerciantes y poblaciones en situación de hambre. Esta articulación facilitaría que toneladas de alimentos, en lugar de desperdiciarse, alcancen a quienes no cuentan con aseguramiento nutricional diario.
Entre los desafíos señalados por los promotores de la norma, figura la ausencia de datos actualizados sobre la nutrición en Colombia. El informe más reciente proviene de la Encuesta Nacional de Situación Nutricional realizada en 2019.
Frente a esta carencia, el proyecto obliga al Gobierno a renovar y publicar dicha información cada cinco años, con el fin de orientar las acciones y políticas de forma precisa y oportuna, reportó el Congreso.
El desperdicio de alimentos en Colombia cobra especial relevancia al tener en cuenta los compromisos internacionales asumidos por el país.

Según publicó el Congreso, en concordancia con la propuesta de la ONU, el Estado colombiano mantiene el objetivo de erradicar el hambre antes del año 2030. No obstante, las cifras actuales evidencian lo distante que se encuentra ese propósito, reforzando la necesidad de pasar de las declaraciones a la implementación de políticas efectivas apoyadas por recursos suficientes y estadísticas al día.
La aprobación de esta ley representa un paso significativo para atacar dos problemáticas estructurales en Colombia: la pérdida de alimentos y la inseguridad alimentaria. Los legisladores apuestan a que, a través de sanciones, incentivos y una mejor organización entre los sectores involucrados, se logre un mayor aprovechamiento de los recursos alimenticios y se avance hacia el cumplimiento del compromiso mundial de eliminar el hambre en la próxima década.
¿Cómo se desperdicia comida?
La pérdida de alimentos puede observarse en situaciones cotidianas, como cuando productos frescos dejan de venderse en supermercados y se desechan, o cuando restos de comida preparados en el hogar acaban en la basura.
Desperdiciar comida implica descartar o eliminar productos alimenticios que podrían haberse consumido, sin que esto sea necesario por motivos de seguridad alimentaria. Según organizaciones internacionales y expertos, el desperdicio de alimentos ocurre a lo largo de toda la cadena de valor, desde la producción agrícola hasta el consumo final.
El medio Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) detalla que el desperdicio alimentario suele dividirse en dos categorías principales.
Una, la pérdida de alimentos durante las etapas de producción, almacenamiento o distribución, antes de llegar al punto de venta. Y otra, el desperdicio que se produce en el comercio minorista y en hogares, donde productos que aún serían aptos para el consumo se descartan por razones como excedentes, apariencia o fechas de vencimiento.
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