Bailarín denunció modalidad de estafa de la que fue víctima en Risaralda: “Sentía que me están apuntando por todos lados”

El ciudadano fue falsamente contratado para dar clases de baile en una zona rural del departamento. Los criminales que lo contactaron aseguraron ser de la guerrilla

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La víctima fue engañada por criminales que fingieron haber contratado sus servicios - crédito @lufe_bailarin/IG

La inseguridad en Colombia sigue dejando afectados. A través de redes sociales, un bailarín identificado como Fernando, dedicado a dar clases de danza, denunció haber sido víctima de un posible caso de estafa. Los hechos se presentaron el 21 de junio de 2025, en Risaralda.

“Fui víctima de malas personas que quisieron atentar contra mi vida, personas inescrupulosas que quisieron acabar con todo y me engañaron a través de una modalidad en donde quieren hacerle daño a las personas. Y yo caí, fui víctima, pasé el peor momento de mi vida, sufrí demasiado y pensé que no iba a volver a casa”, detalló el ciudadano a través de un video que compartió en su cuenta de Instagram.

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De acuerdo con su relato, fue contactado por criminales que solicitaron que dictara una clase de baile en una escuela, donde habría 30 aprendices. El ciudadano acordó los términos de pago y se dirigió al lugar donde supuestamente iba a dar su clase. Lo citaron en una zona rural de Marsella, Risaralda.

Me fui para allá muy convencido de que era real, porque yo doy clases de baile en centros comerciales, en gimnasios”, dijo.

La víctima alcanzó a transferir
La víctima alcanzó a transferir parte de su dinero a los estafadores - crédito Luisa González/Reuters y @lufe_bailarin/IG

En horas de la mañana, cuando se movilizaba en su moto desde Pereira hasta Marsella, empezó a recibir constantes llamadas de la persona que falsamente solicitó sus servicios. Le pidió que le mostrara por donde iba para guiarlo en el recorrido, que dura más de hora y media.

Cuando se acercaba al lugar de encuentro, empezó a sentir miedo al darse cuenta de las condiciones del lugar: era una finca destapada, donde no había ninguna escuela. Entonces, de nuevo, recibió una llamada del hombre que solicitó la clase: “Me dice: ‘don Fernando, si de pronto lo contacta alguna persona de seguridad de la zona, les dice que viene para donde mí les da el contacto y no pasa nada, tranquilo, acá lo espero’. Yo me asusté”, detalló.

Posteriormente, recibió otra llamada, de un hombre diferente, que lo increpó por estar en esa zona. Aseguró que era prohibida por estar bajo el control de la guerrilla, específicamente, de un frente de las Farc. “Yo me quedé en shock”, precisó.

Entonces, por medio de una llamada en la que también estaba vinculada la víctima, el sujeto se puso en contacto, el hombre que solicitó la clase de baile, es decir, con su cómplice. En la conversación, simuló regañarlo por no haber informado sobre la llegada de una persona al lugar. “Todo fue muy real, yo pensé que mi vida se iba a acabar en ese momento”, reveló.

Los criminales aseguraron ser de
Los criminales aseguraron ser de las Farc - crédito redes sociales

De repente, empezaron a indagar sobre su vida, con la excusa de que dando a conocer esa información, podría irse sin ningún problema: “Empezaron a preguntarme quién era mi mamá, con quién vivía yo, qué hermanos tenía, a qué me dedicaba yo. Entonces yo, del susto, led di el teléfono de mi esposo (William Marín), les dije que yo vivía con mi esposo”, contó.

Los criminales se pusieron en contacto con el esposo de la víctima en una llamada que también compartieron con Fernando. Explicaron lo que pasaba y exigieron a su pareja que no revelara nada a las autoridades. Sin embargo, tras colgar la llamada con Marín, le aseguraron a la víctima que su esposo había denunciado los hechos ante la Policía Nacional. “Me dijo con malas palabras: ‘Vea, su esposo hizo esto y esto. Habló con las autoridades y lo vamos a matar a usted y le vamos a quemar su moto’”, detalló.

Para evitar esa situación, le indicaron que tenía dos opciones: trabajar para ellos en una de sus fincas por una semana o pagar una “multa” de $7 millones, dinero que supuestamente necesitaban para un medicamento. Entonces, transfirió parte de los recursos que tenía en su cuenta, pero los criminales exigieron $3 millones que debía consignar su esposo. “Le doy un minuto o si no lo matamos”, amenazó uno de ellos.

Los criminales exigieron $7 millones
Los criminales exigieron $7 millones a la víctima para que pudiera irse del lugar - crédito Colprensa

Al llamar a su pareja, le pidió que transfiera el dinero. Él se negó, asegurando que ya había notificado a las autoridades y que le indicaron que era una estafa y que probablemente estaba solo en la carretera, sin nadie que lo vigilara. Posteriormente, recibió una llamada de una mujer del Gaula de la Policía, que confirmó la información y le pidió irse inmediatamente del lugar.

“Yo sentía que me están apuntando por todos lados y todo era una modalidad, un engaño, un manejo psicológico que me hacían creer que todo estaba pasando realmente (…). Yo me eché la bendición, cogí mi moto y salí carretera arriba a lo que más pudiera”, concluyó, asegurando que así evitó transferir más dinero a los criminales.